segunda-feira, fevereiro 27, 2012
¡Ni siquiera el sueldo mínimo!
Las sesiones de cuentos no resultan
muchas veces tan placenteras como la gente cree. Algunas veces nada más acabar
mandarías todo al carajo y de regreso a casa un pensamiento te ronda en la
cabeza: “¿Cuánto habría que cobrar por este trabajo? ¿Merece la pena?”
La respuesta la encuentro en la
presentación de la programación de este año del Auditorium de Barañain en
Navarra: “(…) cobrarán lo que el público
decida con la compra de entradas: más entradas vendidas, más cobrarán”. Lo he
copiado palabra por palabra. Pero se puede entender de otra manera; el
ayuntamiento de Barañain no pagará nada por la programación cultural del auditórium.
Quizás piensen que el trabajo de los creadores no vale nada, o el público,
público potencial, decidirá si el artista come o no. ¿Qué exagero?: “¿Riesgo? Todo. Nadie les asegura los
viajes, ni los hoteles… ¡ni siquiera el sueldo mínimo! Están en vuestras manos,
en tus manos.”
Pongamos por caso que el sueldo del
responsable del auditórium de Barañain fuese en función de las entradas
vendidas; o el del diseñador del cartel; o el de la imprenta… ¿Qué pensarían? Y
además si el ayuntamiento eso lo presentara como un número de circo: “Señoras y señores, estimado público, ¡más difícil
todavía! ¡Quizás no cobren!” Pues eso mismo pensamos nosotros cuando muchos
ayuntamientos nos plantean trabajar a cuenta de las entradas vendidas, dejando
la supervivencia de los creadores en manos del azar, quitándose de encima su
responsabilidad de sostener y potenciar la cultura. La Reforma Laboral hace
tiempo que la aplican con nosotros, y en silencio; como si un sueldo mínimo y
digno fuese un capricho de artistas. Y todavía tenemos que escuchar muchas veces
eso de “¿hacéis lo que os gusta y encima
queréis cobrar? ¡Vosotros sí que sabéis vivir bien!”. Y tú, ¿qué piensas?
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