Desde pequeño he disfrutado mirando
desde la plaza o el paseo de Bonanza de Pasajes de San Juan los mercantes o
pesqueros entrando y saliendo del puerto. Los puedes casi tocar cuando pasan
por el estrecho canal que abre el mar entrando hacia el interior terrestre.
Cuando salen hacia el mar abierto piensas hacia dónde se dirigen, a qué lejanas
tierras, qué periplo les espera mientras se alejan hasta perderse en el
horizonte. Y cuando entran, ¿qué noticias traerán? Los bou que regresaban de
Terranova, después de una larga temporada transcurrida en lejanos mares
brumosos y helados, además de bodegas repletas de bacalaos, traían con ellos
extraordinarias historias; como la de los marineros encontrados en la bruma
helada de un mar implacable, perdidos en una chalupa repleta de pescado.
A los narradores nos preguntan muchas
veces cómo podemos recordar las historias que contamos. Yo suelo responder que
no las recuerdo, simplemente reposan en algún lugar de la mente, esperando a
salir. Entonces, el cuento inicia su viaje, siendo las palabras el navío que lo
transporta. Otras veces hacen el viaje contrario. Al escuchar una historia por
boca de otra persona, entran por esa lengua de mar hasta atracar en mi memoria.
Imagino los cuentos en mi puerto de la
memoria, esperando a surcar los mares de la imaginación. Como en el puerto de
Pasajes, cuando salen por la bocana, sabes cuál es su carga, sabes su destino;
no sabes, en cambio, los avatares que le esperan en su periplo. La labor de
quien cuenta será invitar a subir al navío a esa persona que mira desde tierra.
Para que cada cual tenga su puerto del recuerdo.
Originalmente publicado en euskara en el diario GARA: http://www.gara.net/paperezkoa/20120515/340908/eu/Oroimeneko-portuak
El título en euskara nos lleva a un poema del prolífico y estupendo escritor vasco Joseba Sarrionandia, cantado por el recordado y entrañable Imanol. http://eu.musikazblai.com/herrikoiak/oroimeneko-portua/