La palabra vasca berria podemos traducir al castellano como nueva-o y también noticia. De ahí deriva la palabra berritsu que podríamos traducirlo literalmente como "quien trae muchas nuevas, noticias", es decir, como hablador, aunque en el sentido de charlatán, es
decir, hablador en demasía. A los niños que no paran de hablar y contar cosas
se les suele llamar berritsu, de una
manera simpática, casi tierna. Nos hace gracia oír a un niño, a una niña
pequeña hablar sin parar. De todas maneras, ese infantil zambullirse en el
idioma y en la necesidad de decir nos puede llevar de la sonrisa a la
desesperación, sin saber cuándo callará. Entre adultos, en cambio, ese contar
sin fin no parece tan simpático. El berritsu
puede ser también un indiscreto, que nos calienta la oreja con cosas que nos
importan un pito, hasta quemarla a veces. Berritsu
es aquella persona que nos trae noticias sin parar, periodista hablador de mil sucedidos.
Deportista de élite en palabrear. El berritsu
continuará con su infinito decir aún en medio del concierto punk más atronador.
Por mucho que la profesora intente acallarlo, el niño berritsu continuará hablando entre dientes. Berritsu es un gimnasta del idioma, élite del periodismo, cumbre
inalcanzable de filólogos, competencia del murmullo acuático, promotor perseverante
de la venta de aspirinas.
¿No seremos los narradores orales la intelectualidad de
los berritsu? Más de una vez me han
solido preguntar, después de una sesión de narración, extrañados, cómo podemos
estar hora y media hablando sin parar. “Entrenando con los amigos”, suelo
contestar medio en broma. Puede que los narradores seamos los berritsu del arte de la oralidad. De todas
maneras, exige mucho trabajo atrapar de una manera artística al público en las
garras de la narración, sin caer en la charlatanería, transitando en la cuerda
floja de la charla.
Publicado originalmente en euskara en el diario GARA
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