sexta-feira, setembro 08, 2017

ABURRIMIENTO

Asistimos a una sesión de narración oral. Comienza el espectáculo, pero, después de cierto tiempo, no podemos mucha atención al narrador, y comenzamos a pensar en el tiempo que falta para que llegue el final. Estamos al comienzo del aburrimiento, pequeño al principio, insoportable según avanza el tiempo, un tiempo  arrastrado. Entonces, sin hacer caso a lo que ocurre en el escenario, comenzamos a pensar en cualquier cosa. Por educación, o simplemente, por no quedar en evidencia, aguantamos estoicamente. Y el tiempo se alarga al infinito, las agujas del reloj son de plomo.
En otra ocasión, en cambio, entramos totalmente en la narración, viajando con el narrador, y para cuando nos damos cuenta, ha llegado el final del trayecto narrativo. En los dos casos la duración del espectáculo ha rondado una hora, ¿cuál es la razón, entonces, para esas percepciones distintas del tiempo transcurrido? Si pudiéramos comprenderla, podríamos tener un importante instrumento contra el aburrimiento; ya que el tiempo no es único, sino diverso.
Cuando contamos nos adentramos en un tiempo fantástico, ajeno a la realidad cotidiana; mientras sepamos atraer al público a ese tiempo, pondrá su atención en el relato. Por el contrario. si no entra, o sale de él, regresará a la realidad, desviando su atención por otros caminos; y, entonces, le llegará el aburrimiento. La labor de la narradora, del narrador, será gestionar de la mejor manera ese tiempo; hacer que el público se sitúe en el tiempo de la narración, obviando el tiempo de la realidad cotidiana; olvidando la velocidad de las agujas del reloj; inventando un nuevo tiempo.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

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