domingo, dezembro 17, 2023

EL RETORNO

“Tengo que volver a mi país, con mi gente, a la tierra donde jugué y de la que comí sus mejores frutos, con mi familia que me crió y se esforzó por mí. (…) ¿cómo olvidar mi país?, ¿de qué me sirve ser rey si no estoy en mi país?, y mi país es lo mejor que tengo”. Eso pensaba As-Satir Hasan, el protagonista de la jrefiyye palestina “El país reclama a su gente”. Las jrefiyyes son cuentos de la tradición oral palestina. Como muchos en el mundo, los cuentos palestinos imaginan otro mundo posible con ayuda de la fantasía. Pero, sobre todo, las jrefiyyes son un tesoro del pueblo palestino. Y como en muchos cuentos de otros pueblos del mundo tienen el retorno en su esencia, el retorno del héroe/protagonista. El retorno a lo que fuimos, a nuestro lugar, al puerto de nuestra memoria, es uno de los motivos de los cuentos de tradición oral.

              Antes de regresar a su casa, As-Satir Hasan le dirá a la mujer que lo acogió en su casa: “El país llama a su gente, yo no puedo olvidar mi país”. Y después de vivir azarosas aventuras, “regresó a su país, al que nunca había olvidado y vivió en él muy feliz y contento”. Hoy, al pueblo palestino quieren destruirle hasta la esperanza de As-Satir Hasan.

 Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

 

quarta-feira, março 08, 2023

MIKEL


“El tiempo está en juego/Cuenta.Cuenta/ el Universo está compuesto por historias, no por átomos”, escribió la poeta feminista Muriel Rubeyser; poema que más tarde, Eduardo Galeano, trajo a su escritura: “Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que, estamos hechos de historias.” Y las dos tienen razón. Cada persona somos un universo; y, como el Universo, dicen, estamos extendiéndonos infinitamente, desde aquella Gran Explosión. Hay quienes defienden que más que un Universo, existen varios, un Multiverso. Y hay quienes proponen que esa continua expansión se detendrá en algún momento, comenzando el Universo a implosionar en sí mismo, regresando a la situación primigenia para, a continuación, explotar nuevamente, en un movimiento eterno de renacimiento.

              ¿Y no somos, acaso, las personas eso mismo? Vamos construyéndonos en historias, creciendo, extendiéndonos; hasta que, en algún momento, nos recogemos en nosotros mismos, no compactamos en un sinfín de historias. Y, de repente, comienzan a liberarse esas historias, en bocas de otras personas. Entonces, nos convertimos en memoria. Y somos universo en quien nos cuenta, y ahí permanecemos. Somos en las palabras de otros.

              Cuando contamos ampliamos nuestro universo y el de alguien más. Las narraciones nos hacen persona, nos conceden identidad, nos trasladan de un lugar a otro y nos enganchan con los demás. Se nos ha ido Mikel Martin, amigo y camarada; pero su memoria perdura en nuestras historias mientras las contemos. El callar no es una opción, como diría Mikel. Y será universo en nuestro universo.

 Publicado originalmenteen euskara en el diario GARA

 

segunda-feira, outubro 10, 2022

LOGÓGRAFOS

             

El abate Bautain publicó en 1865 un estudio sobre el arte de hablar. “Hablar en público es dirigir la palabra a muchas personas a la vez, a una asamblea convocada formalmente o con motivo de un interés cualquiera”. A continuación, explicará cómo hay que hablarle al auditorio. No es algo nuevo ofrecer enseñanzas sobre las razones para hablar ante otras personas y, sobre todo, los instrumentos para ello. Aristóteles en su “Retórica” y Cicerón en “El Orador”, daban algunas instrucciones sobre el tema. En un tiempo, los hábiles curas sermoneadores, eran solicitados aquí y allá para que mostrasen el arte de sus agraciadas lenguas desde los púlpitos. No es fácil hablar delante de la gente. Irene Vallejo, en su maravilloso libro El infinito en un junco, nos cuenta que, en la antigua Grecia, al no existir los abogados, quien tenía que hacer frente a un juicio, tanto para defenderse como para acusar, y no siendo agraciado en el verbo, contrataba los servicios de un profesional para que le escribiese su alegato, que debía aprenderlo de memoria. Esos profesionales eran los logógrafos. Estos personajes eran oradores que, gracias a estos trabajos, buscaban dinero y fama.

Los narradores, en tanto que creadores y artistas, al modo de aquellos oradores de aquella antigua Grecia, estamos condenados a la precariedad; pero, quizás, tal y como hicieron aquellos, tendríamos que descubrir la manera de escribir discursos compuestos de bellas y eficaces palabras que otros recitarán en voz alta, con la esperanza de ganar fama y buen nombre. De narrador a logógrafo. Hay podemos encontrar el antídoto a la precariedad. O no.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA