Un amigo me pregunta sobre la razón de
ofrecer los espectáculos de narración en el teatro del pueblo. Es lógica su
preocupación, ya que duda sobre si no será un espacio demasiado grande si no
responde el público. Entiendo su pregunta, ya que no es nada habitual programar
espectáculos de narración oral en teatros; del mismo modo que no son muy
habituales las sesiones de cuentos para adultos. Le explico que a mí me ha
tocado narrar en algún teatro con cuatrocientas personas, y en cambio, he actuado
con una obra de teatro ante veinte personas en una sala con capacidad para
quinientas. Parece ser que programar una sesión de narración oral en un teatro
es demasiado; hay quien piensa que rompe la intimidad o acercamiento que pide
la narración. Por razones que no entraremos ahora a valorar, las sesiones de
narración oral se identifican con otro tipo de espacios, espacios no pensados
para dicha actividad. La cuestión es que si aceptamos la narración oral como un
arte escénico, ¿por qué tantas dificultades y objeciones para presentar los espectáculos
en espacios escénicos pensados para tales actividades?
El festival de narración oral de
Errenteria KONTUZ KONTARI!, ha apostado por el teatro de la villa a la hora de
programar los espectáculos. De este modo se posibilita que tanto los artistas
como el público se encuentren en las mejores condiciones a la hora de ofrecer y
disfrutar del espectáculo. Y aunque parezca mentira, esto hace que la imagen
que se tiene sobre esta actividad artística se revalorice, adquiriendo
importancia por sí misma. El publico paga su entrada y se sienta en su butaca
esperando que comience la función- se apagan las luces. Comienza el
espectáculo. Durante aproximadamente una hora, su atención estará solo en ello.
Al finalizar, estará a gusto con lo visto y oído, o no, pero esa es otra
cuestión.
La narración oral tiene los teatros por
ganar. En el festival de Errenteria se ha puesto un granito de arena en esa
labor.