segunda-feira, maio 17, 2010

Hacer Cuentacuentos

"¿Esta semana tienes que hacer un cuentacuentos, no?", me recordaba por teléfono una periodista, antes de proponerme una pequeña entrevista en torno a la sesión de narración. Con la sonrisa en los labios, cercano a la carcajada; y con una potente imagen en la mente, estuve tentado de responder otra cosa, pero me contuve y le confirmé la actuación. En este oficio de palabras, palabras que construyen imaginarios, a veces absurdos, mas con una gran carga significativa, el calificar una sesión de narración oral como hacer un cuentacuentos, no puede sino ahondar en esa construcción de imágenes imborrables, haciéndonos, al mismo tiempo, reflexionar sobre la, cuando menos, torpe utilización del idioma, así como al continuo vaciamiento de contenido que hacemos de palabras y expresiones, fruto no tanto de una evolución y transformación enriquecedora del idioma, sino de la cada vez más notoria falta de reflexión tanto sobre lo que decimos como en nuestras vidas mismas.
Volvamos con la periodista. Después de su pregunta, lo primero que se me vino a la cabeza fue la imagen de pedir una voluntaria entre el público asistente, ya que yo había ido allí para hacer un cuentacuentos, tal y como anunciaron en la radio. Después comenzaron a cruzar por mi mente distintas situaciones sugeridas por la cuestión. Me imaginaba en casa de mis padres, diciéndoles, entre bocado y bocado de merluza en salsa verde: "Bihar ipuin kontalari bat egin behar dut Bilbon" (Mañana tengo que hacer un cuentacuentos en Bilbao). Después mi madre comentaría con sus compañeras jubiladas del coro que su hijo se dedicaba a hacer cuentacuentos. Casi al mismo tiempo, otra situación absurda me desbordaba la mente. Me veo hablando con una amiga y preguntándole: "Nahi duzu nirekin etorri?, arratsaldean ipuin kontalari bat egin behar dut" (¿Quieres venir conmigo? Tengo que hacer un cuentacuentos esta tarde). Solo por ver la cara, tanto de mis padres como de la colega, merecería la pena hacer realidad esas situaciones imaginadas.
Pero no pongamos en la picota a la pobre periodista, ya que no es una expresión que se haya inventado ella. Una y otra vez escucho a personas que narran, de manera más o menos continuada, así como a otras personas que se dedican a organizar este tipo de actos, la expresión "tengo un cuentacuentos" . Da la impresión de que dicha manera de definir una sesión de narración oral se está estandarizando de manera alarmante. Es por eso que conviene recordar el asunto. Hacer un cuentacuentos tiene que ver con la reproducción de una especie, en este caso de gente que cuenta cuentos. Llevar a cabo una sesión de narración oral es otra cosa, no necesariamente sexual.
No me encuentro entre las personas capacitadas para dar lecciones filológicas, y menos en castellano, pero aún no siendo así, pienso que la preocupación por mejorar y enriquecer el idioma, es mejorar y enriquecer la misma narración. Algo que nunca está de sobra.
Y ahora que lo pienso, ¿no tendría alguna intención sugerente la periodista? Nunca me entero de nada.