sexta-feira, fevereiro 07, 2014

Para nada

         Muchas veces andamos sin saber cómo dar salida a una preocupación y, muchas veces, te encuentras metido en retorcidos atajos, por ejemplo, ¿para qué demonios sirve andar contando cuentos? En esta sociedad de consumo, ¿qué bienes produce la narración oral? ¿Qué le aporta a la economía de mercado? Quien narra, ¿cómo puede explicar los beneficios de su oficio a esta sociedad? Estas retorcidas preguntas te harán sentir náufrago; ya que da la impresión de que estos oficios y actividades hay que medirlas en beneficios cuantificables, o en los valores ético-morales que aportarán, o las dos cosas al mismo tiempo. Se pondrá en duda en valor de la narración en sí misma, o simplemente, ni se planteará, porque ¿qué valor tiene lo que no tiene valor? Y cuando andas sin poder despegarte de esta telaraña, pequeñas sorpresas llegan para ayudarte.
         Me regala Carles un pequeño pero firme libro, presentado como manifiesto por su autor Nuccio Ordine: La utilidad de lo inútil. Y han comenzado a aclarárseme algunas cosas, creo. Los comentarios y propuestas de Ordine traen algo de luz a esas tinieblas dubitativas en las que divagan las ideas mencionadas. Ayuda a centrar las reflexiones y, al mismo tiempo, pensar en torno a esta sociedad abocada a la ideología del utilitarismo. Me ha dado pie a entender en cierta manera, por ejemplo, el por qué muchos cuentos y sesiones de narración, especialmente dirigidas a niños y niñas, tienen los valores como razón de ser, siendo esto su principal importancia. Las sesiones de cuentos en sí mismas parece que no tienen valor; no ofrecen nada productivo a la sociedad. El narrador ofrecerá a quien escucha su propuesta creativa, desde la belleza. Y en esa propuesta artística ofrecerá directamente o indirectamente sus reflexiones; pero ¿qué vale eso? ¿Cuánto? ¿Para qué?

         Al llegarse a la conclusión de que eso no tiene un valor cuantificable, entonces se tiene que convertir en “algo”, hay que “cosificarlo”, para de este modo poder darle un valor. Por ejemplo, las sesiones de cuentos que trabajan los “valores” pueden responder claramente a la pregunta “Para qué”: para educar a los niños en valores necesarios. Así, lo que no sirve para nada se convierte en necesario y útil. El pensamiento y las propuestas artísticas valorarlas en función de sus valores económico-morales nos lleva a tratar a  las personas desde un punto de vista utilitarista, infravalorando aquellas actividades humanas que no son cuantificables: observar una noche estrellada, charlar a la orilla del mar… O escuchar una historia.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA