Es una discusión que surge cada
cierto tiempo, aunque siempre pervive en el aire. ¿Quién es profesional? ¿Qué
es ser profesional? Suele dar la impresión de ser una de esas discusiones sin
salida, imponiéndose, normalmente, la definición de cada cual. No por ello, en
cambio, deja de tener importancia. De hecho, suelen ser dos las visiones y
planteamientos que protagonizan el debate. Por un lado, el defender la profesionalidad
como el tener la actividad de contar cuentos como oficio. Por otro lado,
entender la profesionalidad como la actividad bien hecha. Aunque a veces da la
impresión de ser dos puntos de vista diferentes y diferenciados, la verdad es
que una cosa no quita la otra. Pero el problema, en esta cuestión de la
narración oral al menos, no creo que
sea este debate sin final, sino otro.
¿Qué le ocurre a quién tiene la
narración oral como oficio? Entendido lo de oficio como forma de ganarse la
vida. Podemos mencionar, por ejemplo la parte administrativa, es decir lo que
tiene que ver con impuestos y cuestiones afines. La administración pública al
convertirse en casi exclusivamente patrón y contratadora única de las
actividades culturales escénicas, ¿qué medios pone para que los creadores
culturales puedan desarrollar su actividad con la mínima precariedad?
Últimamente lo vemos y sufrimos crudamente, recortes brutales en cultura y
atraso de pagos (sine die muchas veces). Todo esto como ejemplo y resumiendo
mucho.
Por otro lado, ¿cuál es la imagen que existe en la sociedad
sobre los narradores y narradoras? Más o menos, y consciente de ser demasiado
general, la de unas personas que realizan esta actividad como pasatiempos y,
sobre todo, que es válida para entretener a las criaturas. Y, claro, no merece
la pena gastar muchos cuartos en ello. Además, eso no es un oficio, sino una
afición. Pero todos no exigen que hagamos nuestro trabajo de la mejor manera
posible, cumpliendo nuestros deberes impositivos y artísticos.
Es normal que esto sea así, la
exigencia del trabajo bien hecho, y el cumplimiento impositivo, de que seamos
buenos profesionales. Pero por nuestra parte deberíamos exigir la misma
“profesionalidad” a la otra parte, que tanto condiciona y habla de nuestro oficio.
Publicado originalmente en euskara en el diario GARA : http://www.gara.net/paperezkoa/20120529/343805/eu/Profesionalak