sexta-feira, junho 06, 2014

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Una antigua creencia vasca dice que hace tiempo todos los seres vivos hablaban, salvo el musgo. Todos los demás comenzaron a enseñarle a hablar, pero entonces todos perdieron el habla, salvo los seres humanos. Así lo contaban al menos en Ataun. En Oiartzun, contaban que en lo tiempos antiguos el lobo y la oveja eran amigos. En aquellos tiempos ocurrían cosas así. Las cosas se ponían al servicio del ser humano. Los árboles llegaban hasta casa ofreciendo su leña. Lo contaban en Kortezubi. En los tiempos antiguos, como muchos en el mundo, las palabras saltaban de boca en boca, con saltos pequeños, pero constantes, hasta llegar a nuestros días. Con cada salto se iban enriqueciendo, ya que cada boca iba añadiéndo más palabras. Con incontables eslabones, la larga cadena de la palabra se ha ido contruyendo a través de los tiempos. Resurrección  María de Azkue nos cuenta: En Mundaka los niños comenzaban así sus cuentitos. El más despierto de ellos les hacía esta pregunta a sus compañeros: cuántos huevos has comido tú? Con esto quería decir: cuántos cuentos sabes tú?" De dónde sacaban esos huevos? Cómo los preparaban? Quién continuó repartiendo huevos?
En la contrucción de la identidad de un pueblo, crear un imaginario común es una base importante. Siendo un bien inmaterial será difícil concretarlo, ya que, con el transcurso de los tiempos cambia, se enriquece y se desarrolla. Los miembros de una cultura, más que la territorialidad, les atará lo que comparten en común, las leyendas, los cuentos, los cantos, los bertsos, las danzas etc. Y según los recibimos, los transmitimos, cambiándolos, actualizándolos, extendiéndolos. Lo recibido de otras culturas lo adaptamos a la nuestra; y llevaremos lo nuestro a otras, mixturándolos. Así ha sido en la historia de la humanidad, los seres humanos transladándose de un lado a otro han llevado consigo ese legado inmaterial, enriqueciéndo el mundo. En el pueblo Naskapis, en Québec, cuentan una historia, "Los amantes perseguidos", en la cual un pescador vasco pretende casar a su hija con un jefe indígena. La hija, en cambio, está enamorada de un trampero inglés, por lo que los dos huyen. El final es tan bello como triste: Desde entonces, los viajeros pueden ver, abajo en la bahía, una bella princesa vasca, desesperada buscando a su amado, en vano". Son conocidas las expediciones de los pescadores vascos hacia aquellas tierras en busca del bacalao y la ballena, así como las relaciones tanto comerciales como humanas que compartieron con los habitantes originarios. Y en algún momento las culturas se entrelazaron.
Del mismo modo en nuestros cuentos vascos encontraremos relaciones con cuentos de otras culturas y pueblos. Las palabras viajan en el interior de las personas. Yendo y viniendo. Y eso tiene una importancia capital en la construción de nuestro ser, como personas y como pueblos. Así ha sido, es y será. Negar u olvidar eso es arrancar un trozo de nuestro ser, crear un vacio, andar cojeándo. 
La reivindicación de la identidad de un pueblo necesita de sus relatos, de sus palabras. Y cinco narradores y narradoras, Ixabel Millet, Doro Zobaran, Itziar Rekalde, Bea Egizabal y Joxemari Carrere, con la ayuda de la fotógrafa Conny Beyreuther y el técnico Asier Burgaleta, hemos grabado 100 cuentos tradicionales vascos, para emitirlos en 100 días en el diario digital www.naiz.info , hasta el 8 de junio. Ese día, organizado por la asociación popular Gure Esku Dago,  se compondrá una cadena humana por el derecho a decidir de 123 km, uniéndo Durango e Iruñea/Pamplona. Nosotros hemos querido unir el camino con palabras, contar el camino de boca en boca. Un pueblo, una cultura, cualquiera que sea, ha ido construyendo a lo largo del tiempo, una manera de mirar el mundo y colocarse en él a través de un imaginario compartido, que lo ha ido transformando y enriqueciendo, adaptándolo a cada generación. No mejor ni peor, sino el que han ido construyendo entre sus integrantes; no uniforme, sino multiforme. 
Contando 100 cuentos en 100 días, hemos querido reivindicar esa cadena de transmisión oral; no por una mitificación del pasado, sino para imaginar un camino de futuro. Como en los cuentos, lo importante no es dónde se comienza o dónde se termina, sino cómo hacer frente a las vicisitudes que pueblan el recorrido. Hemos estado tejiendo palabras, y lo seguiremos haciendo, cogidos de la mano, contando historias de antaño y actuales, imaginando el futuro. Si es verdad, guárdalo en el bolsillo; si es mentira, no lo dejes salir; como contaban en Andoain.