terça-feira, outubro 16, 2012

Creatividad


         En esta época de crisis suelen darse largas discusiones sobre el destino de los dineros. En las instituciones se discute largo y tendido sobre ello, apareciendo, como es lógico, distintos criterios. ¿En qué gastar el dinero? ¿Cómo repartir de la manera más justa los escasos dineros institucionales? Por supuesto, cada cual arrimará el ascua a su sardina. En el mundo de la cultura sabemos algo de eso. De todas maneras muchas veces tengo la impresión de que nos quedamos algo cortos al exponer nuestros argumentos. Se suelen oír defensas de la Cultura como quien defiende una religión. Solo falta que se le pongan altares. Bueno, quizás esas macro estructuras culturales sean una señal de esto último.
         Suelen oírse también argumentaciones defendiendo la cultura como un pasatiempo, como algo que no hay que ideologizar. A veces parece que la creatividad viene dada por algún dios, como si fuese una bendición. Y entre tanto palabrería, se nos olvida para qué demonios sirve esa creatividad que es inherente a toda persona, y cómo podemos utilizarla. En estos casos de duda suelo acudir a Gianni Rodari, pedagogo y escritor italiano, desfacedor de algunos de mis entuertos mentales. “Si una sociedad basada en el mito de la productividad (y sobre la realidad del provecho), necesita hombres a medida –fieles ejecutores, diligentes reproductores, dóciles instrumentos sin voluntad-, se puede decir que está mal hecha y que es necesario cambiarla. Para cambiarla se necesitan hombres creativos, que sepan utilizar su imaginación”. El narrador o la narradora, como parte de ese mundo cultural, si no pone su creatividad al servicio del cambio social, no hará más que rezos en el altar, sin llegar a entender la utilización de la imaginación.

Original en euskara publicado en el diario GARA: http://www.gara.net/paperezkoa/20121016/367500/eu/Kreatibitatea