terça-feira, janeiro 10, 2017

Mendigos

Hace unos días un amigo comentaba la cantidad de mendigos que se veían en las calles del pueblo, y al mismo tiempo mostraba su preocupación por si habría algún tipo de política de ayudas para con estos pobres. Recordé entonces, que cuando leía en la adolescencia El Buscón de Quevedo o El Lazarillo de Tormes, me llamaba la atención la cantidad de mendigos que aparecían, como una representación de tiempos lejanos. El franquismo también tuvo en cuenta a los pobres y en la década de los 50 lanzó la campaña “ Por Navidad pon un pobre en tu mesa”, de manera que los ricos practicasen y mostrasen su caridad en fechas tan señaladas. Berlanga dirigió una película genial con el tema: “Plácido”. Felizmente yo no conocía esa situación, aún siendo de un barrio obrero azotado por la crisis. La idea de pobreza no era la de miseria, podría decirse que la pobreza vendría dada por la escasez en comparación con la abundancia de los ricos. Los mendigos se me mostraban como algo del mundo literario.

En los cuentos tradicionales los mendigos, los pobres, los marginales son personajes habituales, que viven mil peripecias para escapar de su situación. Los pobres son los protagonistas y la solidaridad les acompaña en sus aventuras. La anciana mendiga ayudará a la protagonista a tornar su suerte, en pago a su generosidad. En la vida de los nadie no hay caridad, sino solidaridad, preocupación por el otro. Los pobres en los cuentos no se sientan en las mesas de los ricos para limpiar las conciencias de ellos, sino que toman la mesa. El narrador, la narradora transmitirá su voz.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA