terça-feira, julho 31, 2018

SINCRETISMO

Nuestro abuelo contaba que no se podía salir de casa después del toque de campana para la oración de vísperas, de lo contrario los genios de la noche te llevarían. Y eso le ocurrió a una chica joven allá en su pueblo, Arano, en el norte de Nafarroa; y no la vieron nunca más. Creía en esas cosas. Charlando con dos hombres después de contar cuentos en un bar de Mendaro, pueblo del interior de Gipuzkoa, uno de ellos me contaba cómo en una casa vieja que hubo al lado decían de una mujer que vivió allí que era bruja. Y contó lo que contaban. Según avanzaba el relato me dí cuenta de que yo sabía tres o cuatro versiones de aquella leyenda, y antes de que acabase, en mi mente repetía el final “¿Cómo hombre e hilando? ¿Y cómo gato y hablando?” El otro hombre asentía. En algún programa de la Euskal Telebista (Televisión pública vasca), entrevistaban a una mujer de un caserío de Usurbil, en Gipuzkoa, y en un momento señaló un vaso de agua que estaba en la cocina, y decía que si dejabas un vaso lleno de agua por la noche y al día siguiente tenía burbujitas es que habían estado brujas. En el vaso se podían ver unas pequeñas burbujas.

El sincretismo consiste en que dos religiones se mezclan o se influencian mutuamente. Como en todas las culturas y pueblos del mundo, en el pueblo vasco las creencias y la cultura que se han desarrollado durante siglos, no han estado aislados de otras culturas y creencias; al contrario, ha habido una relación constante, y gracias a ella hemos avanzado. Nuestra originalidad, en caso de que existiese algo así, consiste en que hemos sabido sobrevivir como pueblo vasco, vistiendo nuestra identidad cultural con mil colores, sin dejar de ser. Como muchos en el mundo. Ahí nuestro sincretismo.
Publicado originalmente en euskara en el diario GARA