quinta-feira, fevereiro 07, 2013

Desapariciones


         Bernardo Atxaga mencionaba que sus libros Obabakoak y El Hijo del Acordeonista, reflejan un mundo que desaparece. Esta desaparición se lleva muchas cosas con ella, palabras por ejemplo, palabras para denominar el mundo. Al mismo tiempo que el mundo cambia, también cambian las maneras de mencionarlo, se renuevan. Al principio se harán extrañas las nuevas palabras, inaceptables desde la nostalgia de viejo pasado.
         A menudo reflexiono sobre la razón de ser de la narración oral contemporánea. ¿Por qué contamos cuentos aquí y allá? ¿Por qué recorremos carreteras retorcidas con un bagaje de cuentos? ¿Qué función social cumple la narración oral en la sociedad actual?¿No tendremos una nostalgia poética, épica a veces, de la narración oral de antaño? Me da la impresión de que en vez de tener una importancia por sí misma, la narración tiene que estar en relación a otras cosas, para que pueda tener una razón de existir. La narración oral parece que, como si fuese una habitante de un mundo de otro tiempo, está condenada a desaparecer como tal. ¿El aficionado a los cuentos dónde y cuándo puede saciar su sed? Se menciona la crisis, pero el problema va más allá. La narración oral, como otros sectores de la cultura, parece que es prescindible. ¿Para qué gastar dineros en narración? ¿En qué nos enriquecerá?
         La narración oral contemporánea tiene que hacer una reflexión sobre su actual función social. No es suficiente reivindicar presupuestos más altos para la cultura. Exigir condiciones dignas para contar, no es suficiente, si su función social está en entredicho. El hogar en vez de fuego es de vitrocerámica, ¿cómo, entonces, contar cuentos al calor de la lumbre, si ésta ha desaparecido?

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA: http://gara.naiz.info/paperezkoa/20130205/386383/eu/Desagerpenak