quarta-feira, novembro 27, 2013

Versos vs cuentos

            Una vez, invitados por la ikastola de Hendaia, nos propusieron al bertsolari (improvisador de versos cantados) Amets Arzallus y a mí hacer una sesión de controversia entre versos improvisados y cuentos contados. El procedimiento era simple, cada cual teníamos que responder al otro desde nuestra especialidad. Una propuesta interesante pero al mismo tiempo complicada. Comencé yo contando un pequeño cuento al cual respondió el bertsolari con un verso improvisado, respondiéndole yo a continuación con otro cuento. Así fue avanzando la sesión encendiendo la curiosidad de los asistentes, así como la nuestra propia. De vez en cuando un sudor frío recorría mi espalda mientras escuchaba al bertsolari y rebuscaba en mi baúl mental un cuentecito para responderle. Estaba convencido que a él se le haría más fácil este trabajo, al estar ellos acostumbrados a estas controversias, pero me sorprendió el comentario de Amets diciendo que a él también se le hizo complicado, ya que según escuchaba el cuento no podía decidir a qué agarrarse para improvisar el verso. Un hermoso ejercicio para los dos, con la oralidad en estado puro.
            El verso improvisado y la narración de cuentos serán, seguramente, los mayores emblemas de la oralidad artística, uno en rima y el otro en prosa, representantes de un mismo mundo creativo que nos llega desde antiguo. La oralidad ha sido durante siglos la principal y, podemos decir, única forma de expresión de la gente humana, transmitiéndose de este modo los conocimientos de la comunidad, de lo cual sabemos algo los vascos al negársenos hasta hace bien poco el derecho a ser alfabetizados en nuestra lengua. El verso improvisado y la narración oral han sido instrumentos artísticos imprescindibles en esa transmisión. Hoy en día, estas dos expresiones orales y artísticas han evolucionado, sin perder la esencia del pasado, convirtiéndose en formas de expresividad y creatividad contemporáneas equiparables a cualquier otra forma de expresión artística. El ponerlas a crear juntas, muestra la incomparable fuerza de la oralidad.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

segunda-feira, novembro 25, 2013

Que somos y no somos

            Un amigo vivió un suceso extraño. Como iba a casarse en el extranjero tuvo que formalizar unos papeles en la embajada española; su sorpresa fue extrema cuando le comunicaron que no existía. No podía creerlo, asaltado, de repente,  por las dudas de su propia existencia. Nacido fuera de España, en el exilio de su familia republicana, parece ser que no existía registro alguno de su llegada al mundo. Pero él estaba allí, en carne y huesos, delante de aquel funcionario. Y este se dirigía a él. No era, pero estaba. Tenía nombre y lo nombraban. Parece ser que el exilio lo condenó a la inexistencia.
            El escritor vasco Marc Legasse imaginó una linda metáfora con los contrabandistas y Euskal Herria, en su obra “Los contrabandistas de Ilargi Zaharra”. Los contrabandistas, como Euskal Herria, son pero no existen; transitan bajo la luz de  ilargi zaharra, la luna llena, en un mundo sin fronteras. Condenados a la inexistencia, caminan por senderos ocultos conscientes de su propia presencia. Como las brujas. Unos hombres discutían en un bar sobre la existencia de las brujas. Uno de ellos regresaba a casa echada la noche, cuando se le aparecieron las brujas en el camino. Y se lo dejaron claro: “¡Que no somos pero somos, aquí estamos ciento cincuenta y cinco!”. Y una tras otra le fueron golpeando. Al amanecer lo encontraron ahorcado de un árbol. 
            Del mismo modo los narradores y narradoras extienden, a la luz de la luna llena, los nombres de lo que existe. Viajan a través de las palabras. Y con ellas. Eduardo Galeano escribió que “quien sabe contar cuenta sabiendo que el nombre es la cosa que el nombre nombra”. Y aun habiendo muchos narradores y narradoras, es difícil conocer sus nombres. Como ese amigo inexistente, al narrador, a la narradora le ocurre que tiene que reivindicar su existencia, su nombre.