quarta-feira, dezembro 26, 2012

El cuaderno


Hay un hombre sentado en la esquina de la farmacia al lado de mi casa. Se sienta casi todos los días en una silla pequeña, pidiendo. Mejor dicho, pidiendo sin pedir. Mientras la gente pasa a su lado, sentado en su pequeña silla, el hombre llena las hojas de un cuaderno, sin reparar en su entorno, concentrado en su labor. Lo que escribe no es un trabajo de creación, aparentemente al menos. Al lado del cuaderno, apoyado en las rodillas, mantiene un libro abierto. Pasa el tiempo copiando ese libro. Lentamente y cuidando la caligrafía, pasa la mañana reescribiendo las páginas impresas. ¿Qué libro será? ¿Por qué lo copia? A la manera de los músicos callejeros, ¿es él un copiador callejero? ¿Acaso por una moneda ofrece una pequeña conversación, con el libro como pretexto?
         Hace unos días, estando en un instituto, explicaba a los jóvenes adolescentes que si querían crear una historia la curiosidad era imprescindible, que tenían que hacer preguntas. Que las historias se pueden encontrar en cualquier esquina o rincón. Hay cantidad de hechos cotidianos que pasan sin que reparemos en ellos, pensando que son intrascendentes. Al crear una historia, da la impresión de que tenemos que contar algo increíblemente original, y nos envolvemos en nosotros mismos para lograrlo. Pretendemos sorprender a los demás sin dejarnos sorprender nosotros mismos. Si queréis inventar una historia, les decía a los alumnos y alumnas, necesitáis tener todos los sentidos abiertos, reparar hasta en el acontecimiento más humilde y hacer preguntas sobre ello. El relato que buscamos lo encontraremos en la búsqueda de las respuestas. Y de esta manera, al contarlo sorprenderemos a quien lo reciba con nuestra sorpresa. O no, quien sabe, pero no lo sabremos si no andamos ese camino.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA: http://gara.naiz.info/paperezkoa/20121226/379588/eu/Koadernoa

terça-feira, dezembro 11, 2012

Gambas


         “Pero tiene que ser con gambas, no langostinos o parecidos, sólo gambas”. Entre otras cosas, Pere Sans escribe libros de cocina; y nos hablaba de lo que le comentó una mujer sobre la receta de pollo de corral con gambas al vino tinto. No tenía el mismo sabor si se sustituían las gambas. Un plato cambia su personalidad utilizando un ingrediente u otro, aunque sean parecidos. Quizás alguien preferiría aderezar el guiso con unos buenos carabineros en vez de unas humildes gambas, pero ese detalle llevaría al comensal por otros derroteros gastronómicos. El plato quedaría desvirtuado. Además, nos quedaríamos sin saber a qué sabe la unión del pollo con las gambas.
         Los cuentos se cocinan con distintos ingredientes. Cada narrador preparará su receta, como un cocinero del decir. Tendrá entre sus manos, o sus labios, la receta de algún cuento recogido aquí o allá. Y reflexionará sobre su preparación. ¿Hacerlo como siempre o introducir novedades? ¿Utilizar los ingredientes tradicionales o dar paso a nuevas influencias? Los cuentos traídos de la tradición popular tienen un parecido con las recetas de la misma procedencia. Son creaciones populares de antaño, sin autores conocidos, de sabor propio, con su preparación y presentación original, con variaciones según el lugar y la persona que los presenta. De todas maneras, como en esas recetas, en los cuentos también cada narrador tendrá su propia versión; aunque siempre, en una u otro, es imprescindible el conocimiento de los ingredientes. Qué, cuándo y cómo utilizarlos no es broma, ya que no es lo mismo una gamba que la cigala o un carabinero.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA: http://gara.naiz.info/paperezkoa/20121212/377450/eu/Ganbak

quarta-feira, novembro 28, 2012

Buenas y malas intenciones


         Al andar por la noche hay que tomar ciertas medidas para protegernos de la aparición de genios, ánimas y parecidos entes. Para empezar no hay ni que saludarles; al pasar al lado no hay que decirles “Buenas noches”, o algo parecido. Teniendo dudas sobre si quien viene de frente es buena o mala persona hay que preguntarle, “¿Vienes con buenas o malas intenciones?”, rápidamente santiguarse. En caso de tener malas intenciones desaparecerá de inmediato. En caso de entablar contacto con un ánima, no se le puede dar la mano ni tocar, ya que están incandescentes por el calor del Purgatorio; para darles la mano hay que protegerse con un pañuelo. Como las ánimas van por la acera, para no cruzarse con ellas lo mejor es caminar por medio de la calle. Todo esto nos señala Anton Erkoreka en uno de sus libros sobre cuentos, leyendas y supersticiones de Bermeo, Bizkaia.
         Es de agradecer que gracias a la labor de muchas personas, de sus investigaciones y recopilaciones, podamos acceder a estas informaciones. Los narradores y narradoras, accedemos a un instrumento gozoso para el trabajo, además de ser fuentes de conocimiento. Por supuesto muchas de estos relatos y creencias, quedan en estos tiempos algo trasnochados; porque, ¿cuánta gente puede haber que crea en el encuentro nocturno e inquietante, con un ánima del purgatorio en una acera de su localidad? Aún así, si se quiere narrar historias, nos ayudaran a entender los mundos fantásticos que han ido creando las personas y las culturas. La fantástica y la imaginación parten de una lógica similar, llevándonos a nuestros mundos interiores.
         Quien cuente deberá saber cómo traer todas esas creaciones fantásticas a nuestro tiempo, cómo adaptar esos mundos imaginativos llegados de antaño a nuestra fantasía contemporánea. Enseñar quienes son en este mundo nuestro los que traen buenas o malas intenciones.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

quarta-feira, novembro 14, 2012

El Príncipe Azul


         Una vez estuve buscando al Príncipe Azul en los cuentos clásicos. Por cuentos clásicos se suele entender, normalmente, aquellos recopilados por los hermanos Grimm y por Perrault. De todas las decenas que recopilaron los que se mencionan no van más allá de media docena: Cenicienta, Blancanieves, La Bella Durmiente, Caperucita Roja y alguno más. Quizás no busqué concienzudamente, ya que no encontré ni rastro del dichoso Príncipe Azul; aunque, por supuesto príncipes sí, pero ninguno vestido con ese color. Los he solido ver eso sí, en distintas ilustraciones y animaciones, de la factoría Disney principalmente. Entonces me pregunté si cuando se critican esos cuentos, y por extensión todos los cuentos populares, se hace desde el conocimiento o, simplemente, desde una idea estereotipada de ellos, llena de tópicos e ideas preconcebidas.
         Los cuentos populares son creaciones anónimas que evolucionan con el tiempo y, sobre todo, en la voz de quien los narra. No hay en el mundo una cultura en la que no se cuenten cuentos. El narrador, quizás desde el mismo momento en que surgió la palabra, ofrece con sus narraciones una visión del mundo que habita. Cuando cuenta es parte del imaginario y la simbología de ese mundo, expresando su visión de todo ello. El cuento tradicional vivirá en la voz de quien lo cuenta, y cuando lo ofrece a la gente, expresará lo que desea a través de la narración. En ese ir y venir entre quien cuenta y quien escucha se construirá una suerte de dialéctica fantástica. En esa relación el cuento no será más que un instrumento. Los cuentos irán evolucionando con el tiempo en el interior del narrador, de la narradora. Ese bello durmiente se despertará en la boca de quien cuenta. Si viste al príncipe de azul, o con los colores del arco iris, será su decisión.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA: http://gara.naiz.info/paperezkoa/20121113/372315/eu/Printze-urdina

terça-feira, outubro 30, 2012

Idiomas secretos


         Una vez estuve contando en Paraguay. Estando esperando para contar en una escuela pública se me acercaron dos niños preguntando; de dónde venía y para qué, y cosas así. Entonces comenzaron a hablar en guaraní entre ellos, después me miraban y comenzaban a reír, me miraban de nuevo, y más risas, mientras hacían algunos comentarios que yo, por supuesto, no entendía; y más risas. Para su sorpresa comencé a hablarles en euskara, diciendo que yo también tenía un idioma secreto. Los niños me miraban asombrados. Recuerdo la sorprendida cara de uno de ellos con la boca abierta. En su esquema “lingüístico” no entraba un idioma diferente del guaraní o el castellano, y por supuesto menos, viniendo de la boca de un blanco “español” como yo. Esa mañana, en aquella escuela pública de Asunción, comencé la sesión de cuentos hablando en euskara.
         El ser dueños de un idioma secreto encandila a los niños; quizás por eso inventamos idiomas en la infancia, convirtiendo las palabras en juegos. No sé qué impresión dejaría el sonido del euskara en aquellos niños, de aquella escuela pública paraguaya, pero viendo sus caras sorprendidas, la silenciosa atención mantenida durante dos minutos, ofreciéndoles palabras para ellos incomprensibles, nos lleva a reflexionar sobre el habla. Hablar no es un ejercicio vacío, sino una expresión maravillosa de nuestros territorios interiores.
         Al contar en euskara nos adentramos en los escondrijos de los secretos. En los territorios de la sorpresa. En la maravilla del habla. Contar en euskara no es solo contar una historia bonita, maravillosa o, quizás, repelente, es también ofrecer un mundo, un mundo que se construye entre la historia, el habla, quien cuenta y quien escucha. Y cuando acaba el relato se guarda un secreto.

   Original en euskara publicado en el diario GARA: http://gara.naiz.info/paperezkoa/20121030/369881/eu/Hizkuntza-sekretuak

terça-feira, outubro 16, 2012

Creatividad


         En esta época de crisis suelen darse largas discusiones sobre el destino de los dineros. En las instituciones se discute largo y tendido sobre ello, apareciendo, como es lógico, distintos criterios. ¿En qué gastar el dinero? ¿Cómo repartir de la manera más justa los escasos dineros institucionales? Por supuesto, cada cual arrimará el ascua a su sardina. En el mundo de la cultura sabemos algo de eso. De todas maneras muchas veces tengo la impresión de que nos quedamos algo cortos al exponer nuestros argumentos. Se suelen oír defensas de la Cultura como quien defiende una religión. Solo falta que se le pongan altares. Bueno, quizás esas macro estructuras culturales sean una señal de esto último.
         Suelen oírse también argumentaciones defendiendo la cultura como un pasatiempo, como algo que no hay que ideologizar. A veces parece que la creatividad viene dada por algún dios, como si fuese una bendición. Y entre tanto palabrería, se nos olvida para qué demonios sirve esa creatividad que es inherente a toda persona, y cómo podemos utilizarla. En estos casos de duda suelo acudir a Gianni Rodari, pedagogo y escritor italiano, desfacedor de algunos de mis entuertos mentales. “Si una sociedad basada en el mito de la productividad (y sobre la realidad del provecho), necesita hombres a medida –fieles ejecutores, diligentes reproductores, dóciles instrumentos sin voluntad-, se puede decir que está mal hecha y que es necesario cambiarla. Para cambiarla se necesitan hombres creativos, que sepan utilizar su imaginación”. El narrador o la narradora, como parte de ese mundo cultural, si no pone su creatividad al servicio del cambio social, no hará más que rezos en el altar, sin llegar a entender la utilización de la imaginación.

Original en euskara publicado en el diario GARA: http://www.gara.net/paperezkoa/20121016/367500/eu/Kreatibitatea

terça-feira, outubro 02, 2012

Huelga


         Recuerdo las huelgas de juventud en mi pueblo. Había ocasiones que duraban hasta dos días. La asamblea popular, con la plaza a rebosar, decidía cómo organizarla, y las discusiones encendidas. En ese ambiente observábamos a los chiquiteros “profesionales”, a la búsqueda de un trago. Las sociedades gastronómicas o algún bar perdido en algún barrio, aplacaban la costumbre diaria. Sí algún día estallaba la revolución en Euskal Herria, bromeábamos, sería como consecuencia de tener los bares una semana cerrados. Las tabernas eran, quizás, lo que más se echaba en falta en los días de huelga. ¿Qué revolución estallaría, en cambio, si no se contasen cuentos durante una semana en ningún lugar? ¿Qué huelga puede hacer el narrador? ¿Qué consecuencia tendría? Alguna vez he imaginado una manifestación, grande o pequeña, en un día de huelga en la que los narradores y narradoras portásemos una pancarta con la soflama: “¡Hoy no hay cuentos! ¡Los narradores en huelga!”. Y los niños y niñas, como detrás del Flautista de Hamelín, siguiéndonos con otra pancarta: “¡Los niños y las niñas con los narradores!”. Y los padres y madres: “Los cuentos en huelga, ¡nosotros también!”. Y las soflamas al aire: “Huelga general, cuentos igual!”. Quizás. Más delante o detrás, una pancarta exclama: “¡No nos contéis cuentos!”. Y nosotros: “Tranquilos, hoy ni había una vez”.
         El narrador, la narradora que tiene la voz como instrumento de trabajo, callando hace huelga, levantándola para poder seguir siendo narrador. Para que las sesiones de cuentos puedan existir dejará de contar, para estar en otros cuentos; convirtiéndose en escuchador de las historias de otros. Para no ser condenado al silencio, el narrador, la narradora huelguista, callará sus cuentos, por un día siquiera. Para que las historias de los demás sean las suyas.

terça-feira, setembro 18, 2012

Naqqâli


         "El naqqâli es una forma de teatro, donde un solo actor puede hacer diez roles, lo mismo de caballo que de dragón, sin la preocupación de los decorados y los elementos necesarios para la puesta en escena. Pero, al mismo tiempo, el naqqâli es un arte difícil de dominar, y muy difícil de aprender también, ya que las investigaciones sobre él son escasas, casi inexistentes”. Fâtemeh Habibizâd, conocida como Gordafârid en su faceta de naqqâd, es la primera mujer que practica este arte narrativo tradicional de Irán. Este arte oral milenario, parece que está en riesgo de desaparecer. El naqqâli se ha desarrollado tradicionalmente en las casas de café, ghaveh-khânehs, especialmente en Ispahan y Bagdad, narrando gestas heroicas. Desgraciadamente cada vez es más difícil escuchar a los naqqâd en esos lugares tradicionales cantando gestas centenarias. “No queda más que tres o cuatro que ofrezcan sus espectáculos en los ghaveh-khânehs. Cuando estos mueran se llevarán con ellos una gran parte de la tradición oral de nuestro país. Yo pienso que detrás de mí no tomará nadie el relevo, y dentro de unos años el naqqâli desaparecerá totalmente”.


         Desgraciadamente hay muchos ejemplos como este en el mundo. Los relatos han pasado de una transmisión directa a una tecnológica. Los media han inventado  un nuevo naqqâli; nos llega la voz de los nuevos naqqâl desde la lejanía, ofreciendo relatos extraños, en vivos colores y sin tiempo para la reflexión. La cuestión no es caer en las garras de la nostalgia, sino la defensa de los tesoros culturales. . La narración oral contemporánea también tiene que cuidar y defender sus tesoros. En el mundo hay muchos naqqâl acabando sus días. Quien narra trae en su voz ecos de antaño. Perderlos sería perderse en un mundo estridente, pero silencioso.








Artículo publicado originalmente en euskara en el diario GARA: http://www.gara.net/paperezkoa/20120918/362784/eu/Naqq%C3%A2li

terça-feira, setembro 04, 2012

Conciencia


“La conciencia de nuestras limitaciones es, en definitiva, una conciencia de nuestra realidad. En medio de la niebla de la desesperanza y la duda, es posible enfrentar las cosas cara a cara y pelearlas cuerpo a cuerpo: a partir de nuestras limitaciones, pero contra ellas.
En este sentido, resulta tan desertora una literatura “revolucionaria” escrita para convencidos, como una literatura conservadora consagrada al éxtasis en la contemplación del propio ombligo”.
         Son estas, líneas escritas hace tiempo por Eduardo Galeano. Una pequeña mención a reflexiones más extensas en torno a la postura y la imagen que el  escritor tiene de su oficio en la sociedad. Robando al escritor uruguayo su reflexión, sustituyamos escritor por narrador oral, ya que no hay mucha diferencia, uno coloca letras en el papel, el otro palabras en el aire. Reflexionemos sobre el lugar que toma el narrador en una situación de crisis y complicaciones como la actual. El narrador habla a la gente desde el territorio de la imaginación, le trae historias a la conciencia, ofrece relatos a quien tiene delante para que se adentre por los senderos de la imaginación. ¿A dónde querrá llevar a quien le escucha? ¿Desde qué reflexiones partirá para invitar a reflexionar a sus escuchadores? Se habla mucho de despertar conciencias, pero ¿tiene despierta la suya quien narra? El narrador que habla a la gente, ¿desde qué lugar de la sociedad que habita se dirige?
         En otras líneas Galeano escribe que el escritor necesita interlocutores, no admiradores. ¿Qué necesita el narrador? Meciéndose en medio de la desesperanza y la duda, ¿cómo se enfrenta a la esperanza del futuro?

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA: http://www.gara.net/paperezkoa/20120904/360507/eu/Kontzientziaz

quarta-feira, agosto 22, 2012

¿De dónde surgen los cuentos?

"Aquí al lado había una casa, ahí donde ahora hay una nueva; pues decían que las dos hermanas que vivían ahí eran brujas. Yo las conocí y de pequeño nos contaban que...". Estaba en Mendaro, pequeña población gipuzkoana, y después de una sesión de cuentos en el bar, un hombre que asistió a ella, comenzó a contarme una historia de brujas que yo mismo habré contado muchas veces y de la cual conozco varias versiones. "Eso contaban...", decía el hombre. Con una cerveza en las manos, continuamos hablando de las cosas maravillosas que ocurren en el mundo.
 Es una antigua pregunta. ¿De dónde surgen los cuentos? No me refiero, por supuesto, al relato puesto sobre papel en el que un escritor muestra sus mundos imaginarios; sino, a las historias que, en todas las culturas del mundo, han ido pasando de boca en boca. Habría un momento en que ese relato se puso en marcha; alguien que lo contó por primera vez. Al contrario que en la escritura, un relato que va de boca en boca, se ha ido enriqueciendo, evolucionando, transformando, viajando por personas, casas, pueblos, países. Y en ese viaje, el cuento ha ido adquiriendo una personalidad propia, en un continuo enriquecimiento y transformación. La narración oral contemporánea ha agarrado esos cuentos y les ha dado un sentido escénico,  ofreciendo ese deporte de la palabra dicha como una propuesta artística.
El narrador moderno será un reformulador de ese tesoro cultural, dándole a la creatividad popular otra mirada, haciendo de la narración oral un arte escénico. Y, quizás, en algún momento, llevará a escena alguna anécdota o relato surgido en una conversación entre amigos, llevando las palabras de boca en boca, desde el mundo de la realidad al mundo de la fantasía y la creación. Ya que, el narrador oral es un creador que nos invita a viajar a través de sus mundos imaginarios.

 Originalmente publicado en euskara en el diario GARA: http://www.gara.net/paperezkoa/20120821/358296/eu/Ipuinen-sorrerak

quarta-feira, agosto 08, 2012

La Agenda


         Siendo como soy aficionado a la sección de agenda de los periódicos, me gusta mirar las propuestas culturales que se ofertan diariamente, no por que vaya a acudir a todas ellas, siquiera a alguna, sino por saber lo que hay por ahí. Son cosa buena las agendas culturales diarias, además de ofrecer una información concreta, puedes hacerte una idea más o menos real del movimiento cultural existente. En los periódicos encontramos agendas mejores y peores, por supuesto, más o menos amplias, pero en todas con un golpe de vista nos haremos una idea de la oferta cultural del ámbito que abarque el diario en cuestión. Las agendas suelen estar organizadas por secciones: teatro, música, exposiciones, infantil, etc. Cada evento suele aparecer bien definido en cuanto al día, la hora, quién lo llevará a cabo y el lugar, y por supuesto, en su debida sección. Pero, en caso de querer asistir a una sesión de narración oral, ¿dónde buscar?
         Narradores y narradoras deberíamos preguntarnos la razón por la cual la narración oral no goza de una sección propia en las agendas de prensa. En las raras ocasiones en las que aparece, suele ser en la sección infantil y, por supuesto, con un indefinido “cuentacuentos”, condenados a lo innombrable. Reivindicamos la visibilidad, que se conozca y reconozca nuestro oficio; pero, quizás, nos fijamos poco en ese pequeño espacio periodístico, sin aparente importancia. Si la narración oral lograse ocupar ese ínfimo espacio; si consiguiese que se nombrasen los espectáculos de narración, que se nombrasen a sus protagonistas; si alcanzásemos a que no se identificase mayormente como actividad infantil; si conquistase su propia sección en las agendas, habría dado un paso en su visibilización. Está en manos de narradores y narradoras tomar en cuenta ese pequeño lugar, reivindicar esa humilde existencia, para poder ser seleccionados en un golpe de vista. Es un espacio pequeño el de la agenda, pero muestra un mundo.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA: http://www.gara.net/paperezkoa/20120807/356063/eu/Agenda

quarta-feira, julho 25, 2012

I.V.A.



         Desde hace tiempo los narradores y narradoras llevamos una “pelea” para que la narración oral tome en la cultura el lugar que le corresponde, es decir, ser considerada como una expresión creativa de las artes escénicas. Por lo menos algunos y algunas. Quizás para muchos esto sea una verdad de Perogrullo; pero, en general, lo que destaca es una falta de definición. La narración oral como una actividad dirigida a la infancia es, seguramente, la idea más extendida, y, muchas veces, más que estar dirigida a enriquecer el acerbo cultural de niños y niñas, se limita a mero pasatiempo. También suele considerarse como una rama de la literatura escrita, de este modo, parece ser que las bibliotecas son el espacio “natural” de la narración contada. Quizás debido a esta consideración es complicado, cuando no imposible, acceder a salas teatrales, pequeñas, medianas o grandes. Estos no serían grandes problemas si no ocultasen la evolución que presenta la narración oral contemporánea.
         Podemos enumerar más preocupaciones en torno a la narración oral, pero estos últimos días ha caído sobre esta actividad una verdadera bomba de relojería, que puede llegar a condicionar la existencia de la narración oral como actividad profesional. La subida del IVA al 21% viene a levantar un verdadero muro al desarrollo y supervivencia de la narración oral. Si hasta ahora había verdaderas dificultades para poder negociar unos cachés dignos, con esta subida se convertirá en una labor de titanes, precarizando aún más el oficio, teniendo que asumir el o la artista en su salario la subida para poder trabajar. En estos tiempos procelosos, la cultura sufre una situación de crisis brutal, en silencio, pero con miles de puestos de trabajo al filo de la navaja; siendo la narración oral en esta situación la cenicienta. Contar cuentos no es simplemente, algo “bonito” ni de tradición milenaria, es también un oficio, y las políticas económicas neoliberales que estamos sufriendo, tal y como estallan en las vidas de la clase trabajadora, condena a los narradores y narradoras a un agujero negro sin fondo. Nos atañe a nosotros y a la sociedad que la narración oral no se hunda en estos embates económicos. Para que no gane el rey malvado.

terça-feira, junho 26, 2012

Transmisión

Pongamos por caso que dentro de cien años un antropólogo quiere recopilar e investigar los cuentos que saben los abuelosy abuelas. Se encontrará con ellos cargado de diferentes aparatos tecnológicos esperando recoger fielmente el tesoro narrativo oral que guardan. ¿Qué historias recopilará? ¿Cómo las contarán? ¿Cuál será el lugar y el momento donde las recoja? ¿Dónde se ubicará la abuela? ¿Junto al hogar? ¿De dónde y cuándo almacenó en su memoria esos cuentos? ¿Qué imaginario descubrirá el investigador? ¿Qué mundo fantástico?
La narradora e investigadora de cuentos Gilka Girardello me advertía de cómo está cambiando la estructura y la mirada hacia los cuentos a través de los modelos que se ofrecen en los medios audiovisuales, y de la literatura muchas veces. Se está extendiendo un modelo único en contraposición a los diferentes modelos que las culturas del mundo han ido construyendo y fortaleciendo a través de los tiempos. Comentaba preocupada que la globalización también se está dando en la narración oral. Hasta entonces no había sido plenamente consciente del problema, pero enseguida me percaté de que no le faltaba razón. Me hizo pensar sobre la importancia que tiene el que los narradores y narradoras reflexionemos y trabajemos en torno a los modelos narrativos orales que recibimos y transmitimos. Tal y como hicieron los que nos precedieron, nosotros también deberíamos enriquecer, fortalecer y darle una entidad propia a nuestra narración, rechazando un modelo globalizado.
Pero aún no siendo narradores, cualquier persona debería tomar en cuenta qué tipo de cuentos y cómo los transmiten a sus descendientes, reflexionar sobre la importancia que tiene para una cultura desarrollar su propio modelo narrativo oral. Para que dentro de cien años, un investigador y recopilador de cuentos, no se encuentre siempre ante la misma historia, contada de la misma manera, aprendida de alguna televisión (o biblioteca).

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA:   http://www.gara.net/paperezkoa/20120626/348854/eu/Transmisioa

terça-feira, junho 12, 2012

Kontalaria.net


         Salseando por internet mira por donde me encuentro con una actividad en torno a la narración oral llevada a cabo hace dos años por el Gobierno Vasco. La lalmaron “Kontalaria” (Narrador). Una propuesta simple e interesante. La actividad consistía en una camioneta debidamente acondicionada, que recorría diversos pueblos. Al llegar a ellos quien lo desease entraba en ella y grababa en video una parte improvisada de un cuento. Al finalizar el día, entre todos los participantes componían un relato narrado oralmente. Se planteó como una actividad para promocionar el euskara, y con la intención de hacerlo de una manera lúdica y participativa, escogieron la narración oral de cuentos.
         En si, el objetivo de la actividad no era pequeña, en boca de la consejera de cultura Blanca Urgell, “Si consiguiésemos con los cuentos y el euskara inducir al disfrute, sería algo extraordinario”. De todas maneras, en mi opinión, antes y ahora, el proyecto adolecía de un fallo básico, la falta de consideración hacia el trabajo de los narradores y narradoras que llevamos años recorriendo la geografía de Euskal Herria, llevando el euskara y los cuentos a miles de personas. Este sería en mi opinión el mayor fallo de esta propuesta.  ¿Por qué no se les toma en cuenta? Parece ser que todo el mundo sabe sobra narración oral, que a cualquiera se le puede ocurrir algo con la narración oral de cuentos. Quienes llevamos muchos años en esto sabemos de lo complicado y dificultoso que es y el trabajo que cuesta hacer un trabajo que sea tenido en cuenta. Y, además, ¿qué ganó la narración oral vasca con esto?
         Durante los últimos 30 años miles de niños, jóvenes y adultos han podido escuchar cuentos en euskara por boca de narradores y narradoras vascas. Estas personas son las que componen el verdadero proyecto “Kontalaria”. Aunque no estén en boca de la consejera de cultura.


Publicado originalmente en euskara en el diario GARA: http://www.gara.net/paperezkoa/20120612/346495/eu/Kontalarianet

quarta-feira, maio 30, 2012

Profesionales


Es una discusión que surge cada cierto tiempo, aunque siempre pervive en el aire. ¿Quién es profesional? ¿Qué es ser profesional? Suele dar la impresión de ser una de esas discusiones sin salida, imponiéndose, normalmente, la definición de cada cual. No por ello, en cambio, deja de tener importancia. De hecho, suelen ser dos las visiones y planteamientos que protagonizan el debate. Por un lado, el defender la profesionalidad como el tener la actividad de contar cuentos como oficio. Por otro lado, entender la profesionalidad como la actividad bien hecha. Aunque a veces da la impresión de ser dos puntos de vista diferentes y diferenciados, la verdad es que una cosa no quita la otra. Pero el problema, en esta cuestión de la narración oral al menos,   no creo que sea este debate sin final, sino otro.

¿Qué le ocurre a quién tiene la narración oral como oficio? Entendido lo de oficio como forma de ganarse la vida. Podemos mencionar, por ejemplo la parte administrativa, es decir lo que tiene que ver con impuestos y cuestiones afines. La administración pública al convertirse en casi exclusivamente patrón y contratadora única de las actividades culturales escénicas, ¿qué medios pone para que los creadores culturales puedan desarrollar su actividad con la mínima precariedad? Últimamente lo vemos y sufrimos crudamente, recortes brutales en cultura y atraso de pagos (sine die muchas veces). Todo esto como ejemplo y resumiendo mucho.
         Por otro lado, ¿cuál es la imagen que existe en la sociedad sobre los narradores y narradoras? Más o menos, y consciente de ser demasiado general, la de unas personas que realizan esta actividad como pasatiempos y, sobre todo, que es válida para entretener a las criaturas. Y, claro, no merece la pena gastar muchos cuartos en ello. Además, eso no es un oficio, sino una afición. Pero todos no exigen que hagamos nuestro trabajo de la mejor manera posible, cumpliendo nuestros deberes impositivos y artísticos.
Es normal que esto sea así, la exigencia del trabajo bien hecho, y el cumplimiento impositivo, de que seamos buenos profesionales. Pero por nuestra parte deberíamos exigir la misma “profesionalidad” a la otra parte, que tanto condiciona y habla de nuestro oficio.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA : http://www.gara.net/paperezkoa/20120529/343805/eu/Profesionalak

terça-feira, maio 15, 2012

Los puertos del recuerdo


        Desde pequeño he disfrutado mirando desde la plaza o el paseo de Bonanza de Pasajes de San Juan los mercantes o pesqueros entrando y saliendo del puerto. Los puedes casi tocar cuando pasan por el estrecho canal que abre el mar entrando hacia el interior terrestre. Cuando salen hacia el mar abierto piensas hacia dónde se dirigen, a qué lejanas tierras, qué periplo les espera mientras se alejan hasta perderse en el horizonte. Y cuando entran, ¿qué noticias traerán? Los bou que regresaban de Terranova, después de una larga temporada transcurrida en lejanos mares brumosos y helados, además de bodegas repletas de bacalaos, traían con ellos extraordinarias historias; como la de los marineros encontrados en la bruma helada de un mar implacable, perdidos en una chalupa repleta de pescado.
        A los narradores nos preguntan muchas veces cómo podemos recordar las historias que contamos. Yo suelo responder que no las recuerdo, simplemente reposan en algún lugar de la mente, esperando a salir. Entonces, el cuento inicia su viaje, siendo las palabras el navío que lo transporta. Otras veces hacen el viaje contrario. Al escuchar una historia por boca de otra persona, entran por esa lengua de mar hasta atracar en mi memoria.
        Imagino los cuentos en mi puerto de la memoria, esperando a surcar los mares de la imaginación. Como en el puerto de Pasajes, cuando salen por la bocana, sabes cuál es su carga, sabes su destino; no sabes, en cambio, los avatares que le esperan en su periplo. La labor de quien cuenta será invitar a subir al navío a esa persona que mira desde tierra. Para que cada cual tenga su puerto del recuerdo. 

Originalmente publicado en euskara en el diario GARA: http://www.gara.net/paperezkoa/20120515/340908/eu/Oroimeneko-portuak

El título en euskara nos lleva a un poema del prolífico y estupendo escritor vasco Joseba Sarrionandia, cantado por el recordado y entrañable Imanol. http://eu.musikazblai.com/herrikoiak/oroimeneko-portua/

quinta-feira, maio 03, 2012

Tiernamente, un cuento


         Me cuenta Derrin que una novia que tuvo le pedía un cuento en la ternura de la cama. Desde entonces no ha vuelto a tener tal petición. Un amigo contaba un cuento que me escucho para aparecer tierno con las chicas. En las fiestas de Oiartzun, al arrimo de una cantina popular, de madrugada, un chico joven me pide un cuento: “Cuéntame un cuento, para contarle a esa chica, ya que quiero ligar con ella”. A los diez minutos, apoyado en la barra, estaba contando cuentos a la pareja, de madrugada, en fiestas.
         Como en el amor, en los cuentos también queremos alejarnos a otros mundos, para poder estar en este. Queremos recorrer los caminos de la ternura, para traer ternura a la vida. Queremos andar los caminos de la fantasía, para tener una vida fantástica. En los cuentos nos veremos en aventuras y situaciones increíbles, momentos maravillosos, con personajes sorprendentes; como si fuesen sueños que nos atrapan despiertos. Y como los sueños, nos rondaran, haciendo preguntas incomprensibles, planteándonos cuestiones inquietantes.
         Quien narra tiene un hermoso reto ante si. Tendrá que llevar a quien escucha a través de territorios deseados y soñados.  No será suficiente, sin embargo, sacar de su boca una palabra tras otra. No será suficiente hacer odas a la belleza. Quien narre tendrá que reflexionar. Cavilar sobre la importancia de la fantasía en la vida de las personas. Buscar dónde esconden los cuentos la llave para transformar la realidad. Prepararse técnicamente. La narradora, el narrador, no puede enfrentarse a su oficio con simpleza; para que Derrin puede recuperar la ternura.

terça-feira, abril 03, 2012

Quitar, quitar, quitar



         “Utilizaba mucha parafernalia, y a raíz de eso la atención de los niños se desviaba. Poco a poco comencé a utilizar menos cosas. Quitar, quitar…,¡al final he acabado por no utilizar nada!”. En una entrevista publicada en el suplemento Gaur8 del diario GARA así explicaba la narradora Maite Franko su evolución en la narración oral. Llegando del teatro hasta la narración oral, comenzó a contar bajo esa influencia, viajando poco a poco hacia la sobriedad, hacia la palabra desnuda. Y tiene toda la razón, ya que esa sobriedad le dará a la narración personalidad, a la narradora reflexión y al público un camino para su imaginación. Oteiza explicaba que desnudando la escultura, vaciándola, quitando lo que sobraba intentaba entender el alma humana.
         En esta sociedad consumista e hipócrita que habitamos, casi sin darnos cuenta nos dedicamos al relleno. Estamos construyendo una sociedad del relleno. Pero cuando nos deshacemos de todo aquello bajo lo que nos escondemos, no entendemos esa sobriedad, nos da miedo, se nos hace enorme.
         Al contar cuentos, si tendemos a lo sobrio, a quitar lo que sobra, a buscar la esencia de lo narrado, también hacemos un ejercicio vital. Ese trabajo empujará a quien narra a la reflexión, mostrándose desnudo ante la gente, armado solamente de la palabra y el cuerpo. Y encandilar así a quien escucha y mira, exigirá crear lazos comunicativos, de entendimiento, de complicidad. Uno y otro no tendrán más que la imaginación para adentrarse en esos caminos. Y quizás aprendamos que, del mismo modo que al contar o escuchar cuentos, en nuestras vidas también tenemos mucha parafernalia y que tenemos que tratar de quitar y quitar; para que los demás nos entiendan; para entender a los demás.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

terça-feira, março 20, 2012

La cuarta pared


         En el teatro se suele mencionar la cuarta pared como esa frontera invisible entre el escenario y el público, algo que dificulta la comunicación. En la narración, en cambio, esa idea de la cuarta pared es imposible, ya que el contar cuentos trae consigo una relación directa con el público. Quien narra no podría contar sin contar con quien tiene delante. En esa relación directa se construye la acción narrativa. El cuento cambia, evoluciona sin cesar, en todo momento. El narrador traerá nuevas aportaciones al cuento, a veces evidentes, otras veces imperceptibles, pero cada sesión será diferente.
         De todas maneras, la narración oral tiene también su cuarta pared, seguramente más difícil de franquear que la del teatro, por ahora al menos. Esa pared, ese muro es el de la invisibilidad. Si preguntamos a una persona aficionada a los cuentos que no viva en las poblaciones gipuzkoanas de Tolosa u Ordizia, sobre el Festival Internacional de Oralidad Ahoz Aho que recientemente ha celebrado en esas localidades, seguramente responderá, extrañada, que no tenía noticia de ello. Y no es de extrañar, ya que difícilmente habrá podido recibir noticias de ello a través de los medios de comunicación, ya que en las secciones de cultura de los mismos la narración oral no merece ni unas míseras líneas. La información sobre los festivales de narración oral en Euskal Herria se escriben con tinta simpática en las páginas de cultura. Las propuestas escénicas de la narración oral contemporánea, sus debates, las sesiones para adultos se esconden tras esa cuarta pared. Como en el teatro estamos necesitados de romper ese muro que nos condena a la inexistencia, para reivindicar un arte vivo. En este Día Internacional de la Oralidad, también.

Articulo publicado originalmente en euskara en el diario GARA

quarta-feira, março 07, 2012

Piripidpit

 Piripidpit, una joven con ideas claras y mucho carácter, tenía que casarse con el guerrero Moroiá, pero no lo soportaba”. Así comienza un cuento de los indígenas tupari del Amazonas. Como otras muchas en el mundo, la chica de esta historia pagó muy caro ese desprecio. “En cierta ocasión, al ser rechazado de nuevo, Moroiá no se contuvo y, lleno de odio, juró vengarse. Después invitó a sus amigos a tender una trampa a la joven”. Y como muchas otras mujeres, Piripidpit cayó en la trampa, y la mataron. Después de asesinarla, encendieron un fuego y asaron el cuerpo de la chica. “Mientras la asaban, cantaban canciones feroces alrededor del fuego. La carne chisporroteaba como la de un animal grasiento asándose lentamente”. Después, comieron el cuerpo de la joven. Un cuento duro. La mujer que cuenta la historia explica que esta historia se les contaba a las chicas que no querían casarse.
        Es un cuento, del Amazonas; desgraciadamente hay muchas Piripidpit en el mundo y fuera de los cuentos. El universo de los cuentos nos traen el imaginario y la realidad de las personas a través de narraciones crudas o, supuestamente, “inocentes”. El narrador, la narradora se convierte en una suerte de intermediaria entre la historia y el público. La narración nos cuenta una historia, pero quien la narra decidirá cómo colocarse ante ella. La historia de Piripidpit es la de muchas que han sido y son. Quien la narre debe decidir si la hace suya. Como en la vida en los cuentos también tendrás que decidir desde dónde miras, y aquí también, si colocarte las gafas violetas o no; ser guerrero, o una mujer de ideas claras y mucho carácter.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

segunda-feira, fevereiro 27, 2012


¡Ni siquiera el sueldo mínimo!


         Las sesiones de cuentos no resultan muchas veces tan placenteras como la gente cree. Algunas veces nada más acabar mandarías todo al carajo y de regreso a casa un pensamiento te ronda en la cabeza: “¿Cuánto habría que cobrar por este trabajo? ¿Merece la pena?”
         La respuesta la encuentro en la presentación de la programación de este año del Auditorium de Barañain en Navarra: “(…) cobrarán lo que el público decida con la compra de entradas: más entradas vendidas, más cobrarán”. Lo he copiado palabra por palabra. Pero se puede entender de otra manera; el ayuntamiento de Barañain no pagará nada por la programación cultural del auditórium. Quizás piensen que el trabajo de los creadores no vale nada, o el público, público potencial, decidirá si el artista come o no. ¿Qué exagero?: “¿Riesgo? Todo. Nadie les asegura los viajes, ni los hoteles… ¡ni siquiera el sueldo mínimo! Están en vuestras manos, en tus manos.”
         Pongamos por caso que el sueldo del responsable del auditórium de Barañain fuese en función de las entradas vendidas; o el del diseñador del cartel; o el de la imprenta… ¿Qué pensarían? Y además si el ayuntamiento eso lo presentara como un número de circo: “Señoras y señores, estimado público, ¡más difícil todavía! ¡Quizás no cobren!” Pues eso mismo pensamos nosotros cuando muchos ayuntamientos nos plantean trabajar a cuenta de las entradas vendidas, dejando la supervivencia de los creadores en manos del azar, quitándose de encima su responsabilidad de sostener y potenciar la cultura. La Reforma Laboral hace tiempo que la aplican con nosotros, y en silencio; como si un sueldo mínimo y digno fuese un capricho de artistas. Y todavía tenemos que escuchar muchas veces eso de “¿hacéis lo que os gusta y encima queréis cobrar? ¡Vosotros sí que sabéis vivir bien!”. Y tú, ¿qué piensas?

quarta-feira, fevereiro 08, 2012

Los lugares de los cuentos


         Lo vi hace poco en una grabación. Me lo enseño un colega. En un mercado de abastos de Quebec entra una troupe de gente. La mayoría son músicos, tocando violines, acordeones, guitarras y distintos instrumentos de percusión, componiendo entre todos un hermoso pasacalles entre los puestos del mercado. Uno de los violinistas se sube, entonces, encima de una mesa que hay en mitad de una pequeña plaza que hay en mitad del edificio del mercado, y comienza a relatar una historia, mientras los músicos le acompañan. Cada vez más gente se arremolina en torno a la mesa, atendiendo al narrador que cuenta en rededor, con la voz y con el cuerpo, agitado, brioso. Cuando la historia está llegando a su fin, un mundo rodea la mesa, escuchando, bailando, observando. Al finalizar el relato el narrador se coloca una larga chistera desde la que sale un humo blanco cual chimenea de tren, y uniéndose al resto de los músicos continúan el pasacalles. Ese día el mercado más que un lugar de compra-venta, se transformó en una fiesta, por un momento siquiera.
         En estos tiempos en los que la privatización de los espacios públicos cada vez es mayor, ocupar la calle con alegría es hacer partícipes a los ciudadanos y ciudadanas del devenir de la ciudad que habitan y viven. Y contar cuentos es ayudar a llevar la imaginación a los espacios urbanos. Pero los cuentos necesitan también de otros espacios. Un espectáculo de narración creado por un narrador, una narradora, necesita de otros espacios. Relatar cuentos no es, sin más, maravillar a quienes escuchan con historias bonitas, y hasta interesantes. En condiciones inadecuadas se pierde el encanto de la narración. Un espectáculo de cuentos necesita espacios adecuados, para que la narradora, el narrador, puedan exponer su propuesta de manera digna, para que el público esté cómodo ante el espectáculo. Es precioso contar a la gente que transita de puesto en puesto, en mitad de un mercado, subido a una mesa, ya que ayuda a humanizar los espacios públicos; pero para humanizar los espectáculos de narración hace falta otros espacios, también. ¿Los teatros quizás?

Artículo publicado originalmente en euskara en el diario GARA

quinta-feira, janeiro 26, 2012

¿Quién es narrador?


He admirado siempre a aquellas personas que se dedican a definir el significado de las palabras, confeccionando diccionarios. Me parece que hay que tener una gran capacidad de conceptualización. Muchas definiciones, en cambio, no se ajustan a las expuestas en los diccionarios, ya que se construyen en función de otros intereses.
Tenía interés en cómo aparecía la definición de narrador/a en el diccionario. Veamos qué nos ofrece la Real Academia de la Lengua Española:
Narrador, ra: adj El que narra.
Bueno, no especifica mucho. Veamos otra cosa:
Narrar: 1. Contar, referir lo sucedido, o un hecho o una historia ficticios.
No me sirve para lo que busco. Quizás con...
Cuentacuentos: La palabra cuentacuentos no está en el Diccionario.
Veamos una última opción:
Cuentista: 1. adj. coloq. Dicho de una persona: Que acostumbra a contar enredos, chismes o embustes.
2. com. Persona que suele narrar o escribir cuentos.
3. com. colq. Persona que por vanidad u otro motivo semejante exagera o falsea la realidad.
         Bueno parece ser que esto ya se ajusta más a lo que busco, sobre todo la segunda acepción. Aunque en ninguna logro encontrar aquella definición que trata la narración oral como oficio.
         Pero yo en realidad quería saber, simplemente, quien es narrador, cómo definir a quienes tienen esta actividad como oficio, ya que últimamente andamos perdiendo el tiempo en estas cuestiones. Y todo por la necesidad de definir el oficio en función del mercado. De todas maneras, ¿Quién dicta quien es narrador, cuentista, cuentacuentos, cuentero? Quizás sea el precio a pagar por enredar en este maldito mercadeo cultural donde lo único que importa son las cuentas, más que los cuentos.


Pintura de Mariana Sellanes
Artículo publicado originalmente en euskara en el diario GARA.

quarta-feira, janeiro 11, 2012

La historia del niño que quería dibujar una raya


         Jo sabi un conte.

         Una vez un niño estaba extrañado por no ver la línea de la frontera en el suelo, tal y como aparecen en los mapas. “Si no hay rayas, ¿cómo sabes dónde está la frontera?”, preguntó. En lugar de recibir la respuesta demandada, tuvo que escuchar toda una perorata sobre los mojones fronterizos. Pero, seguramente, no iba tan descaminado, ya que si en la realidad no existen esas líneas imaginarias que diferencian dos territorios, ¿cómo podemos saber en cuál de ellos estamos?; sobre todo si quieres contrabandear, o escapar, o, quizás, hacer más interesante el interesante país de esa amante tan interesante.
         El niño no quería saber, en realidad, dónde estaba la línea sino él mismo. Entonces podría decir: “¡He estado en el extranjero!”; y sus compañeros de clase escucharían boquiabiertos las historias de las gentes y los lugares allende la frontera. Por eso quería dibujar una raya en el suelo, para hacer un viaje maravilloso.
         Acaso, para eso están las fronteras, para que contemos historias maravillosas. Pero dejemos ahora al niño dibujando su raya.
         El monte Urdaburu no es un monte alto, es más bien pequeño, de unos 600 metros, fácil de ascender. En cambio, nada más llegar a su pequeña cima una hermosa visión nos rodea. A nuestros pies el bosque de Añarbe, extenso, extraordinario, mágico. Hacia el sur montes hasta el horizonte, salpicados de caseríos, prados y frondosos bosques. Al girarnos, al norte, podremos ver a lo lejos San Sebastián/Donostia y los pueblos de la cuenca del Urumea, rio que bordea el Urdaburu. A la derecha el valle del Oiartzun, alternando lo rural y lo estrictamente urbano; más a la derecha las poblaciones del valle del Bidasoa. Y como fondo de todo ello el mar. En la misma cima del Urdaburu existe un mojón fronterizo, que marca los lindes de tres poblaciones: Donostia, Hernani y Errenteria. Y sentándote encima reflexionas sobre dónde te encuentras en ese momento. No ves líneas divisorias en el suelo. Y piensas: ¿Será este mi mundo? ¿Habrá otro mundo más allá de las montañas y la mar? ¿Cómo se señala nuestro lugar en el mundo?
Escuchemos la historia de esta chica.
         Una joven quiso saber hasta dónde llegaba el mundo. Había oído que allí, a lo lejos, había un precipicio gigantesco, desde el cuál caía el mar al infinito. Decían que aquello era el fin del mundo.
         Se despidió de los de casa y se fue. El viaje era largo, muy largo. Atravesó los montes que veía desde la ventana de su casa, los lindes de su mundo. Desde allá arriba se extendían ante sus ojos verdes prados infinitos. Cruzó bosques y ríos, desiertos y selvas. Conoció lugares y gentes extraordinarios. Y cuando preguntaba sobre el final del mundo le respondían: “Más adelante, más adelante”.
         Recordó la historia de las ovejas.
         Cuando todos los seres vivos hablaban, las ovejas andaban buscando frescos y sabrosos pastos. Pero cada vez que agachaban la cabeza para probar la hierba, esta les decía: “Más adelante mejor, más adelante mejor”. Y seguían adelante sin probar bocado. Pero más adelante recibían la misma respuesta: “Más adelante mejor, más adelante mejor”. Al final la ovejas decidieron: “Aquí mejor, aquí mejor”. Y desde entonces podemos ver en nuestros montes a las ovejas disfrutar de los verdes pastos.
         ¿Dónde acababa el mundo? ¿Más adelante, más adelante? Iba ensimismada en estos pensamientos cuando vio una vieja cabaña. Estaba en mitad de un claro que se abría en el bosque. A la puerta de la cabaña había un hombre sentado, un hombre anciano. Plácidamente sentado.
         Mientras la chica se acerca al anciano os contaré una cosa.
         Una vez, mientras cuidábamos las ovejas, o las ordeñábamos o les dábamos a comer avena, ya sabéis para que se “calentasen” antes de enviarlas a los prados estivales de montaña, Manex me dijo, sin ninguna razón previa, a mi entender por lo menos: “Sigue así, hablando euskara, ya que sin eso no somos nada”. Y siguió con su trabajo. Nacido en aquel caserío de Azkarate, cerca de Saint Jean Pied de Port/Donibane Garazi, estuvo de pastor emigrante en Estados Unidos, en Nevada, y regresó para hacerse cargo del caserío, con sus ovejas y sus viñas. Ese mundo suyo casi exclusivamente sólo existía en euskara, siendo el francés un idioma algo extraño en su boca.
         Cada quince días cruzaba en tren la frontera en Hendaia de regreso al caserío. Allí montaba en otro tren hasta Baiona, y después, en un tercer tren, llegaba hasta Garazi/ St Jean Pied de Port. Cada vez, en el puente internacional la policía me sacaba de la fila y me hacía esperar mientras hacían “comprobaciones” con mi documento de identificación. Después me dejaban seguir. Cruzar la frontera no era tan libre. Cuando llegaba al caserío, la única documentación era el idioma, ya que la existencia no estaba en un número de un documento de identificación.
         Dejemos estas cosas y sepamos qué le ha ocurrido a la joven, la que hemos dejado acercándose a la cabaña del anciano.
         El anciano estaba sentado a la puerta de su cabaña, plácidamente. Ha visto acercarse a la joven. Al llegar a su lado, se han saludado. El hombre invita a la joven a sentarse y le pregunta qué le ha llevado hasta aquel apartado lugar. La joven le responde: “Estoy haciendo un viaje para saber dónde acaba el mundo”. El hombre, después de un silencio vuelve a preguntar: “¿Por qué?”. “No sé, por curiosidad quizás; pero querría conocer lo que existe más allá”. “Yo –dijo el anciano-, no conozco más que estos lugares. Esta cabaña mía, los prados de alrededor, el bosque y esos montes. Ese es mi mundo, pero me gusta sentarme aquí, tranquilamente y observar, descubrir a cada momento nuevos detalles, el constante cambio de la naturaleza. Y conocer cada día algo nuevo o alguien. Tú, por ejemplo. Seguramente el mundo será extenso, inabarcable para mi imaginación, la pregunta en cambio es: ¿qué lugar tengo yo en ese mundo? ¿Tú has encontrado tu lugar en el mundo haciendo ese viaje?”
         La joven no supo qué responder. Sentada al lado del anciano observó los alrededores, los prados, el bosque, los montes, escuchó sus sonidos, miró el riachuelo.
         ¿Qué estará haciendo el niño que hemos dejado dibujando una raya? Veamos. En el parque cercano a su casa comenzó a pintar una raya; fue continuando esa línea hasta darle la forma de una casa. Al final había dibujado una preciosa residencia. Después se colocó dentro y dijo: “Esta es mi casa”. Alguien, seguramente una persona adulta, le dijo: “Pero no le has puesto puerta a tu casa, sólo el hueco, si te descuidas entrarán los ladrones”. Entonces el niño respondió: “La casa no tiene puerta para que venga de visita quien lo desee; una casa sin amigos ni visitas es una casa triste y aburrida”.
E cric cric
Mon conte es finit
E cric crac
Mon conte es acabat
Passi per mon prat
Ambe una culhèra de favas que m’n donat.

Escrito leído en los Encontres Literaris 2penents. Rencontres litéraires des deux versants pyrénéens, celebrados en Pau (Bearn-Occitania), con el lema "Fronteras"
http://www.hestivoc.com/Rencontres_Litteraires.99.2.html

terça-feira, janeiro 10, 2012

El hombre que perdió la memoria

La memoria es un barco que navega. Entre tormentas y mares en calma. Y cuando arriba a un puerto recuerda la navegación.
Y aquel hombre perdió la memoria.
Era un náufrago en la vida. No recordaba nada de lo que vivió, por lo que inventó su vida. Y contaba  todos lo que ocurrió sin haber ocurrido.
Un buen día llegó un joven que lo reconoció. Conocía sus recuerdos olvidados y su memoria perdida. Y se la contó.
El hombre que había perdido su memoria pensó. Valoró su vida anterior. Valoró sus recuerdos traídos por aquel joven. Y decidió.
El hombre que perdió su memoria decidió prescindir de ella. No amaba navegar por mares procelosos ni océanos interminables. Prefirió aquel puerto donde un día atracó.
Y el hombre murió. Y aquel joven recordó su memoria. Pero nadie le creyó.