domingo, fevereiro 13, 2022

FEMIO

 

“Ulises, te lo suplico: apiádate de mí. Te arrepentirás si matas a un aedo, ya que lo único que hago es cantar a los dioses y a los hombres. También puedo cantar para ti”. Así se dirige el aedo Femio a Ulises, después de consumar la matanza de los pretendientes de su mujer Penélope. Femio tiene miedo, ya que ha estado cantando en las fiestas de los pretendientes de Penelope; y, como con aquellos, teme que su canto se silencie con sangre. “También el aedo Femio, el que cantaba para los pretendientes, trataba de esquivar la muerte de  la enviada Ker. Estaba en pie, con la lira en la mano. Dudaba: o salir por la pequeña puerta del megaroi y suplicarle a Zeus (…), o rendirse suplicante a los pies de Ulises. Esta segunda opción le pareció la más adecuada”. Gracias a Telémaco  perdonó Ulises la vida al aedo Femio y al mensajero Medonte. El aedo se librará por ser un artista que trae a los humanos las palabras de los dioses. Juan Kruz Igerabide nos lo cuenta en un euskara maravilloso en su versión de la Odisea: Ulises, Homeroren Odisearen Bertsioa (Ulises una versión de la Odisea de Homero)

            Los aedos cantaban y contaban epopeyas; acompañados de un instrumento musical entretenían a los oyentes con las hazañas maravillosas de los héroes. El creador de la Odisea y la Ilíada, el famoso narrador Homero, parece ser que fue aedo. Desde entonces la diosa Eos nos ha traído innumerables amaneceres. Desde entonces incontables aedos han ofrecido sus relatos en todos los rincones del mundo, rogando por sus vidas, ya que si se perdían se perdería también  la palabra, y las palabras no son nuestras, sino el aliento de los dioses. Femio lo sabía bien.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA