quarta-feira, novembro 24, 2010

Raoui

“¡Cuidado!, si abres ese cofre no dejarás de imaginar nunca” Relatos de lo oculto Ahmed Zusra

La cantante argelina Souad Massi canta: Comienza por "érase una vez",/ofrécenos sueños./Cada uno de nosotros tiene una historia en el fondo del corazón./Comienza por "érase una vez". La canción se llama “Raoui”, el narrador. La cantante pide al narrador que cuente un cuento, para que les lleve a la infancia, para perderse en el cuento. Y la infancia es el tiempo de la memoria, el tiempo de las historias. Al madurar regresaremos a esas historias, reviviendo nuestra memoria, con el convencimiento de que en ese recuerdo narrativo viviremos nosotros también. ¿Cuántas historias y misterios se esconden en las arenas del desierto argelino?Háblanos del paraíso y del infierno,/del pájaro que jamás ha volado./Danos el sentido de la vida”.

Si te adentras en la selva amazónica imaginarás sonidos y animales fantásticos.Mombe’uha, el narrador, cuenta. Viene nadando rio abajo el delfín. Llega desde Brasil tiñendo las aguas de rosa. Es el boto rosa, el delfín del rio. Aparecerá en la fiesta nocturna a orillas del rio, desprendido de su piel acuática, convertido en un hombre apuesto, con su espada al cinto, y nadie podrá escapar de su mirada hipnótica… Con el alba desaparecerá en el rio. Quedará el cuento del recuerdo, en la memoria de quien lo escuchó hace tiempo. El recuerdo, como si fuese el boto negro, Tucuxi, nos salvará del ahogamiento.

En las inmensas estepas mongolas, el eco del trote de los caballos; el sonido del kitxua en Ecuador; la fragancia de los manjares que cuecen en la cocina rumana. ¿Cuántos recuerdos podrán viajar en una maleta que recorre el mundo? Al abrirse, una avalancha de presencias llegarán hasta los oídos de quien quiera escuchar. Y esa avalancha recogerá nuevas memorias, otras maletas, otros viajes, y, nuevamente, otros relatos, e incontables narraciones atemporales que recorren el mundo. Y un tango. “Vivir, con el alma aferrada a un dulce recuerdo, que lloro otra vez”.

¿De qué sirven los recuerdos si no se ofrecen a los demás? ¿De qué sirve viajar hasta el otro lado del mundo si llevamos vacio el equipaje? ¿Qué tenemos para ofrecer, qué para recoger? Dicen que la vida es un viaje, largo según algunos. Y, como la vida, hemos convertido el viajar en un acto de consumo. Comprar un coche nuevo, o el aparato de televisión más adelantado, o el ordenador más ligero, hoy en día son sinónimos de viajar; para estar en la inevitable modernidad, para ser desarrollado. ¿Cómo ser una persona actual sin viajar? Tenemos que viajar, a donde sea, rápido, enseguida. Tenemos que recorrer el mundo, y no tenemos tiempo para conocer todos sus rincones, para sacar todas las fotografías, para subir todas las montañas, para bañarnos en todas las playas, para correr todos los desiertos. Tenemos prisa por y para viajar. Y transportamos nuestras maletas sin saber lo que llevamos en ellas, ni lo que traeremos de vuelta, pero tenemos bonitas maletas. ¿Qué recuerdos extraeremos de nuestras maletas? ¿Qué podremos contar de ese mundo tan extraordinario, alucinante y viajero?

Necesitamos escuchar a los otros; lo que tienen para contar, tranquilamente. Saber de los territorios lejanos. El mundo es un lugar maravilloso, que se extiende en nuestra imaginación. Al viajar, nuestras maletas se llenan de ilusiones. Queremos compartir esas ilusiones, allí, en esa distancia imaginada; y al regresar, cargar nuestro equipaje con otras ilusiones; con lo aprendido, con lo compartido. Y con lo dejado allí, en lo lejano, en aquel territorio que permanece ahora en nuestro recuerdo, construiremos una memoria imaginada. Y contarán. Y contaremos. Y surgirán multitud de mundos imaginados, que viajarán sin cesar; aunque sea solo en nosotros mismos. ¿Por qué les cerramos, entonces, las puertas? ¿Por qué los expulsamos? ¿Por qué los condenamos a viajes sin equipaje? ¿Por qué sus viajes son migraciones y los nuestros aventuras? ¿Por qué reivindicamos un mundo sin fronteras mientras alzamos muros en nuestras casas? ¿A qué le tenemos miedo? Quizás nos dé miedo que, aquellos que negamos, al abrir sus maletas viajemos por esos mundos maravillosos y misteriosos que imaginábamos en la infancia. En aquellos lejanos tiempos en los que viajábamos en libertad.

Cuenta como te han contado,
sin añadir, sin quitar.
Ten cuidado, existe una memoria.
Cuenta, haz que olvidemos nuestra realidad.
Abandónanos en ese "érase una vez"

sábado, outubro 09, 2010

Erótica y narración oral tradicional

Como, seguramente, en otros muchos lugares, en un banco de la alameda de mi pueblo está escrito: “¡follar es guay!”. No podemos saber si quien ha escrito esta declaración de principios es mujer u hombre, pero podremos imaginar, cuando menos, que es una persona joven. Entre los descubrimientos de la prehistoria hechos en distintas cuevas, se encuentran pinturas que representan cuerpos femeninos. También se han encontrado figuras en piedra, marfil y hueso con el mismo motivo, es decir, la exaltación de la sexualidad femenina. Y qué decir de las representaciones pictóricas griegas y romanas. El dramaturgo griego Aristófanes imagina una huelga de sexo por parte de las mujeres en su obra “La asamblea de las mujeres”. En muchas fachadas de templos católicos podemos ver escenas “sugerentes. Y en algunos de la India exponen esculpidas en piedra escenas que hoy calificaríamos de pornográficas. Y podríamos seguir así hasta la exclamación de nuestro banco. La sexualidad, entendida como relación entre personas, ha sido tema de representaciones artísticas desde que la gente humana ha tenido conciencia de su propia existencia. Por supuesto, no es nuestra intención comparar artísticamente todas esas creaciones con la juvenil pintada del banco, pero lo que tienen en común es esa necesidad de exponer ante los demás su visión de la sexualidad. Cómo se expresa esa socialización será lo que las diferencia. El grafitti del banco no parece más que una simple exclamación, o, quizás, la necesidad de dar a conocer al mundo el reciente descubrimiento de la belleza de las relaciones sexuales. En los demás casos esa expresividad está acompañada por un planteamiento artístico. No es suficiente con mostrar cuerpos desnudos o relaciones sexuales, es, además, necesario mostrarlo a través de un proceso creativo. Y en la creatividad, la fantasía manda. De esa fantasía surgieron tantos y tantos mitos e historias para expresar las relaciones sexuales y, por qué no, comprenderlas.

Eros fue concebido en los festejos por el nacimiento de Afrodita. Penia, la diosa de la pobreza, fue la madre. Aunque fue invitada a la fiesta, se avergonzaba de su pobreza, quedándose en los jardines del Olimpo. Pensando cómo podría mejorar su situación se quedó dormida. Poros, el dios de la riqueza, se agarro tremenda borrachera y salió al jardín para airearse, quedándose dormido en un rincón, cerca de Penia. Percatándose del hecho, Penia se encontró ante una estupenda oportunidad para mejorar su situación. Se acercó a Poros y comenzó a jugar amorosamente, creyendo este que estaba en el mundo de los sueños. De esta unión surgió Eros. Al ser engendrado el día de Afrodita, estaba enamorado de la belleza. Siendo hijo de la pobreza y de la riqueza, vivió siempre pobre y al mismo tiempo rico, nunca satisfecho.[1]

Cada cultura ha mostrado a su manera las reflexiones, preguntas y actitudes sobre este tema. Los cuentos se convirtieron en un instrumento maravilloso para ello. Además de ser un camino de conocimiento, eran un estupendo pasatiempo, tomando en cuenta siempre las características de la sociedad en que surgían. Y se adentraban en la realidad a través de la fantasía. A través de estos relatos se transmitirán distintos modelos y visiones de la sexualidad, desarrollando en la comunidad una visión común o, por lo menos, parecida sobre dicha cuestión. En la nación ¡xun, al sur de Africa, se cuenta esta preciosa historia en torno a nuestra procedencia. Veamos aquí un pequeño resumen de ella.

En el principio de los tiempos, hombre y mujer no vivían juntos. Un día se encontraron y la mujer lo invitó a su casa. Allí le ofreció una raíz y al hombre le gustó la dulzura de aquel alimento. Después le convidó a tomar una bebida muy agradable, para que no dejase de pensar en ella. Y aquella noche le invitó a dormir con ella, pero nada más. Al día siguiente lo llevó hasta un árbol que crecía lejos. En aquel árbol había un agujero y la mujer le dijo al hombre que metiese su pene dentro. Y que se moviese después. La mujer lo abrazó por detrás y recogió al hombre en sus brazos cuando cayó agotado. Después le acompañó de nuevo a su casa, invitándole a dormir con ella, atados una contra el otro, con las caras una junto a la otra. Y la dulzura del hombre entró en la mujer, y la de la mujer en el hombre. Esta fue la primera vez. El hombre y la mujer vivieron juntos, en dulzura. Todos procedemos de ese hombre y de esa mujer.[2]

No sé cómo serán (o cómo fueron) las opiniones sobre las relaciones sexuales y cuales sus tabús entre los ¡xun, pero comparando este cuento con el de Adán y Eva que aprendimos de pequeños, yo les veo, por lo menos, alguna diferencia. En el cuento ¡ixun el ofrecimiento de los frutos por parte de la mujer se relaciona con la dulzura, en “nuestra” versión, en cambio, con el engaño y el castigo. En el cuento que comentamos sobre el comienzo de la humanidad, llegaremos al final y quizás estemos, por qué no, maravillados y, algo despistados, ya que no sabremos muy bien si estamos ante una narración erótica o mítica, o las dos cosas. Pero, ¿qué importa?, hemos escuchado una bella historia, eso es lo interesante. De todas maneras, nos haremos una inevitable pregunta, ¿qué nos quiere contar este cuento?, ¿el comienzo de las relaciones sexuales?; ¿cómo eran aquellas primeras relaciones entre hombres y mujeres?; ¿cómo tendrían que ser? La necesidad de encontrar una respuesta nos impulsara a una serie de reflexiones sobre nuestras propias relaciones y sobre cómo nos gustaría que fuesen. Lo importante será esa búsqueda, más que la respuesta misma. Mas si de verdad queremos disfrutar de la narración, tendremos que dejar a un lado los prejuicios. En ello tendrá que ver cómo es nuestra sociedad y cómo se desarrollan en ella las relaciones sexuales, así como la educación sexual y las diversas opiniones sobre el tema. Por ello, evidentemente, la narración del cuento que nos ocupa se recibirá de maneras diferentes en el pueblo ¡ixun y entre nosotros. Quizás no sorprenderá esta historia entre ellos y la verán como algo “normal”, parte de su cultura, del mismo modo que vemos nosotros la historia de Adán y Eva. En nuestro caso la imagen que tenemos sobre los cuentos populares y la narración de relaciones sexuales condicionará nuestra comprensión. Pero como la lectura, o escucha, no es única, todas las puertas están abiertas al entendimiento y la reflexión, teniendo cada persona la suya.

El erotismo en la narración oral tradicional

En todas las culturas del mundo aparecen relaciones sexuales en sus cuentos. Es lógico, siendo la sexualidad, entendida desde el punto de vista social, una de las características definitorias de las personas. Es normal, por lo tanto, que aparezca en las expresiones creadoras. En ocasiones, esas expresiones se darán explícitamente; en otras ocasiones relacionadas con el misterio de la vida, cómo el cuento con el que hemos abierto estas reflexiones (¿De dónde venimos?); pero en todas las ocasiones, mostrando cómo se dan las relaciones entre las personas o cómo tendrían que ser, de una manera directa o metafórica.

¿Se pueden definir, entonces, las narraciones populares que abordan las relaciones sexuales como cuentos eróticos? Soy de la opinión que el concepto del erotismo, tal y como lo entendemos en las sociedades modernas, es bastante nuevo. En la literatura transmitida oralmente las cuestiones del sexo aparecerán como tales, sin importar mucho si son eróticas o no. No creo que quien fuese a contar una historia comenzase: “Os voy a contar un cuento erótico”; por el contrario, me creo más que dijese algo así como: “Ahora sabréis lo que le ocurrió a fulano”, y al mismo tiempo, habría un gesto cómplice. Si, es verdad, esto es especular demasiado quizás, pero lo que queremos decir es que, más que para encender la líbido de los presentes, el narrador o narradora, contaría algo en torno a relaciones sexuales, o con el sexo. Y, como en todos los cuentos, llevaría consigo alguna enseñanza o reflexión; pero también, ocasión para la chanza y el divertimento.

Un auvernés [de la región de Auvernia], muy pobre, no tenía para alojar a su familia sino una habitación y una cama, en la que se acostaba junto a su mujer y sus dos hijos.

Una noche de carnaval, se coloca encima de su mujer, con tanto ardo,r que la cama tiembla sobre sus cuatro patas, tanto tembló, que el más pequeño de los hermanos cae al suelo.

Lo suben a la cama, y cuando el marido y la mujer creen que los hijos duermen, comienza de nuevo.

Entonces, el hermano mayor, que no dormía, despierta dulcemente a su hermano advirtiéndole:

-Agárrate pequeño! –le dice-; comienzan de nuevo!”[3]

Aunque esta historia, parece ser, ocurrió en Aquitania, seguramente podría haber ocurrido por estos lares; y con este sucedido, más que cuento fantástico, imaginaremos, aún sin proponérnoslo la magnitud de la fornicación que llevaban a cabo, y en qué condiciones. Seguramente, este cuento no casará con la imagen que nos hacemos de lo erótico; pero si imaginamos la situación sexual que se nos presenta, si visualizamos lo que está ocurriendo en ese tórrido catre, lo percibiremos de otra manera y comenzaremos a jugar con la fantasía, sin necesidad de definiciones. Es, con todo ello, imprescindible imaginar el entorno en que se desarrollan estas historias.

El erotismo no es una figura de una sola cara. Cada cultura construye su propio imaginario, y lo que para algunos puede ser una tontería, para otros, en cambio, es algo increíblemente atractivo. Y aún así, todas las personas pertenecerán al mismo prisma. Cuentan en el Amazonas una historia. Un hombre tenía un pene descomunal. Para ir detrás de las chicas no necesitaba siquiera moverse de su hamaca, ya que ese largo pene les perseguía cuando se bañaban en el rio, y por debajo de la tierra cuando trataban de escapar. Pero el fragmento de la historia más sugerente es cuando la mujer indígena que cuenta la historia la finaliza diciendo:

“¡Ay, si Tampot viviera entre nosotros, vosotras bellas mujeres que estáis escuchando, con esas curvas tan del gusto de Tampot, tan regordetas como le gustaban a él, no os dejaría en paz ni un segundo, tendríais que hacer el amor sin descanso. Os vigilaría con su gran ojo, os acariciaría los labios, hasta que excitadas, los abrieseis en una gran sonrisa…”[4]

¿Podemos hablar, entonces, de erotismo ante estas narraciones? Para ello tendríamos que definir lo más fielmente posible el erotismo; pero, ¿podríamos definirlos así sin saber a ciencia cierta la razón de la existencia de estas narraciones? ¿El concepto de erotismo que conocemos no habrá surgido en otros espacios dentro de nuestra moderna sociedad? ¿No vendrá, en cuanto a narración nos referimos, de una clasificación literaria? Me da la impresión de que esa necesidad de clasificación, no es tan importante en la tradición de la narración oral; porque, ¿qué busca una narración erótica, encender las bajas pasiones de quienes escuchan o leen? ¿Qué diferencia podemos encontrar entre un escritor que decide escribir una narración erótica y contar un cuento de tradición oral en el que se menciona una relación u atracción sexual? No me atrevería a dar una respuesta categórica, pero tengo la impresión de que no se diferencian gran cosa. En mi parecer, lo que las une es la intencionalidad; el contar un relato donde los juegos, las relaciones y las reflexiones en torno al sexo aparecen directa o solapadamente. Lo que nosotros podemos llamar cuentos eróticos, en la tradición popular muchas veces se denominan cuentos para mayores; aunque en algunas culturas este tipo de narraciones también tienen como oyentes a los niños.

En torno a este tema, una de las diferencias más señaladas que aparecería entre la literatura escrita y la oral, sería la percepción sobre lo erótico. La literatura escrita suele ser creación de un escritor, esto es, una persona que, utilizando su imaginación y técnicas literarias, crea un relato. En la tradición oral no hay autor, o no hay un solo autor; se puede decir que cada narrador es al mismo tiempo creador del relato cada vez que lo cuenta; y así, del mismo modo, ese relato crece y se desarrolla. En el primer caso, el erotismo aparece desde un punto de vista individual, en el segundo, por el contrario, desde un punto de vista comunitario, aunque sea un narrador o narradora, desde su propia visión del relato, quien ofrezca la historia.; tal y como nos señala Peter Burke: “El individuo- desde luego-podía inventar, pero en una cultura oral, como ha insistido Cecile Sharp, era “la comunidad la que seleccionaba”. Si un individuo producía innovaciones o transformaciones que coincidían con los gustos de la comunidad, serían imitadas y pasarían a engrosar el stock común de la tradición”[5]. De esta forma, se desarrolla, al mismo tiempo, una transmisión cultural y social, siendo la narración del relato instrumento para ello. Unas veces se mostrará como una suerte de educación sexual, otras como instrumento de transgresión, criticando a quienes imponen unas normas de actuación moral, utilizando, multitud de veces, el humor en la crítica.

Un ateo, que asiste a un entierro religioso, se presenta, como los demás asistentes, a la ofrenda; deposita una moneda en el plato que le alarga el monaguillo, pero le dice al cura, que le ofrece el crucifijo:

-Yo pago, pero no beso.

-Pues yo- le responde dulcemente el cura-, beso pero no pago..[6]

Al escuchar este sucedido, quizás haya quien no lo entienda, pero claro, antes tiene que haber entre el narrador y el receptor una complicidad, es decir, el narrador conoce a su público y sus códigos relacionales, y, al mismo tiempo, quien escucha reconoce al narrador como parte de su comunidad, sea esta del tamaño o características que fuese. Conociendo los códigos se podrá jugar con ellos, con la crítica o la transmisión. Al analizar la cultura popular de la Edad Media, Mijail Bajtin nos avisa: “El hablante es solidario con el público, no se opone a él ni trata de aleccionarlo, no lo acusa ni lo asusta, sino que se ríe con él”[7] Sólo de esta manera podremos comprender, que al narrar historias sobre las tan controvertidas e íntimas costumbres sexuales entre las personas, entren dentro del mencionado stock comunitario. Y se verá la imaginación como el camino más rico para conjurar la realidad. Imaginación y juego, he aquí dos ejes maravillosos, como en los cuentos, de las relaciones sexuales.

Imaginario erótico, juego enriquecedor

Así como la imaginación es un juego, lo es también el erotismo. Y la creación. Es en ese terreno cuando cobra interés. Los relatos que hemos recibido de la tradición (o, quizás, deberíamos decir de las tradiciones), son juegos. Juegan con los intereses y las inquietudes que encienden en nosotros las relaciones sexuales, y ese juego se propone a través de la creatividad; exigiendo, del mismo modo, por parte de quien escucha una atención intelectual. Ese proceso creativo, así mismo, necesitará de una estructura narrativa; basándose esa estructura, ya que estamos refiriéndonos a tradición oral, en acciones, más que en descripciones, en beneficio de la ligereza, como nos recordaba Italo Calvino[8] Después de todo, la idea que podamos tener sobre el erotismo y las situaciones que aparecen en las narraciones tradicionales no están tan alejadas. La salud de las relaciones sexuales, como se ha indicado, la encontraremos en la imaginación y en el juego. Tal y como en los cuentos tradicionales la atracción mutua, la excitación, la fascinación, la ternura, son componentes inherentes a ellos, no lo son menos en los juegos amorosos, cuando se dan en libertad, por supuesto. El narrador o la narradora, jugaran con los ritmos en la narración, buscarán una musicalidad en el habla, sugiriendo al a que público haga suyo ese mundo imaginario que se le ofrece, recreando, al mismo tiempo, sus propios mundos imaginarios. Como la mujer en el cuento ¡xun del principio le propuso al hombre, del mismo modo el narrador propondrá al público: Ven, tengo algo interesante para ti. Quédate en mi casa, duerme conmigo, y compartiremos los sueños.

Mas para que eso ocurra, tendremos que abandonar los prejuicios, los tabús, las ideas fijas, la ortodoxia, y liberar el entendimiento, creer que todo es posible y abandonar el papel de juez. Nadie te pedirá que estés de acuerdo, pero tampoco en contra, por el contrario, te invitarán a entrar en el cuento y vivir dentro de él, indagando en la vida, con sus luces y sus sombras. Así como las relaciones sexuales sin libertad se frustran, del mismo modo los relatos necesitan libertad. Si queremos contar un cuento erótico, necesitaremos jugar los dos, el narrador y el público. La tradición narrativa oral es una camino de aprendizaje para trabajar la narrativa actual, tanto oral como escrita. Los cuentos eróticos no son un invento de hoy en día, ya que, como en los viejos tiempos, giran en torno a los mismos ejes. El trabajo creativo actual tiene mucho que aprender de ese mundo creativo; no, por favor, para hacer una embelesada réplica, sino, para imaginar el lado fantástico y maravilloso de las relaciones humanas, gozando con una fantasía juguetona. Y, en esto, los tiempos no han cambiado tanto.

Una vez una amiga me contó una historia maravillosa, para que yo la contase. Era un relato tradicional africano que lo había leído en un libro. El cuento, como muchos otros, responde a una pregunta básica. Escuchadlo (mientras lo leéis), como yo lo recuerdo, si de verdad queréis saber enseñanzas verdaderamente importantes, y no sois unas personas que ignoran los sucesos tan maravillosos que ocurren en el mundo. La historia comienza con una pregunta:

¿Por qué el pene entra en la vagina y los testículos no?

Hace mucho tiempo el mundo todavía estaba sin organizar. Había muchas cosas que todavía no sabían cuál era su lugar ni su función en la vida.

Y así andaban el pene, los testículos y la vagina, en busca de la razón de su existencia. Recorrían el mundo de un lado a otro. Un día entraron en un gran desierto. Anduvieron y anduvieron, pero sólo encontraban arena. Comenzaron a sentir hambre, pero nada, lo único que veían era arena y más arena. Entonces divisaron a lo lejos un árbol, se acercaron y vieron que era un árbol frutal. El primero en subir fue el pene. Estando arriba comenzó a comer fruta, comer y comer. La vagina desde abajo le pidió que le tirara un poco de fruta, ya que, por alguna razón, ella no podía subir. Y así lo hizo el pene, mientras él comía le iba lanzando fruta a la vagina. Los testículos también subieron, pero al contrario que el pene, estos no hacían caso a la petición de la vagina. Por fin, después de que todos hubiesen comido, continuaron con su viaje.

Un día les atrapó una tormenta terrible. Llovía a mares, el viento soplaba feroz. Empapado de arriba abajo y temblando de frio, el pene se acercó a la vagina y le rogó que lo albergase de aquella tormenta.

-¡Claro que sí! – le dijo la vagina-. Tú te has portado muy bien conmigo y puedes entrar a calentarte.

Entonces se le acercaron también los testículos, con la misma petición.

-¡Ay no! – respondió enojada la vagina-. Vosotros os habéis portado muy mal conmigo al no repartir vuestra fruta. ¡Quedaos fuera!

Y esta es la razón por la cual, desde entonces, el pene entra en la vagina y los testículos no.

Vosotros y vosotras no sé, pero yo me hice unas buenas risas con esta historia, además de aclarar una gran duda.



Publicado originalmente en euskara en la revista Hegats, nº44, de la Asociación de Escritores en Lengua Vasca

[1] GOÑI Carlos. Cuéntame un mito. Ariel, Bartzelona 2001.

[2] DE PRADA, Juan Manuel Edit/trad La niña que creó las estrellas: Relatos orales de los bosquimanos /xam

. Edit Lengua de Trapo

[3] PERBOSC Antonin. Contes Licencieux de l’Aquitaine. Garae Hesiode

[4] MINDLIN Betty y narradores indígenas. Relatos eróticos indígenas. El Aleph Bartzelona 2005

[5] BURKE Peter. La cultura popular en la Europa Moderna. Alianza. Madril 1991. Pag 175

[6] PERBOSC Antonin. Contes Licencieux de l’Aquitaine. Garae Hesiode

[7] BAJTIN Mijail. La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. Alianza. Madril 1998 pag 151

[8] Calvino, Italo. Seis Propuestas para el fin del Milenio. Edi Siruela 2000

segunda-feira, outubro 04, 2010

¿Qué demonios será la narración oral?

Es una discusión recurrente la que tenemos ene l mundo de la narración oral sobre si la narración es teatro u otra cosa. Parece ser que en la sociedad que habitamos, las definiciones son necesarias para que cada cual pueda mostrar su actividad lo más concretamente posible. Géneros literarios, estilos musicales, propuestas teatrales, todo se clasifica y define. ¿Necesita, en cambio, la creación de esa fiebre clasificadora? ¿Lo necesita el creador? Soy de la opinión de que en realidad es una necesidad del mercado cultural; el cual, aquí también, destaca sobre otras razones o dinámicas. Y el mercado, en la cultura también, necesita de organización (aunque últimamente se haya demostrado que es más imagen que otra cosa). La preocupación en diferenciar la narración oral del teatro (no así en cambio de la literatura escrita, la mayoría de las veces), la ha impulsado, en gran medida, la necesidad de desarrollar un nombre propio dentro de ese mercado cultural; la necesidad de transmitir las características propias de esta actividad creadora; propagar la especificidad de la creación narrativa oral. Pero, ¿son tan diferentes la narración oral y el teatro?

Hay libros que enseñan, que continuamente te atraen hacia ellos ayudándote a esclarecer dudas. Dario Fo escribió “Manual Mínimo del Actor”, libro imprescindible para quien ame el teatro. A lo largo del libro comenta cuestiones tanto del teatro actual como del teatro antiguo. Entre estas últimas nos trae una mención a un texto de la época de la Contrarreforma, escrito por un tal Ottolelli, colaborador del Cardenal Carlo Borromeo. Ottolelli escribe sobre la comedia y los comediantes: “(…) los cómicos no emplean en todas las representaciones las mismas palabras de la nueva comedia, se inventan cada vez, aprendiendo antes la sustancia, como en breves capítulos y puntos concretos, recitan después de manera improvisada, adiestrándose así a una manera libre, natural y graciosa. El efecto que logra en el público es de gran implicación, esa manera tan natural despierta pasiones, emociones, que son de gran peligro por la alabanza que se hace de la fiesta amoral de los sentidos y de la lascivia, del rechazo de las buenas normas, de la rebelión a las santas reglas de la sociedad, creando gran confusión entre las gentes sencillas”. Pues bien, no creo que este tipo pensase que los comediantes y los narradores fuesen hijos de distinta madre. De todas maneras, discusiones aparte, la mejor manera de poder enriquecer los criterios en torno a esta cuestión, es conocer las propuestas narrativas orales, así como reflexionar sobre el trabajo que se hace y las propuestas que se trabajan. Y sobre todo, tener claro que lo principal es que la narración distraiga al público, sin ignorar su capacidad reflexiva.

terça-feira, setembro 28, 2010

Razones para la huelga

No nos vamos a alargar aquí explicando las razones de la crisis económica. Me parece más interesante exponer qué respuesta y posición habría que tomar ante ella. En estas situaciones la sensación de impotencia suele ser la que nos invade, sobre todo en estos tiempos de desaceleración, no económica, sino de respuesta social. Es verdad que en esta época de ataque frontal e inhumano por parte del capitalismo a todo lo que suponga avances sociales y laborales, es complicado organizar una respuesta eficaz y unitaria; pero, entonces ¿qué hacer? ¿Que cada cual se guarde su ropa? ¿Esperar a que la tormenta amaine alguna vez? ¿Desahogar la rabia en la barra del bar, para que nos se nos enquiste en las entrañas? Podemos encontrar mil razones para poner el mundo patas arriba y al mismo tiempo quedarnos tirados delante del televisor. La cuestión es si tenemos que pasar en blanco esta maldita crisis que nos han dejado caer, cual yunque de herrero, encima de nuestras cabezas.
Las movilizaciones de trabajadores suelen ser el reflejo de la respuesta a las situaciones de crisis. Pero no debemos olvidar que las crisis económicas no sólo afectan a los trabajadores, sino a toda la sociedad, por lo que la respuesta debería de ser de toda la sociedad en conjunto. Y las personas que habitamos en territorio de las artes escénicas somos parte de esa sociedad, por lo que tendríamos algo que decir. Da la impresión de que los sectores productivos y financieros son los únicos afectados por la situación, ¿qué ocurre, entonces, en el terreno de la creación artística? ¿Cual es el lugar de los trabajadores y trabajadoras de la cultura en esta crisis? ¿O somos una gente que vive en un mundo etéreo? Claro que no; es más, esta crisis está haciendo una verdadera destrucción del sector de las artes escénicas. Pero parece que es un mal que se lleva en silencio. La tradicional situación de precariedad que vive el sector, se está acentuando, tornándose verdaderamente crítica. Falta de trabajo, ingresos cada vez más bajos o inexistentes, dificultades para cobrar, y todo ello, sin apenas protección social. Por si eso fuera poco, las mínimas condiciones laborales que se han ido consiguiendo con los años, van desapareciendo, tanto en lo que se refiere a sueldos como a otro tipo de prestaciones. La narración oral no se libra, ni muchísimo menos de esta situación. Podemos ver claramente que las artes escénicas sufren en estos momentos una de las peores crisis a las que nos hemos enfrentado. Desaparecen compañías, se vacían programaciones, el sector de audiovisuales parado... Un futuro negro amenazante.
Ante este panorama crítico no podemos quedarnos en silencio. Es una cuestión de supervivencia, no sólo para las personas que trabajamos en esto, sino para la cultura en general. De todas maneras, una situación como la actual es propicia para reflexionar sobre el modelo de actuación cultural que tenemos. Un modelo basado principalmente en una visión mercantilista de la cultura que es necesario cambiar. La protección social de los creadores y creadoras es indispensable para que la tan ensalzada cultura no sea un mero escaparate. Y para ello, las gentes que en ello habitamos debemos de tomar parte en los movimientos de protesta. Alzar nuestra voz, dar a conocer nuestras razones, mostrar nuestra situación, airear que nosotros también somos trabajadores y trabajadoras que sufrimos las consecuencias sociales y laborales de la crisis, y de manera muy dura. Muchas razones para la huelga.

Kontalarien V Festa Bermeo

segunda-feira, setembro 27, 2010

El día después de la Fiesta




Aunque el tiempo nos puso los pelos como escarpias, la V Fiesta de los y las Narradoras Vascas en Bermeo se celebró como estaba previsto. ¡A nosotros sirimiri! Comenzó este año la fiesta el sábado, en el claustro de la iglesia de San Francisco, con una sesión de cuentos entre varios narradores. El lugar precioso, el tiempo no tanto, pero a pesar de nuestras reservas, el público respondió a la llamada y pudimos disfrutar con un comienzo de cuento. Tras la cena y alguna cerveza (alguna, alguna, alguna...), retirada a descansar, ya que la mañana siguiente era larga. No llueve, el cielo parece que nos dará tregua (el cielo también). Café. comenzamos a preparar los lugares en los que se desarrollará la fiesta de la narración vasca. Discreto y bonitos rincones de la villa vizcaína. Altavoces, cables, sillas, pancartas, recorridos... Cada cual busca su sitio. Comienza desde el ayuntamiento a tocar la caracola, los irrintzis los txistularis de Bermeo dan inicio al pasacalles...¡la fiesta está en marcha! A partir de ahora los cuentos se extienden por rincones y plazas; esculturas y bares; y llegan como la marea a los oídos de quienes se acerca. El oráculo de los cuentos y el consultorio de cuentos, ofrecen cuentos personalizados a quien se acerca. El poteo de cuentos lleva la palabra de bar en bar, y entre txakoli y... más txakoli. Bermeo vive un domingo de cuento. Los y las narradores de Esukal Herria ofrece su fiesta como mejor saben, con cuentos, historias, leyendas... Y una buena fiesta no puede acabar sin una buena comida. La fiesta de este año ha finalizado. El año que viene nos trasladaremos a otro lugar, con nuestra arma más sofisticada: la palabra, un arma cargada de futuro. En este país.
Esta fiesta supone la actividad más importante del año para la narración vasca, ya que se presenta en sociedad dando su visión de lo que es o debería ser la narración oral. Esta edición se ha querido hacer hincapié en la narración de cuentos para adultos. Por otra parte se exponen al mismo tiempo distintas propuestas narrativas, con el ánimo de mostrar que el mundo de la narración oral es heterogéneo y que cada propuesta tiene su razón de ser y existir. Todavía quedan muchas ideas fijas que cambiar en torno a este mundo, pero el hecho de visualizar nuestro movimiento y sus aspiraciones, tanto artísticas como reivindicativas del hecho narrativa ayudará a dar pasos adelante para que la narración oral llegué a ser tomada como lo que es, una propuesta artística y creativa, con sus luces y sombras; como las personas mismas. Y además nos lo pasamos estupendamente, txakoli por medio.






sexta-feira, setembro 17, 2010

Laura in memoriam


Sabed, queridas abejas, que nada es más ya,
producid cera
para que no sea oscuro el camino
necesitamos luz
para no asustarnos en la senda.

Sabed, queridas abejas, que necesitamos cera
no es suficiente el resplandor lunar,
buscad en los más hermosos montes
las flores olorosas
las maravillosas
las que crecen en campos coloridos
ya que necesitamos
luz alegre y perfumada.

Sabed, queridas abejas, que necesitamos cera,
mas no olvidéis
las humildes flores que habitan
los rincones de las calles
las que surgen entre el cemento
en oscuros lugares
la cera que necesitamos
se debe parecer a ellas
para no tener una luz arrogante.

Sabed, queridas abejas, que necesitamos cera,
vuestra ayuda nos es imprescindible
para que no se oscurezca el corazón
para vernos entre nosotros
vosotras también sois de casa
por eso venimos a pediros ayuda
para que tengamos luz.

quarta-feira, setembro 15, 2010

V Fiesta narradoras y narradores vascos

Ya está en marcha el mayor acontecimiento narrativo vasco. La fiesta que los narradores y narradoras vascas organizamos cada año desde hace cinco, supone la mejor y mayor presentación que hacemos para dar a conocer tanto la situación de la narración oral en Euskal Herria, como las distintas propuestas narrativas presentes en la narración vasca.
Los días 25 y 26 de septiembre, la localidad costera de Bermeo acogerá alrededor de veinte narradoras y narradores que en distintos lugares del pueblo ofrecerán sus cuentos a quien se acerque. El sabado 25, desde las 20:00 horas a las 22:00, en el claustro del San Francisco, se ofrecerá una sesión colectiva de cuentos para adultos. Este año se ha querido reforzar la idea de que los cuentos no son exclusivos de la infancia, sino que trascienden a las edades. El comienzo de la fiesta tendrá lugar el domingo 26, a las 11:00 h, desde el balcón del ayuntamiento, y a partir de aquí y hasta las 15:00h, los y las narradoras se distribuirán por distintos rincones para ofrecer allí sus propuestas narrativas. Oráculos, consultorios, viajes por el mar, todo tendrá cabida en Bermeo. Quienes quieran disfrutar del ambiente en los bares, a ritmo de txakoli, también podrán encontrarse con narradores que entre trago y trago contarán cuentos, del derecho y del revés (hacia el final txakolinero, seguramente). Distintas agrupaciones y gentes del pueblo también pondrán su granazo de arena para que la fiesta puede ser así denominada. Txistularis, trikitilaris, irrintzilaris, dantzaris y demás bermeotarras harán que la fiesta sea no solo de los narradores sino de todo el pueblo.
Desde que en 2006 se organizase en Getxo la primera fiesta, este acontecimiento ha supuesto una manera maravillosa de dar a conocer el hecho narrativo así como las distintas propuestas que trabajan los y las narradoras vascas. Supone un afianzamiento del movimiento narrativo oral en esta tierra donde se acumulan infinidad de relatos y leyendas que han ido construyendo a lo largo de los siglos un imaginario propio, pero enraizado en la cultura europea. El pueblo vasco ha sido un pueblo netamente oral, siendo la oralidad la base de la transmisión tanto de su cultura como de su lengua. El resurgimiento de la narración oral desde unas claves modernas, no ha hecho que se abandone ni olvide toda esa tradición y riqueza. Por otra parte esta fiesta muestra a la sociedad que el movimiento de la narración oral que emerge, tanto en Euskal Herria, como en el resto de Europa, no es un simple pasatiempo para niños, sino que se basa en unas propuestas creativas y artísticas que aportan nuevos aires a las artes escénicas.
Quienes se acerque a Bermeo podrán disfrutar de los cuentos contados en un entorno que evoca travesías marinas legendarias. Y confirmar que la narración vasca confirma el dicho de las brujas de estas tierras: "Porque fueron somos, porque somos serán"; que lo podríamos traer a nuestro terreno diciendo: "Porque contaron contamos, porque contamos contarán".
Allí estaremos para demostrarlo.

sexta-feira, agosto 13, 2010

Fais la fête


Viens, fais la fête

Viens dancer toujours
Célébrer l'amour

La Fête. Rodrigo Leão

Se oye un vals en las calles. Dos danzantes entrelazados, balanceando sus cuerpos, van por encima de las piedras. Van entre la gente, entre las estrechas calles, acostándose en las viejas paredes, y avanzan etéreos. Los músicos marchan de tejado en tejado; la cantante pasea en el aire por encima de los bailarines. La música entra a través de las ventanas, se detiene un instante en la cocina, se mezcla con la comida, y se va: “Viens, fais la fête/Viens dancer toujours/ Célébrer l'amour”. Se introduce en la piel de quien yace enfermo. Viaja entre los arcos de la plaza. Y los danzantes se deslizan de rincón en rincón. Leves cosquilleos asaltan las entrañas de las gentes. Se acercan imperceptiblemente. Séche tes larmes/Regarde autour de toi/Souris a n'importe quoi”. Y todo el mundo se abraza en una danza interminable. El vals permanece en el aire, en los cuerpos, en las almas. En un momento las calles se convierten en una fiesta. Las gentes bailan. La música se encarna en danza. La cantante en el aire: “Suis les mots du poète/ Prends la vie/ Fais la fête”

El escritor italiano Italo Calvino escribió Las ciudades Invisibles. Ciudades imaginadas e imaginarias. Marco Polo le cuenta al emperador Kublai Jan las ciudades maravillosas que ha conocido en sus viajes: “¿Qué son las ciudades para nosotros?- pregunta Calvino en el prólogo del libro -. Creo que he escrito un poema de amor a las ciudades, en estos tiempos en que son cada vez más difíciles de vivir como tales. Quizás estemos llegando a una crisis del modo de vida urbano y Las Ciudades Invisibles es un sueño surgiendo del corazón de las ciudades invisibles”. Puede ser que cada uno de nosotros tenga una ciudad invisible dentro de si, donde se resguarda de vez en cuando, con ánimo de hacer una vida incorpórea. Y, a veces, imaginamos esa ciudad intangible en las calles que caminamos. El escritor gallego Xabier P. Do Campo nos invita a visitar en su obra El libro de los Viajes Imaginarios, como metáforas de nuestros viajes interiores, distintos territorios y ciudades. “Por eso, los caminos que recorre el viajero son caminos que conducen al conocimiento y a la belleza, esa belleza que tantas veces es necesario rescatar de entre el mal y la miseria”. Una ciudad es un camino en si misma, el camino que cada ciudadano hace en su cotidianeidad. La ciudad imaginada necesita, sin duda, su viaje imaginado. Haciendo pasar por el cedazo de la imaginación sus calles, sus plazas, sus edificios, esa ciudad invisible se irá creando en nuestro interior. Ciudadanos imaginarios haciendo viajes imaginarios en calles imaginarias. En esa invisibilidad aparecemos ante los demás. Desapareciendo en el imaginario, reaparecemos renovados.

Ciudadanía, civismo, son palabras que últimamente se repiten demasiado en las declaraciones de muchos regidores municipales. En nombre de la corrección, del respeto. ¿Quién se opondrá a ello? Por supuesto, todos querríamos que nuestro municipio fuese un modelo de convivencia equilibrada, donde la libertad individual fuese la libertad colectiva. Ese equilibrio, en cambio, se hace sustentar en la ley, sin ninguna socialización, sin consensos ciudadanos, al hilo de una concepción unidireccional de la ciudad. Se construyen ciudades asépticas, ciudades del silencio. En nombre de la seguridad nos graban, nos controlan, nos silencian. Se crean ciudades del miedo; siendo el miedo la convivencia que nos imponen en nuestra sociedad. Miedo al paro, miedo al extranjero, miedo al otro, miedo a la pobreza, miedo a la soledad. Y crean ciudades del consumo, ciudades consumidas, felicidad de neón, para que nos sintamos seguros en los centros de ocio y consumo. Hemos dejado en manos de los publicistas la imaginación. Buscamos en bienes perecederos una supuesta vida cómoda y moderna. ¿Podremos hacer ese viaje, que menciona DoCampo, a la sabiduría y a la belleza? La ciudad que imagina cada cual es al mismo tiempo de uno mismo y de la colectividad. Crecemos en eso que imaginamos. Imaginar es la manera más radical de cambiar la realidad, en una ciudad que baila al ritmo de un vals: Ouvre tes portes/ Reçois la vie chez toi/ Gonfle ton coeur de joie.

quarta-feira, junho 09, 2010

Koldo Ameztoy narra el mito de Aracne

El narrador vasco Koldo Ameztoy presenta un nuevo espectáculo de narración sobre el mito de Aracne, junto a diversos músicos y una acróbata. La narración vasca tiene en Koldo su representante más innovador.

Arachnée... sur la toile

Voilà qui était tentant : mettre Arachnée sur la toile...
C'était à l'automne dans le cadre des Rencontres en Vasconie qui réunissaient la Compagnie Lagunarte et le collectif ça-i, avec Koldo Amestoy, Serges Mahourat et de nombreux musiciens. Koldo racontait la légende d'Arachnée... Avec lui, suspendue à sa corde-fil, la trapéziste Laetitia Vieceli. Le décor projeté est de Coline Hateau.
Photos : collectif ça-i





terça-feira, junho 08, 2010

Somos lo que escuchamos


“¿Puede alguien de vosotros contar una historia?”. Los narradores de la noche. Rafik Schami

Somos lo que contamos, pero, sobre todo, somos lo que cuentan. Y un hombre perdió la palabra. De repente, no salía ninguna palabra de su boca. Decía que el sueño le robó la palabra. Que se quedaron en los sueños, sin poder salir de allí, eso pensaba. Creía que tuvo una pesadilla. O que había hablado demasiado y las palabras se cansaron, perezosas para despertarse. Quizás el roncar tendría algo que ver. Alguna vez oyó decir que los ronquidos rompían las palabras, que por eso muchas veces, al despertar, las palabras salían torpes. Eso le ocurría muchas veces, pero luego se recuperaba. En esta ocasión, en cambio, se perdieron completamente, en algún atajo del sueño. Y lo peor era que no sabía si la enfermedad duraría un tiempo o se quedaría así para siempre. Mientras tanto, tendría que acostumbrarse a vivir sin decir palabra. Y descubrió nuevos mundos. Escucho sonidos desconocidos hasta entonces. Los ecos de los pasos de la gente. El reventar de las gotas de lluvia en las calles. Los murmullos de la gente en los rincones. Sus pasos. Su respiración. Aprendió también a mirar. Los gestos de los amigos, los detalles de sus andares. Desde que perdió la palabra descubrió nuevos territorios fantásticos, en casa y en la calle.

Recuerdo que de pequeño, me despertaba el eco de los tacones de una mujer que descendía, apresurada, camino del trabajo, por la cuesta de Galtzaraborda. Y esos tacones presurosos me recordaban el tiempo que me quedaba para ir a la escuela. Un poco más tarde, bajo la ventana, un coche se ponía en marcha. Todavía el día no había comenzado y el tener aún tiempo para dormir hacía que me envolviese más gustosamente en las sábanas. Todavía hoy, el lugar del reloj lo ocupan distintos sonidos madrugadores. Son ruidos nocturnos. El camión de la basura, sobre las dos. Hacia las cinco, la radio de la furgoneta del repartidor de pan. Más tarde, hacia las seis, el maldito ruido de la maldita máquina barredora. Y a partir de aquí distintos ruidos y sonidos se van uniendo al nuevo día. Hay, en cambio, sonidos que pasan si que nos demos cuenta. Que los ruidos de la ciudad, o los nuestros, nos impiden oírlos. Sonidos comunes, sin importancia, humildes, pero que nos ayudan en nuestra cotidianeidad. El sonido de las llaves, cuando estamos deseosos de llegar a casa y bailan en nuestras manos. Serían anunciadores de nuestro descanso, si les prestásemos atención. El ritmo de la respiración del amigo cuando habla, que, quizás, nos indica otra intención en lo que nos cuenta. Cuando caminamos por la calle, el sonido de la música que sale de una casa, mostrando la intención socializadora de quien o quienes la habitan. Cuando llueve, el sonido del tremolar de las gotas que caen de los tejados. Nuestras calles, y nosotros mismos, estamos hechos de pequeños sonidos y ruidos, que nos acompañan durante toda la vida, como una banda sonora no buscada de nuestra vida.

Y por la ventana llegan las notas de un violín. Sentado en un banco de la calle, un hombre juega con los sonidos que hace surgir de las cuatro cuerdas. Son composiciones conocidas, pero con un alma propia. La música, como muchas acciones humanas, es juego, y ese juego es lo que nos atrae. Delante suyo hay una pequeña caja de cartón, para quien lo desee deposite unas monedas. No parece una situación extraordinaria, sino bastante común, como muchas que ocurren en nuestras calles. Los transeúntes van de un lado a otro. Alguien detiene su marcha unos segundos para depositar unas monedas. El músico se lo agradece sin dejar de interpretar la pieza.

Y el granizo golpea rítmicamente los tejados y las calles, creando gran estruendo. Todo se para durantes unos instantes. La gente busca refugio. Esta caída celestial está en boca de todos. Y cuando cesa, se puede escuchar el ruido de los trozos de hielo al romperse bajo los zapatos, y el chapotear en los charcos. Cuántos pequeños ruidos, y sonidos, y ecos de vida no perderemos en nuestros pueblos y ciudades. Andamos a prisa, recogidos en nosotros mismos, sin poner atención en los pasos del otro, al sonido y al ritmo de sus palabras. Como el corazón, la ciudad tiene sus latidos, señal de que está viva. Silenciarlos es como silenciar su corazón. Silenciarse no es, simplemente, callarse, quedarse sin decir nada, o sin saber qué decir; callarse es también dar descanso a la mente. Como en la música, al hablar el silencio también tiene su valor, dándole ritmo al significado del discurso. Como el corazón con sus latidos expresa nuestro ritmo de vida, los silencios en el discurso expresan el ritmo de nuestros pensamientos. De todas maneras, como el corazón, los discursos también pueden estar afectados de arritmia, o al borde del infarto. A pesar de ello, tendríamos que saber diferenciar cuando callamos y cuando nos mandan callar, cuando nos niegan la palabra. Si no sabemos la diferencia es inútil; entonces no escucharemos los sonidos de nuestras calles, y los mundos maravillosos que ofertan no crecerán en nosotros.

sábado, junho 05, 2010

Libros viajeros


Hay en Colombia un maestro que acompañado de su burro, se dirige hasta las comunidades del entorno donde vive. Con el burro de las riendas, viaja por los caminos. Hace una gran burrada este maestro con estas salidas. A los lados de las alforjas del burro está anunciado: Biblioburro. La imagen más extendida de la incultura, la metáfora universal de la insensatez, el embrutecimiento hecho carne, el burro, viaja por los caminos cargado de libros, contra la incultura, sensatamente, dando aliento a la ternura. Esperan mayores y niños. Bajo el árbol, el maestro extiende los libros, para que, quien lo desee escoja uno. Mientras tanto habla de lo que ocultan y descubren los libros. Después de unas horas, carga de nuevo el burro y regresa a casa el maestro caminador, acompañando a su Biblioburro. En casa lo esperan cientos de libros apilados en cajas, esperando conocer esos caminos. No esperaran mucho; pronto subirán al burro, desperdigando palabras por los caminos.

En un banco de un parque hay un libro solitario. Quizás olvidado. No hay nadie en los alrededores. Llega un paseante y se sienta. Mira por encima el libro, curioso. Por pasar el tiempo, acaso, comienza a ojearlo. Al poco tiempo se encuentra totalmente atrapado en la narración. Tiene que regresar a casa y se lleva con él el libro, ya que no puede abandonar aquel libro sin conocer su última página. A los dos días lo deposita en el mismo banco. Se aleja. Llega una andarina. Se apercibe del libro. Lo mira por encima. Lo ojea.

El escritor Santiago Alba comentaba, en un desayuno-encuentro realizado en la Asociación Cultural Mikelazulo, que “estamos perdiendo el valor de las cosas”. Desechamos enseguida las cosas, sin darles tiempo a envejecer. No les damos tiempo para hacerlas nuestras, parte de nuestras vidas. Lo viejo está condenado; clasificamos, compramos y desechamos las vestimentas por temporadas; sin darle tiempo a tomar la forma de nuestro trasero, despreciamos la silla por pasada de moda. Y los libros escasamente duran un mes en los escaparates. Sustituimos el papel por la pantalla en aras de la novedad. El libro es una cosa que ocupa demasiado lugar y acumula demasiado polvo. Y las bibliotecas se tornan estudiatecas en época de exámenes.

Los libros, no obstante, no son, simplemente, un objeto; son las guaridas del pensamiento humano, y solo adquieren sentido cuando otra persona los lee. Los libros son expresión humana, buena o mala; para bien o para mal. El libro nos pone en comunicación intelectual con otra persona. Y el pensamiento necesita tiempo. El remojo del tiempo. Una biblioteca no puede ser un simple almacén. Un apilar de objetos. Tiene que ser la viajera de los caminos encima de un burro. El libro olvidado que enciende la curiosidad de los paseantes. La casa que le da tiempo al tiempo. El albañil que libera al pensamiento de sus cuatro paredes.

segunda-feira, maio 17, 2010

Hacer Cuentacuentos

"¿Esta semana tienes que hacer un cuentacuentos, no?", me recordaba por teléfono una periodista, antes de proponerme una pequeña entrevista en torno a la sesión de narración. Con la sonrisa en los labios, cercano a la carcajada; y con una potente imagen en la mente, estuve tentado de responder otra cosa, pero me contuve y le confirmé la actuación. En este oficio de palabras, palabras que construyen imaginarios, a veces absurdos, mas con una gran carga significativa, el calificar una sesión de narración oral como hacer un cuentacuentos, no puede sino ahondar en esa construcción de imágenes imborrables, haciéndonos, al mismo tiempo, reflexionar sobre la, cuando menos, torpe utilización del idioma, así como al continuo vaciamiento de contenido que hacemos de palabras y expresiones, fruto no tanto de una evolución y transformación enriquecedora del idioma, sino de la cada vez más notoria falta de reflexión tanto sobre lo que decimos como en nuestras vidas mismas.
Volvamos con la periodista. Después de su pregunta, lo primero que se me vino a la cabeza fue la imagen de pedir una voluntaria entre el público asistente, ya que yo había ido allí para hacer un cuentacuentos, tal y como anunciaron en la radio. Después comenzaron a cruzar por mi mente distintas situaciones sugeridas por la cuestión. Me imaginaba en casa de mis padres, diciéndoles, entre bocado y bocado de merluza en salsa verde: "Bihar ipuin kontalari bat egin behar dut Bilbon" (Mañana tengo que hacer un cuentacuentos en Bilbao). Después mi madre comentaría con sus compañeras jubiladas del coro que su hijo se dedicaba a hacer cuentacuentos. Casi al mismo tiempo, otra situación absurda me desbordaba la mente. Me veo hablando con una amiga y preguntándole: "Nahi duzu nirekin etorri?, arratsaldean ipuin kontalari bat egin behar dut" (¿Quieres venir conmigo? Tengo que hacer un cuentacuentos esta tarde). Solo por ver la cara, tanto de mis padres como de la colega, merecería la pena hacer realidad esas situaciones imaginadas.
Pero no pongamos en la picota a la pobre periodista, ya que no es una expresión que se haya inventado ella. Una y otra vez escucho a personas que narran, de manera más o menos continuada, así como a otras personas que se dedican a organizar este tipo de actos, la expresión "tengo un cuentacuentos" . Da la impresión de que dicha manera de definir una sesión de narración oral se está estandarizando de manera alarmante. Es por eso que conviene recordar el asunto. Hacer un cuentacuentos tiene que ver con la reproducción de una especie, en este caso de gente que cuenta cuentos. Llevar a cabo una sesión de narración oral es otra cosa, no necesariamente sexual.
No me encuentro entre las personas capacitadas para dar lecciones filológicas, y menos en castellano, pero aún no siendo así, pienso que la preocupación por mejorar y enriquecer el idioma, es mejorar y enriquecer la misma narración. Algo que nunca está de sobra.
Y ahora que lo pienso, ¿no tendría alguna intención sugerente la periodista? Nunca me entero de nada.

sexta-feira, abril 30, 2010

Budapest 1944. Mentiras que salvaron vidas

de Alessandra Rombolà y Marina Sanfilippo


Espectáculo en el que la narración de hechos reales en la Hungría ocupada por los nazis se realiza a través de la palabra y de la música (texto oral de Marina Sanfilippo, música de Alessandra Rombolà, G. Kurtag, Ervin Shulhoff y tradicional sefardí).

La narración, que reconstruye la aventura del italiano Giorgio Perlasca que se fingió diplomático español y gracias a sus mentiras logró salvar la vida a más de cinco mil judíos se basa en distintas fuentes (el mismo Perlasca, Arendt, Deaglio, Hilberg, Horthy, Kertesz, Levi, Pressburger, etc.).

Fecha y horario: 7 de mayo de 2010

Lugar: Biblioteca “Rafael Alberti” (C/ Sangenjo 35, metro Herrera Oria)

Entrada: libre hasta completar aforo

quinta-feira, abril 29, 2010

Un barco que navega

A veces, por alguna extraña razón, las ideas toman forma. Y se convierten en palabras. Y ocurre también que las palabras se convierten en ilustraciones. Y suceden cosas como esta. Sobre todo gracias a la maravillosa imaginación de la pintora venezolana Mariana Sellanes.








domingo, abril 25, 2010

El territorio libre del idioma

El poeta Joseba Sarrionandia escribió que el euskara es nuestro único territorio libre. El idioma como territorio de libertad. Aún no siendo una idea original, siempre nos hace reflexionar sobre la importancia de esa creación humana tan etérea, y al mismo tiempo, tan telúrica, como es el lenguaje. La lengua como lugar donde se desarrollan nuestras vidas. Instrumento de expresión y creación, que surge de increíbles y desconocidas conexiones neuronales, corrientes eléctricas que surcan nuestro cerebro, construyendo, o colaborando al menos, en ser lo que vamos siendo.
Las personas que nos dedicamos al oficio de relatar historias nos adentramos en ese territorio libre, donde todo es posible. Al construir mundos imposibles, entrando en esas conexiones neuronales de quien escucha nuestras historias, supone una responsabilidad extraordinaria, primero para con nosotros mismos. Imaginar lo que acontece en un relato es imaginar lo que podría ser; por lo tanto es imprescindible que al abordar una narración seamos capaces de imaginar ese territorio libre que habita en las palabras; ¿cómo, sino, podremos trasladar todo ello a la imaginación de quienes nos escuchan? Pero ese viajar por el territorio tan familiar y, al mismo tiempo, desconocido del lenguaje exige investigar, estudiar, conocer los recovecos del idioma. Del mismo modo que la capacidad de andar no nos asegura por si misma el poder correr un maratón, no es suficiente con pensar que por el mero hecho de hablar un idioma la capacidad para contar cuentos viene dada. Si de verdad queremos transitar por ese único territorio libre que, parece ser, nos queda, será necesario conocerlo, descubrirlo, hacerlo nuestro; para saber por donde pisamos; para imaginar hacia donde queremos ir; para descubrir nuevos caminos; para jugar con las palabras, que es jugar con nosotros mismos y con los demás. Para, en definitiva, disfrutar compartiendo ese maravilloso territorio.

quinta-feira, abril 08, 2010

Vaciar la palabra




Visitar el Museo Oteiza no es solamente disfrutar con las creaciones de uno de los escultores más significativos del s.XX; es, además, adentrarse en las reflexiones en torno a la creación artística y su sentido en relación con la existencia humana. Tanto su figura discutida y discutidora, como sus creaciones y reflexiones, siguen siendo hoy en día fuente de reflexiones diversas. El museo emplazado en la última morada del escultor vasco en la localidad navarra de Alzuza, nos invita, además de contemplar un estupendo recorrido por su mundo creativo, a reflexionar sobre el hecho mismo de los procesos creativos y su sentido. Sus reflexiones sobre el vacío y su plasmación, tanto en sus obras escultóricas como en sus escritos, reflejan un profundo interés en entender el ser humano y el sentido de su existencia. El vacío como creación, como búsqueda de una dialéctica con la persona humana. La escultura como aquello que queda cuando se desocupa el espacio. No es la escultura los elementos que conforman la pieza, sino esos materiales son los que nos enseñan, nos emplazan el vacío. Los apóstoles del friso del santuario de Aranzazu en Oiñati, Gipuzkoa, son figuras vaciadas, sin entrañas, en las que se muestra el ser humano en sí mismo, sin nada que ocultar. La contemplación de esas figuras no es simplemente contemplar algo bello, es pensar sobre ello.
Pero, ¿es aplicable esa concepción del vacío a otros caminos creativos? ¿Puede la narración oral adentrarse en esas reflexiones en torno a la desocupación del espacio?Quizás sean reflexiones demasiado influidas por una visita museística; pero, en definitiva, eso debería ser lo interesante, que la obra de un artista suscite reflexiones en torno a distintas cuestiones. Y la narración oral no creo que deba estar ajena a cuestiones diversas que ayuden a su desarrollo y evolución, al mismo tiempo que nos hagan entender el hecho creativo humano, su razón de ser.
Y la cuestión del descubrimiento del espacio vacío como lugar de reflexión creativo en la búsqueda de entendimiento del ser humano, cuando menos, es una interesante propuesta. Si consideramos que los cuentos en boca del narrador surgen de algo tan intangible como es su mente creativa, podremos colegir que en realidad surgen de la nada, de una nada que toma cuerpo en cuanto se la rodea de unas formas que llamamos palabras. Las palabras vendrían a ser esas formas concretas, ese material que nos señala esa intangibilidad del pensamiento y la imaginación. Las palabras son sonido en boca del narrador, como en la escultura son piedra o metal. Esos sonidos demarcan la narración, señalándonos la esencia de lo que encierra el cuento. La importancia de la narración no sería entonces la forma, sino lo que esa forma esconde, lo que el narrador nos quiere contar, aquellas cuestiones de la existencia humana que habitan en su mente. La adecuada utilización y colocación de las formas, las palabras, harán posible que surja entre narrador y oyente la necesaria relación para una dialéctica narrativa, siendo ahí donde radica su importancia. Pero de la misma manera que existe una dialéctica entre narrador y oyente, existe la dialéctica entre lenguaje y pensamiento. Esta relación dinámica nos debe empujar a una continua reflexión sobre el hecho narrativo y su relación con la persona humana y su devenir existencial.
La narración, al igual que otras actividades creativas, es reflexionar, buscar, preguntar. Es quitar material, material que no nos deja ver la esencia de lo que se esconde detrás, en el interior. Buscar esa nada, donde puede que este todo, y a partir de ahí ir planteando nuevas preguntas. Y exponerlas al exterior, de forma bella, atractiva, pero planteando a quien escucha una historia, una dialéctica consigo mismo y el mundo que le rodea; mundo lleno de personas como ella, como él. Quizás, en realidad, lo que Oteiza nos quiere contar a través de sus esculturas son cuentos escondidos en sus cajas metafísicas.