quinta-feira, junho 01, 2017

ADOLESCENTES

“¿Os gustan los cuentos?” “No”. La chica adolescente lo tiene claro; el porqué ya no tanto. Como el chico que está delante suyo.  A los demás compañeros y compañeras de clase se les percibe una opinión idéntica.  Con los adolescentes tengo la costumbre de comenzar así la sesión, aún sabiendo de antemano cual va a ser la respuesta. Imagino que piensan que los cuentos no son para ellas y ellos, sino para las crios. Un público difícil, complicado. Pero no por ello malo. Adolescentes, personas que no son ni niños ni adultos; que están en una transición complicada, a veces dura; algo que ya hemos pasado los demás, mejor o peor. Y, claro, escuchar cuentitos no es algo que entre en sus perspectivas vitales. ¿O sí? El rechazo de los adolescentes por la narración de cuentos solemos achacarlo a su falta de interés, a edad complicada, al decir a todo no, y a que sus intereses están en otras cuestiones. Han interiorizado que los cuentos son cosa de la infancia o, quizás, se lo hemos hecho interiorizar. Tienes el público en contra, edad difícil, en este ambiente escolar tú eres un adulto, como las profesoras, o de la edad de sus padres, ideas preconcebidas… Pero los retos me provocan.

En el instituto de Muskiz, en Bizkaia, tengo un grupo de adolescentes enfrente. Tienen grabada la palabra NO en la frente. De todas maneras alguno o alguna muestra un ligero ademán de curiosidad. Otros directamente pasan. Y tu cabeza bullendo, enredado en la estrategia a seguir. Pero sabes, por experiencia, que antes de comenzar a contar cuentos, lo primero es conseguir una atención hacia tu persona, encender la curiosidad por el tipo ese que ha venido a contar cuentitos. Los cuentos llegarán más tarde. Comienza la sesión. Cuando estás terminando suena el timbre anunciando el sagrado recreo, pero las alumnas y alumnos no quieren irse sin saber cómo acaba esa historia. Encantadores los adolescentes. Un público maravilloso.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA