quinta-feira, julho 25, 2013

Ofrecer la creatividad

"Lo que estoy haciendo en primer lugar me tiene que gustar a mí. Sino es así... No puedo meterme en la cabeza de otro, es imposible. Si para mi es suficiente y me parece bueno, irá para adelante, sino no". Así responde en una entrevista la ilustradora Elena Odriozola a la pregunta sobre si cuando trabaja piensa en un lector potencial. Aunque parezca una verdad de Perogrullo, dentro del mundo de la creación es un tema controvertido y conflictivo, fuente de innumerables debates. El creador quiere que su trabajo llegue al máximo de gente posible (claro, hay también algunos que reivindican sobrevivir en la marginalidad, mostrando más pureza artística que la Virgen María). El trabajo artístico suele estar en manos de posibles compradores o contratadores, por lo que serán esas personas quienes decidan la difusión de dicho trabajo. Por supuesto, el proceso es más complejo, pero esta suele ser la base principal en la que se sustenta.
Ante esta situación al creador o creadora puede surgirle un duda interna, ¿condicionar su trabajo creativo a ese posible mercado o, por el contrario, crear sin tenerlo en cuenta? "Me decían que tendría que pensar en el lector. ¿Pero quién va a leerlo? No lo se. Y sabiéndolo, ¿cómo se hace eso? ¿Cómo puedo hacer yo algo para ti? Tú tienes que hacer tu trabajo para ti. Si eres fiel contigo misma y si haces lo que sientes, eso llega."
Cuando cuentas cuentos te sitúas delante de la gente, delante de un público curioso de lo que vas a contar. Quién ha venido a escuchar esas historias no sabe nada de lo que va a ver u oír. Quien narre tampoco sabrá nada sobre lo que busca ese público, qué piensa, quienes son. ¿Cómo puede contar entonces si ha decidido anteriormente cómo va a ser su público y ha hecho su creación en función de esa idea preconcebida? Como en otros campos, en la narración el proceso creativo tiene que surgir desde el punto de vista y el interior del narrador, la narradora. De no ser así, ¿para que ponerse delante de la gente?