segunda-feira, outubro 06, 2014

Criticas

         En España, después del golpe de estado de 1981, se hicieron famosas unas cuantas expresiones, una de ellas esta: “Ni está, ni se le espera”. Aquellas expresiones, por supuesto conocidas anteriormente, pasaron a socializarse de una manera más extensa y a utilizarse en distintas situaciones, con reminiscencias de aquel hecho. Por ejemplo, en la ausencia de críticos en los espectáculos de narración oral, ni están ni se les esperan. ¿Por qué?
         La labor de los críticos ha sido, es y será criticada habitualmente entre las gentes de las artes escénicas y otros creadores; a veces con razón, otras muchas respondiendo a un ego dolido. Se suele decir que un crítico literario es un escritor frustrado, así como que uno de teatro es un actor o dramaturgo igualmente frustrado; por lo que dirigen sus frustraciones hacia los trabajos de los demás, hablando desde su torre de marfil. Es verdad que hay gente así, como también es verdad que hay muchos críticos que saben argumentar sus opiniones desde un conocimiento del tema, sin ser resabiados y con humildad, pero también con la necesaria crudeza a veces y responsabilidad; siendo estas opiniones valoradas por los creadores como aprendizaje en su trabajo. Al mismo tiempo ofrecen a los aficionados pautas y criterios para valorar y reflexionar sobre los trabajos creativos. Par los narradores y narradoras, en cambio, ni bien ni mal, nada. El vacío crítico más absoluto en los medios de comunicación. Los críticos de artes escénicas no aparecen en las sesiones de narración, ni para ponerlas a parir. La más absoluta indiferencia por parte de esos, por qué no, especialistas.
         Esto tendría que llevarnos al menos a dos reflexiones. Por una parte en referencia a los críticos, ¿qué es lo que hace que exista esta indiferencia?, ¿desconocimiento de esta oferta cultural?, ¿falta de interés? Pero por otra parte, en lo que nos toca, los narradores y narradoras también tenemos que reflexionar sobre ello. ¿Es solamente un error achacable a los críticos? ¿La imagen que ofrecemos de la narración oral, resulta interesante y atractiva para el mundo de las artes escénicas? ¿Dónde, cómo, con que objetivos presentamos nuestros espectáculos?

         Tenemos que reivindicar las críticas a los espectáculos de narración oral, pero al mismo tiempo tendremos que reflexionar sobre nuestras creaciones y ofertas artísticas. Y asumir las críticas que pueden venir.

Articulo publicado originalmente en euskara en el diario GARA

domingo, outubro 05, 2014

¿Qué somos?

         Suele contar el dramaturgo Alfonso Sastre que él siempre se ha sentido raro por razón de su oficio. Los escritores lo han solido considerar como alguien del teatro; para la gente del teatro en cambio, al ser escritor, también era alguien como de “otro” grupo. Al menos esa sensación solía tener, como de estar en tierra de nadie. A él, en cambio, no le suponía ninguna contradicción, ya que siendo escritor pertenece al mundo del teatro, también; aunque en este caso gusta de matizarlo: “Yo escribo teatro para decir, no para leer”. Y lo entendía perfectamente.
         A los narradores nos ponen muchas veces en el mismo dilema. Para las artes escénicas parece que pertenecemos al ámbito de la literatura; mientras que para la literatura, al presentarnos en un escenario, del tipo que sea, somos “dicientes” más que escribientes. Por supuesto que las cosas no son negras o blancas, pero algo parecido suele ocurrir. Ahora que comienza la temporada narrativa en las escuelas y bibliotecas, los narradores solemos recibir llamadas de unas y otras para presentar nuestras sesiones. El objetivo de nuestra presencia, suele ser, en la inmensa mayoría de los casos, como ayuda en el fomento de la lectura y, cada vez más, la educación en valores. Fuera de este binomio fantástico, las llamadas interesadas la narración oral como espectáculo escénico, con un valor cultural en sí mismo, serán la minoría. Y por supuesto la infancia será la receptora de todo ello, mayoritariamente.

         Pero, a la hora de organizar un festival de artes escénicas, la narración oral brillará por su ausencia, a no ser por rellenar un espacio infantil. Parece ser que la narración oral es una expresión artística de “otro” grupo. Y así, vamos, tratando de navegar entre estas dos aguas a la búsqueda de una personalidad propia, intentando no ahogarnos en una pregunta existencial: ¿Qué somos?”

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA