“El
siglo XX trajo para los aromanos, (…) sobretodo en Bulgaria y Grecia, opresión,
persecución y muerte: los desplazaron y oficialmente les impusieron un nombre
nuevo, no se les permitió utilizar en público su lengua, ni tan siquiera hablar
de su existencia, muchos de sus pueblos fueron arrasados y cientos de
profesores, curas e intelectuales fueron detenidos e internados en campos o
trasladados a islas lejanas”. Nos lo cuenta Karl-Markus Gauss en su libro “Europeos en extinción” (colec. Poliedro, Julia Lionetti SL edit,
Barcelona 2002). Los aromanos viven principalmente en Macedonia. Hoy en
día, sólo en Macedonia les reconocen el estatus de minoría nacional. Como
muchas pequeñas naciones de Europa, su mayor preocupación es reivindicar su
existencia.
Muchas veces nos inquieren a los
hablantes de un idioma pequeño y discriminado, sobre esa querencia a existir.
¿Para qué utilizar un pequeño idioma anclado en el pasado, en lugar de un
idioma de verdad “práctico” para una sociedad moderna?
¿Por qué, entonces, contar cuentos en
euskara? En lugar de mencionar esa necesidad de existir, indicaré un par de
razones en otro sentido. La principal sería la necesidad de que un idioma
marginado, proscrito y negado durante siglos, desarrolle sus plenas capacidades
comunicativas en la sociedad que habitamos. Para desplegar esas posibilidades
comunicativas orales, la narración de cuentos, además de ser un instrumento
maravilloso, creo que puede ser bastante efectivo. Contar en euskara ayuda a
que nuestro idioma avance hacia el futuro.
Hay una segunda razón para contar en
euskara. Porque me da la gana.
Publicado originalmente en euskara en el diario GARA: http://gara.naiz.info/paperezkoa/20130416/397910/eu/Zergatik-euskaraz