“Mirri marrau. Zer behar dugu jan gaur? Papa
ta txitxi. Non da ene partea? Pareta xilo artean. Ez han, Bai han/ Katu buru
beltzak jan”.(Mirri
marrau, ¿Qué tenemos hoy para comer? Pan y carne, ¿Dónde está mi parte?/Entre los
agujeros de la pared/ allí no, aquí sí/ el gaton negro se lo comió).
Se le cantaba a los niños muy pequeños en el valle navarro de Roncal y en la
provincia vasca continental de la Baja Navarra, según recoge el folklorista
Resurrección Mª de Azkue en el volumen cuarto de su obra Euskalerriaren
Yakintza. “Martin Bonbil, erregearen sorgin, tipula ta gatz, Martin buru latz,
egizak ipurdian hatz” (Martin
botella, brujo del rey, cebolla y sal, Martin cabeza seca, ráscate el culo),
cantaban en la provincia vasca de Labourt.
Son
juegos del habla, danza de la lengua. Divertimento del idioma. El lenguaje es
una acción intelectual que surge y se desarrolla en el juego de los hablantes,
y ese juego sólo se puede dar en libertad, sin los encasillamientos de reglas
ajenas a dicho juego. Este jugar con el idioma, además de divertir a quien toma
parte en él, le da pie a internarse en una suerte de mundo mágico.
Estas
y otras reflexiones se pudieron oír en las jornadas de oralidad Ahoa Bete Hots (la boca llena de sonidos). En la casa de la Oralidad Mintzola, ubicada en la localidad
gipuzkoana de Billabona, los asistentes a las jornadas pudieron asistir tanto a
ponencias teóricas como prácticas agrupadas en torno al tema de este año “Hitza Jolas” (La palabra juguetona), en
las que se analizaba la importancia del juego en el desarrollo y
enriquecimiento del idioma y sus hablantes. Por una parte el idioma se va
adaptando a nuevos tiempos y por otra parte el hablante estimula a través de
dichos juegos un desarrollo intelectual. El escritor Juan Kruz Igerabide
resaltó la importancia del juego hablado a la hora de paso de un pensamiento
mágico a un pensamiento científico, recalcando que en su opinión el puente
entre los dos está en el arte. Y en estas jornadas se intentó unir los dos
mundos a través de la narración, el teatro, la canción y el bertsolarismo.
La
tradición popular ha jugado siempre con el lenguaje, no sólo por mero
pasatiempo, sino como método de transmisión de una visión del mundo
determinada, y al mismo tiempo dinámica, como el mismo idioma. Tendremos que
reflexionar si a través de la narración de cuentos estamos construyendo ese
puente que mencionaba Igerabide. Jugando, por supuesto.