quarta-feira, dezembro 31, 2014

Los Mapas del Tiempo

            El tiempo mece a los hombres. Bajo las estrellas, bajo el sol, en la niebla. Las distancias oscilantes son idas y venidas de la vida en el horizonte interminable. Avanzan en la inexistencia de las horas. El cielo es un gran reloj para las miradas cansadas. En el viaje donde el tiempo y el espacio son uno, el futuro es el presente y el pasado el futuro. Y el tiempo se mece en la singladura de los hombres.
            Joxe Zabala no mira el reloj desde la borda, si no el cielo. Y las olas. Para saber dónde y cuándo está. Las olas golpean sin cesar la embarcación, como la aguja de un reloj. Cada ola es diferente, como diferente es cada segundo, que cuando pasa ya no regresará. Las estrellas son las agujas que marcan las horas. Y el espacio. Cuándo están. Dónde están. Joxe Zabala mira el tiempo desde la borda, y avanza junto con el navío.
            En la torre de la iglesia la campana golpeaba cada hora. En los campos no había reloj, pero al escuchar las doce campanadas, dejaban el trabajo y rezaban. El reloj marcaba el tiempo de Dios. El de la gente humana, en cambio, la naturaleza. El crecimiento de la hierba, el nacimiento de los corderos, la caída de las hojas. El amanecer, la mañana, el mediodía, la tarde, el anochecer, la noche. De la luna llena a la nueva. El viaje del sol. Las campanas del reloj de la torre, dibujaban un mapa diferente en el camino de la gente. Pero aquellos eran recuerdes de la infancia en la mente de Joxe Zabala. Ahora, desde la borda, los pensamientos navegan con los latidos de la mar. El viaje que hizo del monte hasta el mar, lo fue también en el tiempo. Como al atravesar la mar. En el océano no hay campanas que marquen las horas; no hay agujas girando en la vida de las personas. Las oraciones se escuchan con el mar embravecido, en silencio, cada cual para sí mismo, suplicando la ayuda de Dios. Un enfrentamiento entre la naturaleza y Dios. Los hombres agazapados en la embarcación son frágiles, pequeños, débiles. Solo les queda esperar a que acabe la batalla. Esperar.
            Hace tiempo que comenzó el viaje. El de la mar y el de la tierra. Hace tiempo que le vino la idea de componer el Mapa del Tiempo. Para poder viajar por el mundo. Así como hay mapas de la tierra compuestos de fronteras, caminos, líneas, direcciones, ¿por qué no crear un mapa del tiempo? La gente humana se ha criado y educado en geografías diferentes desde que surgió al mundo. Señaló bosques y desiertos; ciudades y países; caminos y fronteras, para poder situarse en el mundo, fortaleciendo su identidad. Señalo en un mapa de arcilla aquella primera ciudad de Nippur en Babilonia, el centro del mundo. Ptolomeo quería visualizar lo ancho del imperio. Fueron surgiendo los continentes. Se descubrió la extensión del mundo. Y se señalaron los territorios conquistados. La geografía física. Atravesó el hombre los océanos y dibujo cartas de navegación aterradoras, llenas de monstruos y peligros. Dibujó líneas imaginarias sobre las olas, para que no se perdiesen los navíos, para que ellos no se perdiesen del mundo. El ser humano se situó en geografías de tierra y agua. Se situó en su espacio. En el espacio.
            Y todos ellos recorrió Joxe Zabala. Las líneas invisibles, los territorios interminables. Con pasos polvorientos, arropado en el salitre. Y paso el tiempo en ello. Un tiempo largo. Del pasado. Del futuro. ¿Es, en cambio, el tiempo único?, se preguntó una vez. ¿Todos los tiempos del mundo son iguales? ¿Todos los relojes avanzan en el mismo camino? Tal y como las personas imaginaron su geografía, tal y como señalaron su lugar en el espacio del mundo, ¿por qué no situarse en el tiempo del mundo? Era una vieja idea. Crear el Mapa del Tiempo. Del este al oeste, del norte al sur, fue recogiendo las señales temporales de los lugares que conoció, cercanos y lejanos. Los papeles donde se recogían frases, refranes, historias, relatos, creencias llenaban los rincones de su casa, organizados por territorios. Recibió el año nuevo en Kurdistan, Palestina, China, el Rif, Oceanía, siempre en una época diferente. Vio salir el sol, mientras en otro lugar se escondía. Conoció lugares donde no había estaciones. Y reunió relojes. Relojes de todas clases que marcaban horas diferentes. Dibujó los que encontró en paredes, torres, columnas. Relojes grandes y pequeños. Relojes de una sola aguja y con múltiples. Relojes coloridos y relojes oscuros. Escucho las horas golpeadas por campanas y sirenas que las anunciaban. Vio a obreros que se dirigían a sus fábricas controlados por el tiempo de la producción. Y vio a quien, a la sombra de un árbol, esperaba que pasase el calor infernal. Los innumerables caminos del tiempo se desparramaban a los cuatro vientos en el desván de su casa. Después de tanto tiempo estaba preparado para acometer el trabajo. Era el momento de comenzar a crear el Mapa del tiempo. Pero, ¿cómo?¿Qué soporte necesitaría? Los mapas geográficos los hacían a escala, ¿qué escala necesita el tiempo? Si el tiempo es una creación humana, ¿se podrá representar en escalas diferentes?

            Transcurrieron meses entre papeles, imágenes y relojes. Horas diferentes golpeaban sin cesar en todo momento, recordando los distintos tiempos del mundo. Los pasos de las agujas iban al ritmo de sus latidos. Los segundos viajaban interminables dentro de su ser. El frio le recordó que el invierno había llegado. El año llegaba a su fin. La algarabía de la calle le anunciaba la nochevieja. Las campanas de la torre comenzaron a golpear las últimas horas. Sentía en todo su cuerpo cada golpe. Y con el último, imaginó el Mapa del Tiempo. El último lo envió al mundo.

Publicado en el suplemento dominical del diario GARA. Traducido del euskara.

sábado, dezembro 27, 2014

El color de los cuentos

         Una vez intenté encontrar el cuento donde apareciese el Príncipe Azul, quiero decir en qué versión tradicional, no en una de esas ediciones infantiles (en todos los sentidos). Fui a una recopilación, a otra; Grimm, Perrault, Afanasiev, Barandiaran, Joan amades, Azkue, Webster… Nada. Dude si había mirado bien, si algún cuento se ocultó. Pero nada, de nada, no conseguí encontrar al Príncipe Azul ese. Por supuesto que encontré muchos príncipes y princesas, reyes y reinas, campesinos miserables, brujas buenas y malas, jóvenes pobres, niños y niñas valientes y desgraciados, pero el Príncipe Azul… ¿Por cuál rendija se coló en los cuentos que nos ha dejado la tradición oral? ¿Y las Princesas Rosas? No he conseguido encontrarlos. Entonces, ¿quién decidió vestirles con esos colores?
         En las últimas semanas se a encendido la polémica porque una editorial vasca ha publicado dos tomos con cuentos tradicionales, uno azul para niños y otro rosa para niñas. La editorial ha decidido que no volverá a publicarlos, aunque llevaban tres años en el mercado con una buena aceptación. ¿Cuál ha sido el criterio de los editores para hacer esa diferencia? ¿Cuál la de los compradores para escogerlos?

         No creo que el único problema sean los colores, me parece algo más preocupante. Las leyes del mercado cultural si se basan en el consumo acrítico, si desaparece el pensamiento crítico, estaremos construyendo y manteniendo una sociedad débil, ignorante y dependiente de los mercados. Tenemos que ponernos gafas multicolores, pintarnos las orejas con el arco iris. Imponerle al mercado nuestras leyes. Los príncipes Azules y las Princesas Rosas no existen, os lo juro.

Publicado en euskara en el diario GARA

segunda-feira, outubro 06, 2014

Criticas

         En España, después del golpe de estado de 1981, se hicieron famosas unas cuantas expresiones, una de ellas esta: “Ni está, ni se le espera”. Aquellas expresiones, por supuesto conocidas anteriormente, pasaron a socializarse de una manera más extensa y a utilizarse en distintas situaciones, con reminiscencias de aquel hecho. Por ejemplo, en la ausencia de críticos en los espectáculos de narración oral, ni están ni se les esperan. ¿Por qué?
         La labor de los críticos ha sido, es y será criticada habitualmente entre las gentes de las artes escénicas y otros creadores; a veces con razón, otras muchas respondiendo a un ego dolido. Se suele decir que un crítico literario es un escritor frustrado, así como que uno de teatro es un actor o dramaturgo igualmente frustrado; por lo que dirigen sus frustraciones hacia los trabajos de los demás, hablando desde su torre de marfil. Es verdad que hay gente así, como también es verdad que hay muchos críticos que saben argumentar sus opiniones desde un conocimiento del tema, sin ser resabiados y con humildad, pero también con la necesaria crudeza a veces y responsabilidad; siendo estas opiniones valoradas por los creadores como aprendizaje en su trabajo. Al mismo tiempo ofrecen a los aficionados pautas y criterios para valorar y reflexionar sobre los trabajos creativos. Par los narradores y narradoras, en cambio, ni bien ni mal, nada. El vacío crítico más absoluto en los medios de comunicación. Los críticos de artes escénicas no aparecen en las sesiones de narración, ni para ponerlas a parir. La más absoluta indiferencia por parte de esos, por qué no, especialistas.
         Esto tendría que llevarnos al menos a dos reflexiones. Por una parte en referencia a los críticos, ¿qué es lo que hace que exista esta indiferencia?, ¿desconocimiento de esta oferta cultural?, ¿falta de interés? Pero por otra parte, en lo que nos toca, los narradores y narradoras también tenemos que reflexionar sobre ello. ¿Es solamente un error achacable a los críticos? ¿La imagen que ofrecemos de la narración oral, resulta interesante y atractiva para el mundo de las artes escénicas? ¿Dónde, cómo, con que objetivos presentamos nuestros espectáculos?

         Tenemos que reivindicar las críticas a los espectáculos de narración oral, pero al mismo tiempo tendremos que reflexionar sobre nuestras creaciones y ofertas artísticas. Y asumir las críticas que pueden venir.

Articulo publicado originalmente en euskara en el diario GARA

domingo, outubro 05, 2014

¿Qué somos?

         Suele contar el dramaturgo Alfonso Sastre que él siempre se ha sentido raro por razón de su oficio. Los escritores lo han solido considerar como alguien del teatro; para la gente del teatro en cambio, al ser escritor, también era alguien como de “otro” grupo. Al menos esa sensación solía tener, como de estar en tierra de nadie. A él, en cambio, no le suponía ninguna contradicción, ya que siendo escritor pertenece al mundo del teatro, también; aunque en este caso gusta de matizarlo: “Yo escribo teatro para decir, no para leer”. Y lo entendía perfectamente.
         A los narradores nos ponen muchas veces en el mismo dilema. Para las artes escénicas parece que pertenecemos al ámbito de la literatura; mientras que para la literatura, al presentarnos en un escenario, del tipo que sea, somos “dicientes” más que escribientes. Por supuesto que las cosas no son negras o blancas, pero algo parecido suele ocurrir. Ahora que comienza la temporada narrativa en las escuelas y bibliotecas, los narradores solemos recibir llamadas de unas y otras para presentar nuestras sesiones. El objetivo de nuestra presencia, suele ser, en la inmensa mayoría de los casos, como ayuda en el fomento de la lectura y, cada vez más, la educación en valores. Fuera de este binomio fantástico, las llamadas interesadas la narración oral como espectáculo escénico, con un valor cultural en sí mismo, serán la minoría. Y por supuesto la infancia será la receptora de todo ello, mayoritariamente.

         Pero, a la hora de organizar un festival de artes escénicas, la narración oral brillará por su ausencia, a no ser por rellenar un espacio infantil. Parece ser que la narración oral es una expresión artística de “otro” grupo. Y así, vamos, tratando de navegar entre estas dos aguas a la búsqueda de una personalidad propia, intentando no ahogarnos en una pregunta existencial: ¿Qué somos?”

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

quarta-feira, setembro 10, 2014

Regatas

       

           Lo hemos escuchado mil veces en casa, desde pequeños. Cundo pasajes de San Juan le ganó a Orio la bandera d elas regatas de traineras en Donostia-San Sebastián. ¡La bandera de la Concha!, y con medio minuto de ventaja. Fue en 1956. El no haber estado allí para verlo, no quiere decir que no lo haya visto. El relato del padre desde la embarcación y el de la madre desde tierra, hacían que pudieses imaginarlo como si hubieses asistido. Gabino le avisaba al patrón cuando llegaba una ola…”- contaba el padre. La madre desde tierra. Cuando tomaban las olas parecía que iban en el aire remando…” Juntando las dos narraciones podías imaginar aquella regata, aquel maravilloso espectáculo de regata de traineras en las aguas del cantábrico. Aunque todavía no estábamos en el mundo, podías revivir aquellas emociones.
            En su libro La intimidad del fútbol, el argentino Ángel Cappa, nos traslada parecidas emociones. Las retransmisiones radiadas de un partido de fútbol le transportaban desde la cocina familiar de su infancia al estadio de Buenos Aires. Imaginabas el partido oyendo la narración. La tiene Cecconatoavanza por la derecha elude a un hombreGrillo le pide por la izquierda…” Y uno veía a Cecconato llevando la pelota y a Grillo que entraba solo por la izquierda
            Una narración nos puede transportar a otro tiempo, a otro lugar, como si estuviéramos allí. Y encender emociones en nuestro ser. El narrador ofrece su narración a quien desee escuchar, mas si no consigue transportarlo a otros lugares, a otros tiempos; si ella, o él, no ha hecho ese viaje, ¿para qué contar?

            También la radio tiene la culpa de hacernos soñadores, de vivir ilusiones, cuenta Cappa. Eso necesita la narración. 

http://youtu.be/aObJ7fHWyfA   

quarta-feira, agosto 13, 2014

Libertad de imaginar

         Al acabar las vacaciones de verano y regresar a la escuela, las historias veraniegas se adueñaban del recreo. Los compañeros que volvían de, sobre todo, Castilla y Extremadura, tenían decenas de anécdotas que contar. Un viaje interminable, muchas veces más de un día, en tren, autobús, coche y hasta en carro, para llegar al pueblo. Allí, en aquel lejano lugar, se encontraban con otros llegados como ellos de distintos y alejados lugares, cada cual con sus historias. Noches calurosas, campos interminables; ¡lejos del mar! Y estábamos algunos, pocos, que en vez de ir al pueblo, nos quedábamos en el pueblo. nuestros viajes llegaban ahí al lado, hasta San Sebastián, Hondarribia, en autobús o tren,  a la playa. A veces, andando, hasta el caserío de los tíos, en Lezo, el pueblo de al lado. O a casa del vuelo, en Gaztaino, un barrio cercano. O a Pasajes de SanJuan, a bañarnos al mar. O al barrio de Karrika en Oiartzun, al rio.
El barrio se medio vaciaba en verano. Y en septiembre imaginábamos esos largos viajes realizados por los compañeros de clase o del barrio, “¿a dónde diablos han ido viajando tantas horas?”. El pueblo se convertía en un lejano lugar imaginario para nosotros, donde todo era diferente, y todo era posible.
Los niños y niñas crean su propio imaginario desde sus relaciones vitales y experiencias. Tratar de entender ese mundo es labor de quien narra. ¿Qué sorprende al niño? ¿Cómo son sus viajes imaginados? ¿Cuál es la dimensión del mundo desde su visión? ¿Todo ello cómo influirá en la medida que vaya creciendo?

         Hay, en cambio, niños y niñas a quienes se les niega un imaginario libre, que se lo revientan. En las escuelas de los niños y niñas masacrados en Gaza no revienta la imaginación sino las bombas. Pero, quizás, no han perdido la capacidad de imaginar su pueblo, donde juegan libres en la playa.

quinta-feira, julho 24, 2014

Mililitros

         “El arte ha sobrevivido paralelamente a los acontecimientos de cada cultura”. Ha muerto recientemente el artista plástico Nestor Basterrechea, pero, felizmente, además de su obra nos ha dejado diferentes ideas y reflexiones sobre el arte y la cultura. Como creador, o inventor como solía decir él, no veía su obra apartada de la realidad que vivía y le vivía, sino mano a mano con ella. “En el maravilloso mar del arte tienes que esforzarte en aportar tu mililitro. El resultado del esfuerzo: el artista le coge la delantera a la sociedad”. La labor del creador también es ofrecer a la sociedad sus reflexiones; enseñar esas reflexiones a través de su obra, y con esos mililitros enriquecer intelectual y culturalmente la sociedad. Abrir caminos de reflexión.
         Cuando Basterretxea nos habla de su paso del plano al espacio, es decir, de la pintura a la escultura, nos ofrece a los creadores un interesante pensamiento. Pongamos por caso la relación entre narración oral y literatura. La historia escrita en un papel se nos ofrece en un plano bidimensional; al pasar esta historia a lo oral, aparece en tres dimensiones. Y aún podríamos hablar de la cuarta dimensión, la del tiempo. El narrador creará su relato en el espacio, y en el tiempo. Siendo así que tendrá que investigar su creatividad más allá de lo escrito, reflexionando sobre su relación con el espacio. Y con el tiempo.

         La generación de artistas vascos a la que perteneció Nestor Basterrechea, tanto en sus trabajos como en sus reflexiones, nos ofrece a los creadores actuales interesantes caminos de pensamiento. En la narración oral, por ejemplo, sería indispensable reflexionar sobre si nuestras propuestas creativas viajan paralelas a la sociedad que habitamos. Si aportamos a ese mar que mencionaba Basterrechea, algún mililitro.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

terça-feira, julho 08, 2014

Transmisión

         ¿Dónde está el escondrijo de los cuentos? ¿En qué lugar se agazapan? ¿Quién los saca de allí? ¿Y cuándo? ¿De quién aprender esa senda? Cuando una boca se abre y a continuación dice: “Ven, ¿quieres escuchar una hermosa historia?”; o, sin más, en medio de una conversación: “El otro día me contaron una historia increíble…”, quizás, entonces, sin querer, un relato se libera. Va por nuestros caminos internos placida y suavemente. Y quedará enganchado en nuestro interior, esperando salir en algún momento. Un día tendremos la necesidad de contarlo a alguien. Iremos al escondrijo donde se agazapa, y lo traeremos de allí. Y de una boca a otra, continuará su viaje interminable, en el espacio y en el tiempo.
         A veces, en cambio, el camino hasta ese escondrijo maravilloso se corta. Una boca calla. Un mundo desaparece. Entonces, ¿quién nos mostrará esos sucesos maravillosos que en el mundo fueron, son y serán? ¿Cómo podremos aprender el lindo juego de las palabras? ¿Cómo adentrarnos en las increíbles sendas de la imaginación? Alguien cae en la cuenta del tesoro del olvido. Venderá nuevos recuerdos. Organizará el monopolio de la palabra, disimuladamente, disfrazado con ropas atractivas. Se apoderará de la palabra contada.

         En las jornadas de oralidad Ahoa Bete Hots, hemos tratado en esta edición el tema de la transmisión. Diferentes oradores han planteado la cuestión desde el teatro, la canción, el bertsolarismo y la narración oral. Interesantes y necesarias reflexiones, y en todo momento planeaba en el aire una preocupación: ¿en manos de quién está la transmisión cultural? ¿En función de qué intereses se organiza? Si abandonamos nuestras palabras en bocas de otros, no nos quedará más que una imaginación sordomuda. La senda cortada.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

quarta-feira, junho 11, 2014

De la mano a la boca

Cuántas historias caben en 123km? De mano a mano, cuantos relatos pasan? En silencio, solo con el tacto, llegan las palabras, se enciende el deseo de decir. Como cuando los enamorados juntan y sienten por primera vez sus manos. Cada dedo lleva en su caricia una historia. Agarrados de la mano el deseo de construir un relato en común. Cuando alguien toma de la mano a otra persona le convida. Dejar de lado la individualidad y al juntarse se hace más fácil, o al menos más interesante, el camino. Como cuando una niña te toma la mano. Querrá dar una vuelta en el aire, sujetas sus dos manos en otras dos. Se sentirá segura en esos apoyos. Y en un momento dado, se parará, te mirará a los ojos y te pedirá que le cuentes algo. O que cantes. Haciendo el camino si alguien te toma de la mano y te pide que le cuentes, entonces, no tienes miedo de nada.
En el diario digital www.naiz.info hemos grabado 100 cuentos tradicionales vascos en 100 días; hemos querido completar una cadena de palabras, para que las manos que se une tengan una historia que contarse. Y quizás, alguien dira: "yo ya conozco ese cuento, pero de otra manera"; y le contará a la persona de al lado lo que escuchó, y surgirá una nueva historia. Y una tercera persona agregará su versión, y el cuento irá transformándose, cambiándo en un juego de palabras. El cuento necesita de voces distintas para avanzar, para sobrevivir en el tiempo.
Los relatos que van de la mano a la boca, de la boca a la mano harán el,viaje juntos, saltando, jugando. Y entonces no tendrás miedo de nada.

Publicado originalmente en euskara en el diario Gara, con motivo de la cadena humana del 8 de junio por el derecho a decidir, en la que participaron 150.000 personas cubriendo un recorrido de 123 km.

sexta-feira, junho 06, 2014

100

Una antigua creencia vasca dice que hace tiempo todos los seres vivos hablaban, salvo el musgo. Todos los demás comenzaron a enseñarle a hablar, pero entonces todos perdieron el habla, salvo los seres humanos. Así lo contaban al menos en Ataun. En Oiartzun, contaban que en lo tiempos antiguos el lobo y la oveja eran amigos. En aquellos tiempos ocurrían cosas así. Las cosas se ponían al servicio del ser humano. Los árboles llegaban hasta casa ofreciendo su leña. Lo contaban en Kortezubi. En los tiempos antiguos, como muchos en el mundo, las palabras saltaban de boca en boca, con saltos pequeños, pero constantes, hasta llegar a nuestros días. Con cada salto se iban enriqueciendo, ya que cada boca iba añadiéndo más palabras. Con incontables eslabones, la larga cadena de la palabra se ha ido contruyendo a través de los tiempos. Resurrección  María de Azkue nos cuenta: En Mundaka los niños comenzaban así sus cuentitos. El más despierto de ellos les hacía esta pregunta a sus compañeros: cuántos huevos has comido tú? Con esto quería decir: cuántos cuentos sabes tú?" De dónde sacaban esos huevos? Cómo los preparaban? Quién continuó repartiendo huevos?
En la contrucción de la identidad de un pueblo, crear un imaginario común es una base importante. Siendo un bien inmaterial será difícil concretarlo, ya que, con el transcurso de los tiempos cambia, se enriquece y se desarrolla. Los miembros de una cultura, más que la territorialidad, les atará lo que comparten en común, las leyendas, los cuentos, los cantos, los bertsos, las danzas etc. Y según los recibimos, los transmitimos, cambiándolos, actualizándolos, extendiéndolos. Lo recibido de otras culturas lo adaptamos a la nuestra; y llevaremos lo nuestro a otras, mixturándolos. Así ha sido en la historia de la humanidad, los seres humanos transladándose de un lado a otro han llevado consigo ese legado inmaterial, enriqueciéndo el mundo. En el pueblo Naskapis, en Québec, cuentan una historia, "Los amantes perseguidos", en la cual un pescador vasco pretende casar a su hija con un jefe indígena. La hija, en cambio, está enamorada de un trampero inglés, por lo que los dos huyen. El final es tan bello como triste: Desde entonces, los viajeros pueden ver, abajo en la bahía, una bella princesa vasca, desesperada buscando a su amado, en vano". Son conocidas las expediciones de los pescadores vascos hacia aquellas tierras en busca del bacalao y la ballena, así como las relaciones tanto comerciales como humanas que compartieron con los habitantes originarios. Y en algún momento las culturas se entrelazaron.
Del mismo modo en nuestros cuentos vascos encontraremos relaciones con cuentos de otras culturas y pueblos. Las palabras viajan en el interior de las personas. Yendo y viniendo. Y eso tiene una importancia capital en la construción de nuestro ser, como personas y como pueblos. Así ha sido, es y será. Negar u olvidar eso es arrancar un trozo de nuestro ser, crear un vacio, andar cojeándo. 
La reivindicación de la identidad de un pueblo necesita de sus relatos, de sus palabras. Y cinco narradores y narradoras, Ixabel Millet, Doro Zobaran, Itziar Rekalde, Bea Egizabal y Joxemari Carrere, con la ayuda de la fotógrafa Conny Beyreuther y el técnico Asier Burgaleta, hemos grabado 100 cuentos tradicionales vascos, para emitirlos en 100 días en el diario digital www.naiz.info , hasta el 8 de junio. Ese día, organizado por la asociación popular Gure Esku Dago,  se compondrá una cadena humana por el derecho a decidir de 123 km, uniéndo Durango e Iruñea/Pamplona. Nosotros hemos querido unir el camino con palabras, contar el camino de boca en boca. Un pueblo, una cultura, cualquiera que sea, ha ido construyendo a lo largo del tiempo, una manera de mirar el mundo y colocarse en él a través de un imaginario compartido, que lo ha ido transformando y enriqueciendo, adaptándolo a cada generación. No mejor ni peor, sino el que han ido construyendo entre sus integrantes; no uniforme, sino multiforme. 
Contando 100 cuentos en 100 días, hemos querido reivindicar esa cadena de transmisión oral; no por una mitificación del pasado, sino para imaginar un camino de futuro. Como en los cuentos, lo importante no es dónde se comienza o dónde se termina, sino cómo hacer frente a las vicisitudes que pueblan el recorrido. Hemos estado tejiendo palabras, y lo seguiremos haciendo, cogidos de la mano, contando historias de antaño y actuales, imaginando el futuro. Si es verdad, guárdalo en el bolsillo; si es mentira, no lo dejes salir; como contaban en Andoain.

quarta-feira, maio 28, 2014

Angola tem feitiço

         “Angola tem feitiço”, cuenta Dulce. Habla con dulce voz, conversando con su memoria. Tiene la mirada viva y la sonrisa lenta. Angola aparece en su mirada. Siendo aún colonia portuguesa viajo con su marido y su hija. Todavía, a sus 87 años, lleva África pegada en sus palabras, en el recuerdo, en las pupilas. Escuchando a Dulce, Angola se convierte en un lugar maravilloso, un lugar lejano hechizado, donde todo es posible. Entonces, Angola se convierte en el país de nuestros sueños.
         “Nuestro tío abuelo solía comenzar los cuentos con: “Había una vez en Checoslovaquia…”, cuenta Carles. Su tío nunca estuvo en Checoslovaquia, en aquel lejano lugar, el cual seguramente sólo existía en su imaginación. Y allí podía ocurrir de todo; allí, donde las bicicletas tenían las ruedas cuadradas.
         “Tenemos que ir a Panamá, oso. En Panamá todo huele a plátano”. El pequeño Tigre convence al pequeño Oso para conocer el lugar de sus sueños, en el precioso cuento ilustrado de Jannosch “Oh, qué bonito es Panamá”. Los dos amigos vivirán una aventura maravillosa camino de Panamá. Es que, es tan dulce el aroma a plátano…

         Cada persona buscamos nuestro territorio maravilloso, donde todo es posible. Ese territorio lejano, ya que el cercano es el de la cotidianidad; pero allí, en la lejanía, en Angola, Checoslovaquia, Panamá…, acontecen aventuras inesperadas. Y cuando alguien nos cuenta lo que se sucede en aquellos lugares comenzamos un viaje extraordinario. El narrador traerá a quien escucha aquellos relatos lejanos; sin embargo, ha tenido que estar allí. Embarcado en el velero de la imaginación. Atrapado por el feitiço.

quarta-feira, maio 14, 2014

La Fábrica

         “En la fábrica estábamos un montón de chicas, trabajando unas al lado de otras”. Como muchas mujeres, nuestra madre entró joven a trabajar. El Errenteria de entonces estaba repleto de fábricas de todo tipo y eran muchas las mujeres jóvenes que trabajaban en ellas. La madre montaba enchufes y otros componentes eléctricos. No son pocas las historias que hemos escuchado de esa época. Las anécdotas, una detrás de otra. Hay que imaginarse cómo sería aquella fábrica con sus cuatrocientos trabajadores y trabajadoras. Siendo muy joven conoció su primera huelga, en pleno franquismo. Las discusiones con el encargado por estar hablando entre ellas mientras trabajaban. “Una vez me mandaron a casa por hablar. Aquel encargado siempre metiéndose con nosotras”. La Fábrica Electromecánica Guillermo Niessen la fundó en 1914 un empresario llegado de Alemania huyendo de la guerra. El Errenteria de entonces era un pueblo netamente obrero, con fábricas y talleres por doquier, la Pequeña Manchester le llamaban. “No era como ahora; entonces se veía mucha gente por la calles muy de mañana, todos camino de las fábricas. Y para las diez de la noche todos durmiendo”.
         Han abierto una exposición recordando los 100 años de Niessen, y las imágenes de la mente aparecen en blanco y negro. Hileras de mujeres trabajando unas junto a la otras, ensamblando las piezas eléctricas de encima de la mesa. Imágenes de la fábrica. Fotografías de trabajadores. Mujeres reunidas para la fotografía. Tiempos de antaño. Historias de había una vez.

         La historia se convierte en relato de manos del tiempo; cuando se relatan en la cocina de casa. Lo que para los niños son tiempos remotos, para los adultos son vivencias de juventud. Las imágenes que se adhieren a la imaginación viven en un territorio fantástico y cuando se visten de palabras se convierten en relatos extraordinarios. Hace mucho tiempo en una fábrica unas mujeres trabajaban…

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

terça-feira, abril 29, 2014

No hay nada

         Ocurrió en un pueblo pequeño que esperaban impacientes la llegada de un narrador. Era conocido aquel contador de historias, y allí donde iba la gente se agolpaba para escuchar sus hermosos relatos y su verbo florido. En las calles, tiendas y tabernas no había otra conversación. El domingo anterior al evento el sacerdote contó desde el púlpito parábolas bíblicas, avisando que esas eran las únicas narraciones que merecían la pena y advirtiendo que solo la palabra de Dios era maravillosa.
         Llegó el día. Media hora antes el pequeño teatro estaba repleto en espera del narrador. Cuando faltaban pocos minutos llegó. Entró en el teatro, pero en vez de acceder al escenario directamente, avanzó por el pasillo central. Los murmullos callaron en un silencio impregnado de curiosidad. El narrador caminaba ensimismado, tranquilo, como si no hubiese nadie. Por aquella pequeña escalera accedió al escenario. Colocándose en el centro miro al público expectante. Justo al dar la hora de comienzo de la sesión, el narrador respiró profundamente y con una voz quebrada dijo: “No hay nada”. Y descendiendo del escenario se alejo por donde vino.

         En los siguientes días, semanas y meses hubo comentarios e interpretaciones de todo tipo. Surgieron multitud de versiones sobre aquella sesión de cuentos; y los abuelos lo relataban a los nietos. En aquel pueblo nunca más contrataron un narrador de cuentos.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

terça-feira, abril 15, 2014

Lentejas

Los sentidos tienen sus recuerdos, y las personas sensatas no olvidan el recuerdo. Nuestra madre hizo un descubrimiento. Estando preparando unas lentejas se le ocurrió enriquecerlas con unas gotas de vinagre de módena. Al probar el tantas veces cocinado potaje tuvo una revelación memorística: "Era esto!" Aquellas lentejas la transportaron a la cocina de su infancia. "Muchas veces pensaba en lo que nuestra madre ponía a las lentejas para darles aquel sabor especial, que nunca supe reproducir, hasta que el otro día lo descubrí. Era vinagre de módena!" Y a partir de entonces, más que de lentejas, comenzó a relatar aquellos tiempos, la mano de nuestra abuela para la cocina, las historias que contaba,... Aquellas humildes lentejas cumplieron su papel de "bomba fantástica" que nos proponía el pedagogo y escritor Gianni Rodari.
De dónde sacará el narrador la fuerza para poner en marcha la imaginación? Como hará suya la historia que desea contar? En qué recuerdos se perderá al hilo del relato? Contar un cuento no es, sin más, juntar una palabra tras otra componiendo un relato; no es dar al públicomlomque desea oir; no es escoder en cierto "efectismo" el vacio del relato. Quien narra tiene que viajar a través de la memoria, encontarndomsunlugar en esos territorios imajinarios. Construir nuevos recuerdos, descubrir lugares ignorados. Y junto con él, con ella, tiene que invitar a quien escucha a transitar por esos senderos, recorriendomcada cual el suyo. El narrador que cuenta historias tiene que hacer explotar en cada oyente una bomba fantástica. Como cuando se prueban unas lentejas enriquecidas con vinágre de módena.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

domingo, abril 13, 2014

Historias navegantes

"Con la idea de dar continuidad a su linaje, un pescador vasco que vivía en la costa norte de Saint Laurent, ofreció su hija a un jefe indígena, quería que ella le diese un niño de gran naturaleza para que continuase con el oficio de pescador". Así comienza el cuento  Los amantes perseguidos narrado por el pueblo amerindio de los Naskapi, recogido por el antropologo Jean-Claude Dupont en su libro Mythes et légendes des Amérindiens. Por encima de estos detalles y de una historia hermosa, es llamativo, al menos para mí, que el la protagonista sea hija de un pescador vasco en 
Quebec. Es sabido de la huella dejada en aquellos lugares por los pescadores vascos llegados desde hace siglos en busca del bacalao y la ballena; prueba de ello, entre otros detalles, la toponimia y otros restos arqueológicos. Pero en esta ocasión lo verdaderamente llamativo es la presencia en un relato indígena. Cómo puede llegar a convertirse un pescador vasco en personaje de un relato indígena? Por qué decidió la persona que narró el cuento convertir a un personaje de una lejana cultura en protagonista de su cuento? Qué idea tenían los naskapi sobre los pescadores vascos?
Es maravilloso el territorio de la imaginación. Las personas, al viajar de un lado a otro del planeta, llevan consigo sus imaginarios, y al llegar a su destino los comparten, muchas veces inconscientemente. Surgen sincretismos de los imaginarios y el mundo se enriquece con ello. Erigir vallas cortantes contra esas migraciones es un atentado contra la maravilla de la existencia humana, cortando el camino a bellas historias. 

sexta-feira, março 21, 2014

Aburrido

         Un momento antes de comenzar la sesión de cuentos, un alumno de la escuela donde ha estado aprendiendo a contar cuentos con Itziar me pregunta si después de la intervención que van a hacer se puede ir. Itziar le empuja a decirme la razón: “Los cuentos son aburridos”. ¡Dios mío!, publico difícil parece que va ser el de hoy. Pronto comenzaremos a contar Yoshihira Hioki y yo una de las sesiones organizadas dentro del Festival Ahoz Ahoz, en Ordizia. Comienza Yoshi, vestido con un traje japonés; como está estudiando euskara, ¡en Barcelona!, decide comenzar presentándose en euskara, ante la estupefacción de los presentes, tanto infantes como adultos. Antes que nosotros los alumnos y alumnas de Itziar han contado los cuentos que tenían preparados. El muchacho que tenía intención de escapar continua sentado escuchando a Yoshi, atrapado, como los demás, por su narración. Ese muchacho no parece que tenga intención de huir, ¿qué imágenes y sensaciones recorren su imaginario? Yoshi y yo nos intercalamos en la narración. Resulta una sesión bonita. Niños y adultos salen con una fina sonrisa.

         Pero, ¿por qué tenía el niño esa idea sobre las sesiones de narración? ¿Quizás porque es algo para niños pequeños? ¿Porque los cuentos son algo lejano a su mundo? ¿Qué será para él algo no aburrido?¿Qué le han ofrecido hasta ahora? Los niños y niñas pre-adolescentes de su edad son la mayoría de la misma opinión; pero, ¿Son los cuentos el problema? Seguramente, los que andamos contando historias deberíamos pensar en si al narrar nos adentramos en su mundo, o sus mundos; o, por el contrario, intentamos atraerles al nuestro, como si fuese mejor. En vez de viajar juntos, les obligamos a entrar en nuestro barco. Y eso, para viajar, es aburrido.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

quarta-feira, fevereiro 19, 2014

Historias vivas

         Son como las plantas las palabras. Para sobrevivir necesitan oxígeno, luz, agua y tierra. Las plantas, bien cuidadas, no devolverán belleza, et con la fotosíntesis, revivirán el aire. Del mismo modo, las palabras, necesitan del oxígeno de la respiración, la claridad mental, la humedad de la boca y la relación con la tierra. Con un buen cuidado nos devolverán belleza, y una renovación de aquello que nos rodea. Las palabras formarán historias y las historias cobrarán vida propia en la voz y el cuerpo de quien las narra; y en el viaje hasta quien las escucha crecerán y se expandirán, como las esporas florales, fecundando vida. La narradora es como la jardinera. Tiene un hermoso jardín que cuidar, distintas plantas, de aquí y de allá, grandes y pequeñas, fuertes y delicadas, altivas y humildes. Entre todas formarán el Jardín de las Delicias.
         Los amigos de Alabazan han convertido durante el mes de Febrero Bilbao en un gran jardín. Con las jornadas d enarración Cuentos Encadenados-Istorio Biziak, están fecundando la ciudad. Las esporas habladas, como flores, llevan a los bilbaínos y a quien se acerque por los senderos de la imaginación. Van floreciendo con historias, cuentos, bertsos; abonando lo cotidiano con imaginación, oxigenando las angustias, iluminando las sombras. Al contar cuentos, el cemento que nos aguanta se resquebraja, dejando sitio a hierbas enérgicas.

         Parece que la narración oral va afirmando cada vez más su presencia en nuestras programaciones culturales. Cuentos Encadenados-Istorio Biziak es una propuesta que refuerza ese camino. 

Alabazan, ala bedi/Si así fue, que así sea.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

sexta-feira, fevereiro 07, 2014

Para nada

         Muchas veces andamos sin saber cómo dar salida a una preocupación y, muchas veces, te encuentras metido en retorcidos atajos, por ejemplo, ¿para qué demonios sirve andar contando cuentos? En esta sociedad de consumo, ¿qué bienes produce la narración oral? ¿Qué le aporta a la economía de mercado? Quien narra, ¿cómo puede explicar los beneficios de su oficio a esta sociedad? Estas retorcidas preguntas te harán sentir náufrago; ya que da la impresión de que estos oficios y actividades hay que medirlas en beneficios cuantificables, o en los valores ético-morales que aportarán, o las dos cosas al mismo tiempo. Se pondrá en duda en valor de la narración en sí misma, o simplemente, ni se planteará, porque ¿qué valor tiene lo que no tiene valor? Y cuando andas sin poder despegarte de esta telaraña, pequeñas sorpresas llegan para ayudarte.
         Me regala Carles un pequeño pero firme libro, presentado como manifiesto por su autor Nuccio Ordine: La utilidad de lo inútil. Y han comenzado a aclarárseme algunas cosas, creo. Los comentarios y propuestas de Ordine traen algo de luz a esas tinieblas dubitativas en las que divagan las ideas mencionadas. Ayuda a centrar las reflexiones y, al mismo tiempo, pensar en torno a esta sociedad abocada a la ideología del utilitarismo. Me ha dado pie a entender en cierta manera, por ejemplo, el por qué muchos cuentos y sesiones de narración, especialmente dirigidas a niños y niñas, tienen los valores como razón de ser, siendo esto su principal importancia. Las sesiones de cuentos en sí mismas parece que no tienen valor; no ofrecen nada productivo a la sociedad. El narrador ofrecerá a quien escucha su propuesta creativa, desde la belleza. Y en esa propuesta artística ofrecerá directamente o indirectamente sus reflexiones; pero ¿qué vale eso? ¿Cuánto? ¿Para qué?

         Al llegarse a la conclusión de que eso no tiene un valor cuantificable, entonces se tiene que convertir en “algo”, hay que “cosificarlo”, para de este modo poder darle un valor. Por ejemplo, las sesiones de cuentos que trabajan los “valores” pueden responder claramente a la pregunta “Para qué”: para educar a los niños en valores necesarios. Así, lo que no sirve para nada se convierte en necesario y útil. El pensamiento y las propuestas artísticas valorarlas en función de sus valores económico-morales nos lleva a tratar a  las personas desde un punto de vista utilitarista, infravalorando aquellas actividades humanas que no son cuantificables: observar una noche estrellada, charlar a la orilla del mar… O escuchar una historia.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

sábado, janeiro 25, 2014

Brujas

        Las brujas no existen- asevera la niña. ¿Por qué no?- le pregunto. Me lo ha dicho mi padre. Claro, se acabó la discusión, no se puede dudar de la palabra por el padre. Aunque, seguramente el padre no le habrá desvelado la identidad de los Reyes Magos, ¿cómo le va a quitar esa ilusión? Es más, el padre disfrutará, como es normal, manteniendo a la hija en esa inocente mentira, ya que no hay nada que iguale esa ilusión que ilumina la cara de la niña al verlos en la calle, y qué decir al descubrir esos regalos mágicos. Pero, ¿por qué los Reyes Magos sí y las brujas no? O los fantasmas, o los duendes, o los ogros…
         Es comprensible que se quiera dar a las criaturas una vida sin falsas creencias, que vivan integrados en la realidad, no crearles miedos inútiles. Muchas veces, en cambio, se confunden falsas creencias o supersticiones con el mundo de la imaginación, la fantasía, los imaginarios. Mas, con toda la buena voluntad, al negar ese mundo fantástico se ponen trabas a los senderos de la imaginación. Como los niños, los adultos también vivimos lo cotidiano de la realidad, de la lógica, de lo concreto; pero al mismo tiempo, estamos integrados en mundos ilógicos, oníricos e incomprensibles. Cuando nos adentramos en los territorios de los sueños, son parte de nuestro ser, aunque se encuentren fuera de toda lógica. El ser humano, al crear tantos y tantos personajes mitológicos y fantásticos no lo ha hecho para huir de la realidad, si no para entenderla, para comprender la vida misma.

         Quizá, en parte, la labor de narradores y narradoras sea dar a conocer esos seres, brujas, duendes, ogros, diablos, lamias… Para que no desaparezcan. Para que así como de la lógica, los niños y adultos podamos aprender de la fantástica.


Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

terça-feira, janeiro 07, 2014

Terapias

            En medicina se utiliza el término terapia para el tratamiento de una enfermedad. Así, estando enfermo, el médico puede decidir una determinada terapia, por ejemplo la quimioterapia. Antes de aplicar la terapia, por supuesto, habrá que determinar la enfermedad. La enfermedad se define como un daño de la salud, grande o pequeño. También hay otra definición de enfermedad como una pasión dañina o una alteración de la moral o de la espiritualidad. Veamos esta segunda definición, ya que puede dar pie a diferentes interpretaciones. El espíritu, ¿Qué demonios es? ¿Cómo se daña? ¿Dónde se encuentra? ¿Cómo se sana? Esta definición de enfermedad, al dar ocasión para múltiples interpretaciones, hace que surjan diferentes terapias curativas, abundando cada vez más terapias curiosas: Monterapia, Risoterapia Y Cuentoterapia.

            La medicina utiliza, sobre todo en el tratamiento de males psicológicos y psiquiátricos, distintas técnicas adaptadas de procesos creativos, tanto del teatro como de otras artes, por lo que la utilización de relatos, siempre desde criterios médicos, puede ser interesante para ayudar a que pacientes diagnosticados con distintos males puedan enfrentarse a ellos. ¿Qué ocurre en cambio cuando esta utilización de los cuentos se confunde con narración oral? Y lo que es más preocupante, ¿qué ocurre cuando la puesta en práctica de dichas terapias se lleva a cabo por personas sin una necesaria y obligada preparación médica? ¿No estaremos ante un fraude? Suelen presentarse estas terapias con un lenguaje pseudo-científico sobre la capacidad sanadora de los cuentos, en el caso que nos ocupa, cuando menos bastante dudosa. El placer y hasta cierta tranquilidad y sosiego interior que podamos experimentar ante una propuesta artística no debería confundirse con una necesidad de eso mismo sobrevenida por una determinada patología. El considerar que todos necesitamos curar el alma, es considerarnos a todos enfermos, y eso es frivolizar el concepto mismo de enfermedad. La necesidad del ser humano de encontrar una razón a su existencia y disfrutar de ella, no es una enfermedad sino una característica misma de su ser. Por lo tanto, el considerar la narración de cuentos como una terapia en sí misma pervierte el sentido artístico y creativo de la narración oral. ¿Es la Cuentoterapia narración oral? ¿Es la narración de cuentos una actividad sanadora? Deberíamos hacernos estas preguntas ante tanto discurso supuestamente curativo que integra a la narración en esta nueva corriente de propuestas pseudo-terapéuticas. Los narradores somos artistas creadores, no terapeutas. El medio para sanar a las personas es la medicina. La narración oral es, en cambio, una actividad artística. Y cada una por su lado busca que disfrutemos de la vida.

Traducido del euskara y publicado en el diario GARA