No nos vamos a alargar aquí explicando las razones de la crisis económica. Me parece más interesante exponer qué respuesta y posición habría que tomar ante ella. En estas situaciones la sensación de impotencia suele ser la que nos invade, sobre todo en estos tiempos de desaceleración, no económica, sino de respuesta social. Es verdad que en esta época de ataque frontal e inhumano por parte del capitalismo a todo lo que suponga avances sociales y laborales, es complicado organizar una respuesta eficaz y unitaria; pero, entonces ¿qué hacer? ¿Que cada cual se guarde su ropa? ¿Esperar a que la tormenta amaine alguna vez? ¿Desahogar la rabia en la barra del bar, para que nos se nos enquiste en las entrañas? Podemos encontrar mil razones para poner el mundo patas arriba y al mismo tiempo quedarnos tirados delante del televisor. La cuestión es si tenemos que pasar en blanco esta maldita crisis que nos han dejado caer, cual yunque de herrero, encima de nuestras cabezas.
Las movilizaciones de trabajadores suelen ser el reflejo de la respuesta a las situaciones de crisis. Pero no debemos olvidar que las crisis económicas no sólo afectan a los trabajadores, sino a toda la sociedad, por lo que la respuesta debería de ser de toda la sociedad en conjunto. Y las personas que habitamos en territorio de las artes escénicas somos parte de esa sociedad, por lo que tendríamos algo que decir. Da la impresión de que los sectores productivos y financieros son los únicos afectados por la situación, ¿qué ocurre, entonces, en el terreno de la creación artística? ¿Cual es el lugar de los trabajadores y trabajadoras de la cultura en esta crisis? ¿O somos una gente que vive en un mundo etéreo? Claro que no; es más, esta crisis está haciendo una verdadera destrucción del sector de las artes escénicas. Pero parece que es un mal que se lleva en silencio. La tradicional situación de precariedad que vive el sector, se está acentuando, tornándose verdaderamente crítica. Falta de trabajo, ingresos cada vez más bajos o inexistentes, dificultades para cobrar, y todo ello, sin apenas protección social. Por si eso fuera poco, las mínimas condiciones laborales que se han ido consiguiendo con los años, van desapareciendo, tanto en lo que se refiere a sueldos como a otro tipo de prestaciones. La narración oral no se libra, ni muchísimo menos de esta situación. Podemos ver claramente que las artes escénicas sufren en estos momentos una de las peores crisis a las que nos hemos enfrentado. Desaparecen compañías, se vacían programaciones, el sector de audiovisuales parado... Un futuro negro amenazante.
Ante este panorama crítico no podemos quedarnos en silencio. Es una cuestión de supervivencia, no sólo para las personas que trabajamos en esto, sino para la cultura en general. De todas maneras, una situación como la actual es propicia para reflexionar sobre el modelo de actuación cultural que tenemos. Un modelo basado principalmente en una visión mercantilista de la cultura que es necesario cambiar. La protección social de los creadores y creadoras es indispensable para que la tan ensalzada cultura no sea un mero escaparate. Y para ello, las gentes que en ello habitamos debemos de tomar parte en los movimientos de protesta. Alzar nuestra voz, dar a conocer nuestras razones, mostrar nuestra situación, airear que nosotros también somos trabajadores y trabajadoras que sufrimos las consecuencias sociales y laborales de la crisis, y de manera muy dura. Muchas razones para la huelga.
1 comentário:
Muy bueno.
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