“¡Cuidado!, si abres ese cofre no dejarás de imaginar nunca” Relatos de lo oculto Ahmed Zusra
La cantante argelina Souad Massi canta: “Comienza por "érase una vez",/ofrécenos sueños./Cada uno de nosotros tiene una historia en el fondo del corazón./Comienza por "érase una vez". La canción se llama “Raoui”, el narrador. La cantante pide al narrador que cuente un cuento, para que les lleve a la infancia, para perderse en el cuento. Y la infancia es el tiempo de la memoria, el tiempo de las historias. Al madurar regresaremos a esas historias, reviviendo nuestra memoria, con el convencimiento de que en ese recuerdo narrativo viviremos nosotros también. ¿Cuántas historias y misterios se esconden en las arenas del desierto argelino?“Háblanos del paraíso y del infierno,/del pájaro que jamás ha volado./Danos el sentido de la vida”.
Si te adentras en la selva amazónica imaginarás sonidos y animales fantásticos.Mombe’uha, el narrador, cuenta. Viene nadando rio abajo el delfín. Llega desde Brasil tiñendo las aguas de rosa. Es el boto rosa, el delfín del rio. Aparecerá en la fiesta nocturna a orillas del rio, desprendido de su piel acuática, convertido en un hombre apuesto, con su espada al cinto, y nadie podrá escapar de su mirada hipnótica… Con el alba desaparecerá en el rio. Quedará el cuento del recuerdo, en la memoria de quien lo escuchó hace tiempo. El recuerdo, como si fuese el boto negro, Tucuxi, nos salvará del ahogamiento.
En las inmensas estepas mongolas, el eco del trote de los caballos; el sonido del kitxua en Ecuador; la fragancia de los manjares que cuecen en la cocina rumana. ¿Cuántos recuerdos podrán viajar en una maleta que recorre el mundo? Al abrirse, una avalancha de presencias llegarán hasta los oídos de quien quiera escuchar. Y esa avalancha recogerá nuevas memorias, otras maletas, otros viajes, y, nuevamente, otros relatos, e incontables narraciones atemporales que recorren el mundo. Y un tango. “Vivir, con el alma aferrada a un dulce recuerdo, que lloro otra vez”.
¿De qué sirven los recuerdos si no se ofrecen a los demás? ¿De qué sirve viajar hasta el otro lado del mundo si llevamos vacio el equipaje? ¿Qué tenemos para ofrecer, qué para recoger? Dicen que la vida es un viaje, largo según algunos. Y, como la vida, hemos convertido el viajar en un acto de consumo. Comprar un coche nuevo, o el aparato de televisión más adelantado, o el ordenador más ligero, hoy en día son sinónimos de viajar; para estar en la inevitable modernidad, para ser desarrollado. ¿Cómo ser una persona actual sin viajar? Tenemos que viajar, a donde sea, rápido, enseguida. Tenemos que recorrer el mundo, y no tenemos tiempo para conocer todos sus rincones, para sacar todas las fotografías, para subir todas las montañas, para bañarnos en todas las playas, para correr todos los desiertos. Tenemos prisa por y para viajar. Y transportamos nuestras maletas sin saber lo que llevamos en ellas, ni lo que traeremos de vuelta, pero tenemos bonitas maletas. ¿Qué recuerdos extraeremos de nuestras maletas? ¿Qué podremos contar de ese mundo tan extraordinario, alucinante y viajero?
Necesitamos escuchar a los otros; lo que tienen para contar, tranquilamente. Saber de los territorios lejanos. El mundo es un lugar maravilloso, que se extiende en nuestra imaginación. Al viajar, nuestras maletas se llenan de ilusiones. Queremos compartir esas ilusiones, allí, en esa distancia imaginada; y al regresar, cargar nuestro equipaje con otras ilusiones; con lo aprendido, con lo compartido. Y con lo dejado allí, en lo lejano, en aquel territorio que permanece ahora en nuestro recuerdo, construiremos una memoria imaginada. Y contarán. Y contaremos. Y surgirán multitud de mundos imaginados, que viajarán sin cesar; aunque sea solo en nosotros mismos. ¿Por qué les cerramos, entonces, las puertas? ¿Por qué los expulsamos? ¿Por qué los condenamos a viajes sin equipaje? ¿Por qué sus viajes son migraciones y los nuestros aventuras? ¿Por qué reivindicamos un mundo sin fronteras mientras alzamos muros en nuestras casas? ¿A qué le tenemos miedo? Quizás nos dé miedo que, aquellos que negamos, al abrir sus maletas viajemos por esos mundos maravillosos y misteriosos que imaginábamos en la infancia. En aquellos lejanos tiempos en los que viajábamos en libertad.
Cuenta como te han contado,
sin añadir, sin quitar.
Ten cuidado, existe una memoria.
Cuenta, haz que olvidemos nuestra realidad.
Abandónanos en ese "érase una vez"
1 comentário:
¡Cuantas verdades juntas! Que pronfundidad... que los copos de nieve te ayuden a disfrutar aún más de tu caminar y te devuelvan el reflejo de tu luz. ¡Que no te apague nadie!
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