quarta-feira, julho 27, 2011

Relatos de madrugada

Una vez, estando en fiestas de Oiartzun explicando a una botella de cerveza el ambiente de aquellas nocturnas horas, una joven pareja charlaba a mi lado, apoyados como yo en la provisional barra de aquel provisional bar callejero. "¡Ay, qué bonito es el amor!"- suspiré; pero, claro, en ese dialecto que utilizamos a esas horas, es decir "¡jdoderg, je boditdo ezs elhaborg!". En estas estaba cuando veo que la chica se va, dejando allí al muchacho. entonces, para mi sorpresa, el joven se gira y me dice: "Cuéntame un cuento, es que quiero ligar con esa chica, y así luego se lo cuento". Mi corazón se expandió como la luna llena. Comencé a contarle un cuento tras otro, buscando el más adecuado para sus intenciones. Al rato regresó la chica y continué contándoles a los dos, allí, en aquel provisional bar callejero y fiestero. Al cabo de un rato, la pareja se fue después de darme las gracias. Yo pedí otra cerveza, con una gran sonrisa, en el alma.

¿Para qué sirve contar cuentos? Quién sabe. Como muchas acciones y hechos humanos el contar cuentos no tendrá un único objetivo; de todas maneras, el escuchar una historia por boca de otra persona nos coloca en una relación imaginaria. La época veraniega es también la de las fiestas populares, propicias para otro tipo de relación entre las gentes. Y, entonces, cuando no sabemos qué decir o cómo, quizás un cuento nos abrirá una puerta maravillosa. Aunque estemos apoyados en un bar provisional y fiestero, en medio del remolino festivo. Y entonces, si alguien te cuenta una bella historia, no tienes que tener miedo a nada. Salvo a la resaca del día siguiente.


Publicado originalmente en euskara en el diario GARA: http://www.gara.net/paperezkoa/20110726/281222/eu/Ordu/txikiko/kontuak/

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