Orejudo es un insulto pequeño,
infantil, mientras no sea uno quien en el patio del colegio lo reciba claro.
Las orejas como característica física, al igual que la nariz (recordemos a
Quevedo), se han utilizado como recurso para reírse de la persona “afectada” y,
en cierto modo, humillarla. Pero además de la evidente propiedad física, la
oreja guarda dentro de sí un rasgo sensorial. Tener buen oído hará referencia a
alguien con capacidades para la música, no tenerlo dificultará el cantar ante
los demás, aún siendo colegas. Afinar el oído será necesario para poder
escuchar mejor aquello que nos interesa. La oreja será ese saliente corporal,
que como un balcón, nos asoma al exterior. Para los narradores suele ser
conveniente que esa característica arquitectónica corporal, la tengamos bien
cuidada, florida y adecentada, ya que las historias pueden surgir en cualquier
momento y lugar.
La Grande Oreille es una orejuda
revista, de oído fino. Se publica desde hace quince años en Francia y la narración
oral es la razón de su existencia. Escriben y participan en ella narradores y
narradoras francesas de primera línea, así como de otros países de la
francofonía, que, como en numerosos proyectos del estilo, mantienen viva la
necesidad de compartir informaciones y reflexiones sobre la narración oral.
Desgraciadamente este proyecto, como muchos otros, se encuentra en una
situación precaria, en peligro de desaparecer. Como advierten en el editorial
del último número editado, necesitarían aumentar las suscripciones para poder
seguir publicando. Como es lógico, muchas personas que no entienden el francés se
les hará difícil apoyarles de esa manera. Pero eso no es lo verdaderamente
importante, aunque necesario; el mero hecho de conocer la situación y difundirla,
de tener empatía con un proyecto de esta índole, hace que realidades culturales
como esta no caigan en la indiferencia, en la invisibilidad. La solidaridad no
es algo que se construye simplemente con dinero, aunque sea necesario.
La narración oral, sea en el idioma
que sea, está necesita de tribunas donde se reflexione, se divulgue, se diga.
Necesita tener un lugar en la vida cultural, un lugar digno, atractivo, en el
que reivindicar y demostrar su importancia dentro de las propuestas culturales
y escénicas. Necesita reclamar el interés por ella en sí misma.
La narración oral necesita pensarse,
necesita de grandes orejas, finos oídos para que su palabra se escuche
claramente.
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