terça-feira, janeiro 07, 2014

Terapias

            En medicina se utiliza el término terapia para el tratamiento de una enfermedad. Así, estando enfermo, el médico puede decidir una determinada terapia, por ejemplo la quimioterapia. Antes de aplicar la terapia, por supuesto, habrá que determinar la enfermedad. La enfermedad se define como un daño de la salud, grande o pequeño. También hay otra definición de enfermedad como una pasión dañina o una alteración de la moral o de la espiritualidad. Veamos esta segunda definición, ya que puede dar pie a diferentes interpretaciones. El espíritu, ¿Qué demonios es? ¿Cómo se daña? ¿Dónde se encuentra? ¿Cómo se sana? Esta definición de enfermedad, al dar ocasión para múltiples interpretaciones, hace que surjan diferentes terapias curativas, abundando cada vez más terapias curiosas: Monterapia, Risoterapia Y Cuentoterapia.

            La medicina utiliza, sobre todo en el tratamiento de males psicológicos y psiquiátricos, distintas técnicas adaptadas de procesos creativos, tanto del teatro como de otras artes, por lo que la utilización de relatos, siempre desde criterios médicos, puede ser interesante para ayudar a que pacientes diagnosticados con distintos males puedan enfrentarse a ellos. ¿Qué ocurre en cambio cuando esta utilización de los cuentos se confunde con narración oral? Y lo que es más preocupante, ¿qué ocurre cuando la puesta en práctica de dichas terapias se lleva a cabo por personas sin una necesaria y obligada preparación médica? ¿No estaremos ante un fraude? Suelen presentarse estas terapias con un lenguaje pseudo-científico sobre la capacidad sanadora de los cuentos, en el caso que nos ocupa, cuando menos bastante dudosa. El placer y hasta cierta tranquilidad y sosiego interior que podamos experimentar ante una propuesta artística no debería confundirse con una necesidad de eso mismo sobrevenida por una determinada patología. El considerar que todos necesitamos curar el alma, es considerarnos a todos enfermos, y eso es frivolizar el concepto mismo de enfermedad. La necesidad del ser humano de encontrar una razón a su existencia y disfrutar de ella, no es una enfermedad sino una característica misma de su ser. Por lo tanto, el considerar la narración de cuentos como una terapia en sí misma pervierte el sentido artístico y creativo de la narración oral. ¿Es la Cuentoterapia narración oral? ¿Es la narración de cuentos una actividad sanadora? Deberíamos hacernos estas preguntas ante tanto discurso supuestamente curativo que integra a la narración en esta nueva corriente de propuestas pseudo-terapéuticas. Los narradores somos artistas creadores, no terapeutas. El medio para sanar a las personas es la medicina. La narración oral es, en cambio, una actividad artística. Y cada una por su lado busca que disfrutemos de la vida.

Traducido del euskara y publicado en el diario GARA

2 comentários:

Unknown disse...

Hola Joxemari.
Al aludir en tu artículo al término monterapia, que es como se titula mi libro, quisiera reproducir aquí unas líneas de la introducción del mismo que considero muy aclaratorias respecto a tus comentarios:
"¿Monte y Terapia? Eso último suena un poco fuerte, ¿no? Tranquilo, es tan sólo un inocente juego de palabras, un divertimento para expresar un concepto. No trato de competir con psicólogos, psiquiatras o terapeutas de toda índole, nada más lejos de mi intención. No prometo la felicidad eterna. Pero te mostraré una válvula de escape que todos tenemos a nuestro alcance y que puede ayudarte mucho más de lo que imaginas".

Juanjo Garbizu

carrere disse...

Hola Juanjo
Gracias por leer el pequeño artículo, y sobre todo por hacer el comentario, ya que de este modo se puede aprender de las opiniones y contrastarlas con la de uno mismo. La idea del artículo es sobre todo criticar la creciente corriente de terapias de todo tipo, que muchas veces intentan sustituir a las verdaderas terapias médicas. El tema da para mucho más que una pequeña columna en un diario. Me alegra que hagas la aclaración y en adelante no la confundiré con otras terapias. Y estoy de acuerdo contigo que ir al monte, sin prisas, disfrutándolo, es algo que despeja la mente y despierta el cuerpo de las rutinas diarias a las que no enfrentamos.
Un saludo