“En la fábrica estábamos un montón de
chicas, trabajando unas al lado de otras”. Como muchas mujeres, nuestra madre
entró joven a trabajar. El Errenteria de entonces estaba repleto de fábricas de
todo tipo y eran muchas las mujeres jóvenes que trabajaban en ellas. La madre
montaba enchufes y otros componentes eléctricos. No son pocas las historias que
hemos escuchado de esa época. Las anécdotas, una detrás de otra. Hay que
imaginarse cómo sería aquella fábrica con sus cuatrocientos trabajadores y
trabajadoras. Siendo muy joven conoció su primera huelga, en pleno franquismo.
Las discusiones con el encargado por estar hablando entre ellas mientras
trabajaban. “Una vez me mandaron a casa por hablar. Aquel encargado siempre
metiéndose con nosotras”. La Fábrica
Electromecánica Guillermo Niessen la fundó en 1914 un empresario llegado de
Alemania huyendo de la guerra. El Errenteria de entonces era un pueblo netamente
obrero, con fábricas y talleres por doquier, la Pequeña Manchester le llamaban. “No era como ahora; entonces se
veía mucha gente por la calles muy de mañana, todos camino de las fábricas. Y
para las diez de la noche todos durmiendo”.
Han abierto una exposición recordando
los 100 años de Niessen, y las imágenes de la mente aparecen en blanco y negro.
Hileras de mujeres trabajando unas junto a la otras, ensamblando las piezas
eléctricas de encima de la mesa. Imágenes de la fábrica. Fotografías de
trabajadores. Mujeres reunidas para la fotografía. Tiempos de antaño. Historias
de había una vez.
La historia se convierte en relato de
manos del tiempo; cuando se relatan en la cocina de casa. Lo que para los niños
son tiempos remotos, para los adultos son vivencias de juventud. Las imágenes que
se adhieren a la imaginación viven en un territorio fantástico y cuando se
visten de palabras se convierten en relatos extraordinarios. Hace mucho tiempo
en una fábrica unas mujeres trabajaban…
Publicado originalmente en euskara en el diario GARA
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