sexta-feira, agosto 17, 2018

De viaje

Como muchos en el mundo, el niño va de viaje. Va entre montes, por caminos retorcidos. Recorre grandes praderas interminables, que se extienden hasta el horizonte. Dejando atrás la mar, se adentra en territorios desconocidos. Mira por la ventanilla del vehículo las lejanas lomas. E imagina. Imagina allí a lo lejos un castillo inexpugnable, donde en la torre más alta tienen encerrada una joven sonriente. Los reflejos de aquella sonrisa llegan hasta él, ¡es tan amplia!  A lomos del caballo que corre más rápido que el pensamiento, atraviesa prados interminables. En su macuto lleva la prenda maravillosa que liberará aquella sonrisa; una prenda que le ayudará ante los muros más gruesos, los guardianes más fieros y las dificultades más extremas: la capa de invisibilidad. La abuela la ha tejido bajo la luna llena. Cabalga rápido, hacia el horizonte. Y al llegar, envuelta en esa capa maravillosa, salvará a aquella muchacha de sonrisa luminosa; desapareciendo los dos envueltos en el viento. Camino a casa.
El niño ha abierto los ojos. Nota el cansancio del viaje. Y allí, a lo lejos, ha visto la fortaleza que conoce hace tiempo. Ha sentido, esperándole, el brillo de la sonrisa que nadie más ha visto. Ahora, en cambio, tiene un plan. Aprieta entre sus manos la capa que ha tejido la abuela.  Nadie le verá entrar. Nadie le verá salir. La madre le ha preguntado extrañada: “¿Qué llevas encima? “¡shhh! calla, que nos pueden oír”.

También en los viajes del verano, muchas niñas y niños sueñan con la libertad. Acompañada de una sonrisa.

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

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