terça-feira, junho 28, 2022

África

 


“De modo que las cosas de Mantis hablan: su ropa habla, y también su manto y sus bolsitas. Todas sus cosas hablan, porque son inteligentes. Todas son sensatas, porque Mantis les habla, les ordena que hablen con sensatez.” Allí, en el sur de África, el personaje Mantis vive en los cuentos del pueblo I xam (La niña que creó las estrellas. Lengua de trapo edit. Selección de José Manuel de Prada). Todo esto ocurría en el principio de los tiempos. Fue entonces cuando las personas perdieron la inmortalidad a causa de una disputa entre la Luna y la Liebre. Entonces, todo era posible. Y el pueblo I xam lo ha contado en sus cuentos a través de generaciones, de boca a oreja; para que no se pierda la memoria, para que conozcamos las cosas maravillosas que ocurren en el mundo.

En el mismo libro, se recopilan también historias de un tiempo más reciente. “A la mañana siguiente, de madrugada, nos amarraron los brazos, nos ataron. Chapoteamos en el agua, chapoteamos al atravesar el rio. Avanzamos por el camino, detrás del carromato. Avanzamos, siguiendo el carromato, atados; todavía atados, llegamos al Malecón. Camino del Malecón, durante el trayecto, comimos oveja. Llegamos al malecón y trabajamos en él.”

            Llegaban con la esperanza de una vida mejor en la fortaleza Europa; y han sido asesinados a decenas, africanos, negros, pobres. Los han matado acabando con su dignidad, silenciando sus voces, masacrando su humanidad. ¿Cuántas historias se han perdido en esa cruel frontera sanguiñolienta? Han masacrado la memoria de África. La memoria de la humanidad.

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