quarta-feira, abril 04, 2007

Lu cuntu nun metti tempu

Lu cuntu nun metti tempu

Joxemari carrere zabala

La relación entre la oralidad y la literatura últimamente está siendo objeto de una nueva revisión. ¿Quién influye a quién? ¿Es posible un equilibrio entre las dos? ¿La cultura escrita de un idioma es más elevada que la oral? Los cuentos, las canciones, el teatro popular, los romances, son ricos exponentes de una cultura popular que parece que suscita un interés creciente.

En el número de la revista literaria Maiatz dedicado a las 16 jornadas de literatura encontramos una interesante colaboración del cantante y escritor Eñaut Etxamendi en la cual nos habla de sus influencias literarias. En el artículo “Ahozko literaturatik idatzira” (De la literatura oral a la escrita) nos revela las enseñanzas recogidas desde la oralidad. Las canciones, las toberas (expresión de teatro popular vasco), las palabras sagradas, los ritos, los cuentos son en su opinión expresiones literarias. En relación a la cultura en la cual se ha criado nos cuenta que “ para la gente que vive en esa cultura, ¿qué es la verdad? La palabra. La palabra es la verdadera verdad! (...) Quiere decirse que la plasmación de la realidad es la palabra, y esa palabra es la realidad”. Joxe Arratibel es un monje agustino nacido en Ataun, en el centro de Gipuzkoa. Recordando cuentos oídos en su niñez escribió el libro “Kontu zaharrak” (Cuentos populares) y en la entrevista que sirve de prólogo al libro, realizada por Miel Anjel Elustondo, nos relata el mundo en el cual se contaban aquellos cuentos. Nos habla de realidad como una realidad que ha cambiado con el cambio de la percepción de la verdad. “Los niños de ahora no sienten el miedo que sentíamos nosotros, no conocen la oscuridad”. Al hablar del hecho literario nos cuenta que prefiere contar los cuentos a escribirlos, ya que se le hace más fácil. “Eso es más fácil. Si alguien no entiende, siempre puede preguntar. Y la manera de decir siempre expresa más que lo escrito; sobre todo en las cosas poco importantes”. Bernardo Atxaga es un escritor bastante interesado en el mundo de la cultura oral. En la introducción que hace del libro “Cuentos populares vascos”, recopilación hecha por Koldo Biguri y Lurdes Auzmendi, escribe sobre la importancia de la cultura popular en la literatura. En opinión del escritor de Asteasu “la beneficiosa sombra de la cultura popular jamás falta en la obra literaria, es decir escrita. No se trata, pues, de las “expresiones toscas” que algunos suelen mentar con un pellizco de desprecio, ni de la “ingenua hermana menor” de la familia, habitante de alguna periferia social o lingüística, sino de una corriente sustancial de la tradición literaria”. En el mismo texto nos llama la atención sobre la influencia creadora ejercida en grandes escritores de la historia de la literatura por los cuentos y personajes enraizados en esa cultura popular.

Esta relación de las expresiones orales de la cultura popular con la literatura está suscitando un nuevo interés tanto entre creadores como investigadores. Es continua la preocupación por la falta de atractivo que tiene la lectura entre la juventud, pero al mismo tiempo es pareja la preocupación por el empobrecimiento del lenguaje entre estos mismos jóvenes. Se menciona la falta de recursos narrativos a al hora de hablar que presentan la nuevas generaciones; y de aquí una de las razones por investigar la relación entre la lectura y el habla. Aunque podríamos decir que este problema no se circunscribe solamente al mundo joven, sino que entre los adultos se puede observar esta problemática. La influencia de los medios de comunicación se suele mencionar como parte del problema; y es, quizás, esta una de las razones por la cual se organizan cada vez más sesiones de cuentos. Es en las bibliotecas y en la escuela donde, sobre todo, se organizan este tipo de actos, con la pretensión de que la literatura llegue por los oídos, favoreciendo de esta forma un más fácil acercamiento a la literatura escrita. Junto con esta proliferación de sesiones narrativas en la librerías también abundan cada vez más tanto libros de cuentos como ensayos e investigaciones sobre este hecho. Pero, ¿qué interés puede encontrar un escritor o un alumno en estas narraciones transmitidas oralmente durante generaciones? El escritor italiano Italo Calvino nos ofrece un respuesta interesante en su conferencia “Rapidez” integrada en el libro “Seis propuestas para el próximo milenio”. Si en la época de mi actividad literaria me atrajeron los folk-tales, los fayri-tales, no era por fidelidad a una tradición étnica ni por nostalgia de las lecturas infantiles, sino por interés estilístico y estructural, por la economía, el ritmo, la lógica esencial con que son narrados”. El que cuenta sabe que el éxito de su historia vendrá dado por la manera de contar, más que por la historia en sí misma. Esto suscitará tal interés en la persona que escucha que le hará interesarse por ese mundo que se recrea, que lo traslada en el tiempo y en el espacio. Italo Calvino lo supo vislumbrar. “El relato es una operación sobre la duración, un encantamiento que obra sobre el transcurrir del tiempo, contrayéndolo o dilatándolo. En Sicilia el que cuenta historias emplea una fórmula: “Lu cuntu nun metti tempu” (el cuento no lleva tiempo), cuando quiere saltar pasajes o indicar un intervalo de meses o años. La técnica de la narración oral en la tradición popular responde a criterios de funcionalidad: descuida los detalles que no sirven, pero insiste en las repeticiones”.

Etxamendi, Arratibel, Atxaga y Calvino nos hablan sobre la cultura del relato, de la escucha; de la riqueza de los cuentos, de las canciones. Pero sobre todo nos hablan de un mundo mágico, es decir, sobre el fenómeno de introducir a las personas, a través de las palabras dichas, en el terreno de la fantasía. Y la literatura nos lleva hacia viajes fantásticos. Quizás el supuesto desinterés de los jóvenes hacia la lectura viene motivado por este mundo tan lógico en el que habitamos. Si nos adentrásemos en los lugares fantásticos viviríamos un mundo más interesante, quizás.

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