Hay veces que no nos enteramos de nada (bastantes veces). Y, a veces, lo que está cerca se torna lejano, no en distancias kilométricas, sino mentales. Y, por si fuera poco, hay veces que pensando que lo raro es lo otro, resultamos nosotros los extraños. Y Capbreton no está tan lejos, más o menos a 60 km de mi pueblo (o Villa para ser más exactos). Lugar de veraneo de mucha gente que llega a disfrutar de las extensas playas landesas. Las Landas, departamento francés asentado en la Occitanía, en la región de la Gascuña; cercano a Baiona, capital de la provincia vasca de Lapurdi (Labourd) y camino de Burdeos. Lugar poblado de pinos, kilómetros y kilómetros de pinos; que, según tengo oído, mandó plantar Napoleón, utilizando para ello prisioneros de guerra (por estos lares les llamaron, algo más de un siglo después, "batallón de trabajadores"). Pues bien, en este territorio costero conocido por los vascos actualmente por ser un destino turístico playero, resulta que se organiza hace ya veinte años un festival de cuentos y el menda sin enterarse.
Entre el 5 y el 7 de agosto la villa gascona llenó sus rincones con propuestas narrativas de todo tipo. Desgraciadamente solo pude asistir el último día, pero a pesar de ello por lo menos tuve la ocasión de charlar un pequeño rato con Pepito Mateo, narrador magnífico; quien tenga ocasión que no se lo pierda. En el exterior de la mediateca tenían dispuesta una carpa para actuaciones al aire libre y allí pude disfrutar con Colette Migné, narradora y clow, que cuenta contando y rezuma humor e ironía por los poros. Por la tarde asistí a un espectáculo presentado por Christèle Pimenta acompañada por Pascal Daudon, artista plástico. Me gustó la puesta en escena, aunque en mi opinión la distancia (narrativa) con el público era demasiada y más que contar historias, ponía en escena unos textos. Actuación demasiado lineal, aunque repito, la puesta en escena enseñaba, por lo menos a mí, interesantes caminos. Por último, pude asistir (gracias a la invitación de Pepito Mateo, ya que las entradas estaban agotadas) a la representación que ofreció la compañía Les Femmes à Barbe. Con el título La Taverne Münchausen plantean una situación en la que cuatro "elementos" de una aristocracia grotesca del XVIII, inventan historias en torno a una mesa. El público que se dispone alrededor de la mesa saca a suertes el tema sobre el que deberán improvisar una historia. El debate esta servido: ¿Teatro o narración? A mi en particualr cada vez me interesa menos, lo interesante es ver como se pueden desarrollar distintas propuestas escénicas basadas en la oralidad, de las cuales pueden surgir nuevas ideas y caminos.
En fín, aunque breve el paseo hasta Capbreton me ayudó a entender y conocer un poquito, solo un poquito, más el movimiento narrativo francés. Y además pude comprobar, en la librería ambulante que tenían montada, la distancia que nos llevan a la hora de publicaciones en torno a la narración oral, tanto teóricas como recopilatorias. Una experiencia en mi opinión muy atractiva es la que lleva a cabo la editorial Paradox, que publica los textos de espectáculos de narración oral de distintos narradores y narradoras, siempre después de haber sido estrenados, con una entrevista al final. Algo parecido a la experiencia editorial de Pep Bruno con Palabras del Candil. En mi opinión el poder acceder a los textos de los espectáculos es algo que puede ayudar a conocer trabajos de otros narradores sin haberlos visto en escena, aunque solo sea por escrito te puedes ir haciendo una idea del planteamiento escénico narrativo de esa persona.
En fín, como ya he dicho muy interesante la salida; me apuntaré las fechas para el año próximo. Pero antes trataré de asistir a la presentación que el 18 de octubre harán en el Casino municipal de Capbreton (www.capbreton.fr) los narradores canadienses Michael Faubert y Renée Rotabitaille. Una incursión en la narrativa quebecois.
Y para finalizar os ofrezco una pequeña historia que se encuentra en uno de esos libros que no pude reprimirme en adquirir: "Contes licencieux de l'Aquitanie" Antonin Perbosc (editions Garae Hesiode). Espero que os guste tanto como a mí.
La Muerte.
Un día de verano, un viejo de ochenta años estaba sentado a la puerta de su casa, la cabeza en la sombra y los pies al sol. No se ha dado cuenta que tiene los botones de la bragueta sueltos y que por ahí se le escapa una punta de la camisa.
Y la gente que pasa no para de reir, ¡por Dios!
Una joven costurera se le aproxima con intenciones caritativas.
-Es necesario que se abotone, pobre hombre- le dice ella gentilmente.
-Gracias hija mía- dice él-, pero es necesario que te enseñe una cosa que, seguramente, tu no sabes todavía: cuando hay un muerto en casa, las ventanas deben estar abiertas"
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