Nos preguntan muchas veces sobre la imaginación, de donde sacamos la necesaria para contar cuentos. Y,la verdad, no es tan difícil; lo importante es tener los sentidos abiertos al exterior. Para mi contar cuentos es poder visualizar en la mente las imágenes que surgen de las historias que escuchamos leemos o, simplemente, creamos. Hay ocasiones que nos cuentan verdaderas "bombas fantásticas ", como diría Rodari; las cuales pueden ser (y muchas veces lo son) inspiradoras de maravillosos cuentos (o, bueno, igual no tan maravillosos, pero que nos divierten). Son historias, anécdotas, relatos, que contienen imágenes fantásticas.
Me contaba mi padre, una anécdota de su pueblo, que también es donde nací. Para entender la anécdota es necesario saber algo sobre Pasajes de San Juan(Pasaia Donibane, en euskara), el pueblo referido. Pasajes de San Juan es un pueblo que pertenece al municipio de Pasajes (Pasaia). Este municipio consta de otros dos pueblos, Pasaia Antxo y Pasaia San Pedro, y además Trintxerpe, conocida por muchos por la quinta provincia gallega, dada la presencia tanto de gallegos en dicho barrio. Pasaia se extiende alrededor de la bahía del mismo nombre en la costa gipuzkoana/cantábrica, limítrofe con Donostia (San Sebastián). En una bahía interior rodeada de montes, a la cual se accede desde el mar abierto por un canal que discurre entre los montes Jaizkibel y Ulia. Esto hace que Pasaia Donibane y Pasaia San Pedro tengan su localización uno a cada lado del canal. Como en muchos lugares del mundo, esta situación ha promovido una rivalidad entre los dos pueblos, que continua hasta hoy en día, aunque no con la intensidad de antaño. La distancia acuática que separa a los dos pueblos ronda los cien metros.
Pues, contaba mi padre, decía, una anécdota en relación a esta rivalidad. Vivía en San Juan una mujer de nombre Cayetana. Originaria de Hondarribia, otro pueblo marinero cercano a Pasaia, llegó al pueblo por casamiento. Resulta que esta mujer vivía muy seriamente este enfrentamiento entre las dos poblaciones. Su casa estaba situada a la orilla del canal marítimo justo enfrente del pueblo "contrario", viéndose desde la ventana de la cocina la otra orilla. Pues resulta que esta mujer impulsada por el miedo que les tenía a los enfrentados, a la hora de cocinar le agregaba a una cuchara el palo de la escoba, ya que cuando cocinaba su cuerpo quedaba expuesto a través de la ventana a la vista de los habitantes de la otra orilla. La razón que daba la buena mujer para cocinar así era que tenía miedo a que le disparasen mientras cocinaba. Gracias al palo de cocina podía manipular en el fuego sin estar expuesta a ese "peligro"
Y mi padre se muere de la risa mientras lo cuenta. Y yo...¡también! Y me imagino a la mujer con la cuchara atada al palo de escoba, practicando una gastronomía a distancia; y, mirando de reojo por la ventana, o reptando cual soldado en el frente, ir a recoger la cazuela del fuego. Y vislumbro una maravillosa historia encerrada en esa imagen. Una "bomba fantástica"
2 comentários:
Y ¿cómo haría Cayetana para probar el caldo?
Ese es el gran secreto de la gastronomía vasca
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