Un
cuento tradicional nos explica la procedencia del dicho “la verdad de Getaria”
(en castellano algo así como “verdad de perogrullo”). Esperando no levantar
demasiadas iras entre los getariarras, la expondré por encima siquiera.
Parece
ser que en Getaria (Gipuzkoa) no conocían la verdad y teniendo la necesidad de
ella enviaron a tres personas a Iruñea (Pamplona), con el encargo de pedírsela
al obispo. Al llegar a la ciudad tres estudiantes tunantes viendo en ellos la
oportunidad de sacar unos cuartos para la merienda de ese día, les engañaron
convenciéndoles que ellos trabajaban para el obispo y que se la pedirían en su
nombre. Al cabo de un rato y tras el pago de unas monedas, les entregaron una
sopera tapada, diciéndoles que allí dentro se encontraba la verdad del obispo,
pero que no abrieran el recipiente hasta llegar al pueblo. Y los tres paisanos
tomaron el camino de regreso. Al llegar al pueblo, todos los habitantes se
agolpaban en el salón de la casa consistorial, ávidos de conocer la verdad.
Cuando depositaron la sopera enseguida se percataron de la pestilencia que
surgía de aquel recipiente. El alcalde, queriendo comprobar si el gusto se
complementaba con el olor, introdujo un dedo en la sopera y después de
llevárselo a los labios, exclamó: “¡Esto es mierda!”. Se acercó el cura y,
efectuando la misma operación, confirmó: “¡Es verdad!”. Y en Getaria todo fue
alegría y alborozo.
Son
muchos los relatos populares a lo largo del mundo que nos hablan de la búsqueda
de la verdad. La misma Biblia nos presenta a Dios como la única y verdadera
Verdad. La búsqueda de la verdad es un camino interminable para las personas
humanas; y en nombre de esa verdad se han dicho grandes mentiras y cometido
atrocidades enormes. Pero a quien todo lo cree lo tenemos por una persona
inocente; en cambio, al mentiroso lo tomaremos por lúcido, despreciable acaso,
pero alguien que sabrá abrirse camino en la vida. Habrá quien se ría a costa de
los de Getaria por ser tan inocentes, sin caer en la cuenta que no es más que
un cuento, y, quizás, sin percatarse de que sus verdades están envueltas en la
pestilencia de sus mentiras.
Publicado originalmente en euskara en: http://www.gara.net/paperezkoa/20111227/311961/eu/Inuxente
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