segunda-feira, janeiro 28, 2019

PALABRAS PERDIDAS

Una vez, una narradora perdió una palabra. Y era una palabra verdaderamente importante para finalizar el cuento. No se dió cuento de ello hasta que comenzó a contar el cuento. El público seguía con atención su narración, con intriga, con deseos de saber cómo continuaba. La narradora estaba totalmente metida en la historia, viajando por lugares maravillosos, haciendo aparecer ante el público personajes fantásticos, compartiendo aventuras fascinantes. Y, de repente, se calló. la mirada perdida en el horizonte de un desierto inexistente. la mente perdida en un laberinto de silencio. Le faltaba una palabra. Una palabra imprescindible, la clave para desentrañar el relato. La palabra que aunaba en sí toda la sabiduría. Y estaba perdida en la bruma del recuerdo. ¿A dónde habría huido? Al principio el público imaginó que sería una pausa dramática; pero en la medida que la pausa se alargaba. al ver a la narradora hierática; la gente comenzó a irse, especulando sobre el hecho. Terminó por desaparecer todo el público y la narradora continuaba con la mente perdida, buscando aquella palabra en territorios desconocidos. Y el cuento condenado a la inexistencia.

¿Dónde van las palabras perdidas? ¿Quién nos las roba?¿Aparecerán en algún momento? No son, sin más, las palabras pequeñas estructuras significantes, Cada palabra genera una especie de calambre en el cerebro, se dispone a buscar una imagen, a generar un sentimiento. Y cuando surge por la boca comienza un viaje en quien la recoge. ¿Viviremos, acaso, entre palabras perdidas?

Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

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