sexta-feira, março 22, 2019

CASAKATXAN

La abuela vivía en una casa muy vieja, con un largo pasillo. Al final del pasillo había un pequeño trastero. El guardián de los recuerdos de la abuela. Ane no se atrevía a llegar hasta allí, al final oscuro del pasillo; sentía un poco de miedo. Pero miraba desde lejos aquel lugar con una curiosidad infinita. ¿Qué guardaría allí la abuela? Un día, un débil resplandor se filtró por debajo de la puerta. Impulsada por su inmensa curiosidad, se acercó prudentemente hasta aquella pequeña habitación. Abrió nerviosa la puerta, precavida. Las sombras de multitud de trastos llenaban el pequeño habitáculo. Aquel resplandor tenue y mágico emanaba de un libro depositado encima de una antigua mesita cubierta de polvo.  Plena de curiosidad, y un poco miedosa, se acercó hasta la mesita y leyó, extrañada, las letras iluminadas de la cubierta de aquel extraño libro: Las ciudades inexistentes: Casakatxan. Abrió el libro lentamente y comenzó a leer. De repente estaba en el libro. Estaba en el mercado de Casakatxan, un mercado con productos inimaginables llegados de lugares inexistentes. Ane se pasea maravillada por las estrechas calles de aquella extraña ciudad…
La narradora vitoriana Ane Gebara nos descubre qué quiere decir para los vitorianos ir a Casakatxan. Parece ser que significa ir a un lugar lejano. Intrigada por la procedencia de tal significado, investigó sobre este  enigma. Hace mucho tiempo, en los lindes de la ciudad de Vitoria-Gasteiz, había una tienda regentada por un hombre con fama de calamidad llamado Katxan. La tienda, como su regente, era un almacén de abarrotes curiosos y de todo tipo. En aquel tiempo cuando la madre mandaba a alguna de sus criaturas a Casa Katxan era casi como mandarla a hacer un recado al fin del mundo. De ahí la expresión. Casakatxan un lugar maravilloso. Una ciudad inexistente.


Texto publicado originalmente en euskara en el diario GARA

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