quinta-feira, abril 21, 2022

IMAGINARIO

 

     
    La inevitable necesidad de querer existir de las naciones sin estado, impulsa, necesariamente, la reivindicación y formación de un imaginario propio; ¿cómo, sino, demostrar que son? ¿Cómo dar a conocer entre las demás naciones del mundo su lugar y su existencia? ¿Cómo dar a conocer entre los miembros de dicha nación la importancia y el orgullo de existir? Cuando los pueblos condenados a la inexistencia desean aclamar que son algo más que folklore, surge la necesidad de un imaginario propio. Un imaginario de la existencia lleva dentro de si la memoria y el futuro.

Como en los cuentos heredados, hay que abandonar el hogar, encontrar cómplices, conseguir objetos mágicos, cuidar la ayuda mutua para sortear las trabas y dificultades del camino; por último, con la ayuda de la sabiduría acumulada, regresar a casa para emprender una vida renovada tras entender mejor el mundo. No es posible imaginar un mundo nuevo y mejor sin imaginación. Sin conocer las maravillas del mundo, ¿cómo imaginar una nación maravillosa? Por encima de la épica, esa nación se construiría sobre la poética.

         En una escuela de un barrio de cemento y sudor, en un aula multicolor la maestra cuenta a las alumnas y alumnos; quizás el cuento del joven que se enamoró de la lamia; o aquél que explica por qué el búho vive de noche. Les contará cómo el terrible Tártalo perdió su único ojo; o el tiempo en que el musgo aprendió a hablar. Y esas niñas y niños coloridos, con ese imaginario fantástico y poético compartido, comenzarán a imaginar el futuro de ese pueblo condenado a la inexistencia. Donde todo será posible; donde todas y todos serán posibles.  


Publicado originalmente en euskara en el diario GARA

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