Blanca imaginó la biblioteca como
una ciudad, donde las estanterías era edificios y los libros sus habitantes,
con sus historias, con sus relatos, sueños, palabras y pensamientos. Blanca
soñó. La ciudad era una biblioteca gigante, los libros eran edificios y los
habitantes estaban hechos de historias. Había libros gordos y delgados; grandes
y pequeños; alegres y tristes. Había quienes alumbraban la vida y había
tragedias. En todos los libros convertidos en edificios siempre había historias
que merecían ser contadas y escuchadas. Y Blanca convirtió la biblioteca en
ciudad.
Por todo ello, Blanca ha recibido un entrañable homenaje en la biblioteca de Guadalajara. Narradoras y narradores no podemos estar más agradecidos por ofrecer a nuestras voces una casa fantástica donde habitar; ya que, como dice Blanca, a leer se aprende por las orejas.
Sem comentários:
Enviar um comentário